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La maquinaria de Formell y Los Van Van

La orquesta de Juan Formell se presenta hoy en el festival Salsa al Parque en la Plaza de Bolívar de Bogotá.

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Verónica Téllez Oliveros
17 de agosto de 2013 - 03:00 a. m.
Los Van Van en escena, un grupo que mezcló la tradición cubana con los aires vanguardistas de los 60.   / EFE
Los Van Van en escena, un grupo que mezcló la tradición cubana con los aires vanguardistas de los 60. / EFE
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Un laboratorio de experimentación, de creación de nuevos sonidos y fusión de ritmos. Ese ha sido un papel constante en la historia de las orquestas cubanas y quizá la de la Revé es una de las más determinantes en la Isla por haber sido la madre de músicos como el pianista Chucho Valdés, fundador del grupo Irakere, y Juan Formell, el joven que a los 27 años le dio un giro al son para crear el songo y luego potenciarlo en el grupo Los Van Van.

A finales de los 60, cuando el resto del mundo se estremecía con la música, el pelo largo, los pantalones ajustados de los Beatles, en Cuba el régimen castrista ya había prohibido la difusión de cualquiera de sus discos en las radiodifusoras. La música de los ingleses quedó condenada a la circulación clandestina. Pero esto no impidió que muchos de los jóvenes músicos los escucharan y se contagiaran de las ganas de introducir algunos de los instrumentos en los sonidos de la Isla. “Yo los oía, por supuesto”, dice Formell cuando recuerda esa época de censura.

Algo de ese gusto, de esas ganas de crear y transformar seguramente fueron trascendentales para que Formell, estando en la Revé, se decidiera a introducir los acordes de la guitarra eléctrica. Él prefiere resumirlo en algo sencillo: “Di con algo raro, me fui e hice a Los Van Van”. Era 1969.

Por estos años, los jóvenes que llegaban a formar la orquesta salían de la escuela de música con un perfil claro: ser maestros o músicos de la Sinfónica Nacional. Hacer música popular, música bailable, era mal visto, un tabú. Los creían unos simples ‘pachangueros’.

Los Van Van, desde sus inicios, han sido un sello de identidad para los isleños. “Tienen de todo: desde lo más raigal en el ámbito bailable, como en expresiones que los conectan de la misma forma con el bolero filin o la nueva trova”, dice el musicólogo cubano Jorge Fiallo.

El songo de Formell, esa mezcla entre son y salsa, que luego le daría origen a la timba cubana, empezó a ganar adeptos en Cuba, y ya en los 70 era usual escuchar en las calles de la Habana canciones como “Soy Normal Natural”, mientras que afuera, en Nueva York, donde luego del bloqueo a los cubanos ya no había grupos de la isla, se hacían camino los exponentes de la salsa tradicional como Rubén Blades.
Para Los Van Van lo más importante es involucrar a la gente en su música. Han llevado la cotidianidad de La Habana a sus letras. Desde el refrán popular, hasta las historias de amor y las que transmiten la fuerza del movimiento en el baile, como lo cuenta una de sus canciones más conocidas: Sandunguera (que lleva a la imagen de una joven mulata y su movimiento desenfrenado de cintura que la pone “por encima del nivel”.

El tema de la política no ha sido ajeno a la agrupación, pero no ha estado por encima de la música. Uno de los episodios más recordados en la historia del grupo es la primera presentación que hicieron en Miami en 1997, cuando cientos de cubanos residentes en Estados Unidos protestaron a las afueras del Miami Arena por su visita, como una manifestación en contra del régimen. Antes del concierto, Formell estaba convencido de que no sería tanta la “amargura” de la gente, y de que muchos cubanos los acompañarían en el show, como efectivamente sucedió. 

En Colombia la orquesta comenzó a sonar con fuerza en los 90 y ahora sus discos se agotan cada vez que se anuncia una nueva presentación en discotiendas como la Musiteca: “Hay que pedir al menos 100, porque la gente no sólo pide lo más reciente como “Maquinaria” sino también otros trabajos más antiguos”, anota César Álvarez, melómano y administrador de la tienda.
Pero ¿qué tienen Los Van Van que los hacer seguir en pie? Para Fiallo la gra “pegada” del grupo tiene relación con ese sonido electrónico que se suma a los sonidos de la orquesta tradicional típica. Para el melómano colombiano, la fuerza está en que su música anda en una transformación constante, con nuevos arreglos, a los que se suman el estilo y el carisma para interpretar.

Por cuenta de la música de Los Van Van, en la capital se han formado seguidores de la timba cubana. Uno de ellos es el bailarín del estilo de rueda de Casino, típico de la salsa en Cuba, Jesús Cabezas, quien dice que a pesar de lo vanguardista que fue la orquesta con las guitarras y el bajo, siempre ha trabajado por conservar su línea tradicional, sus raíces isleñas, los ritmos afro.
La figura de Formell ha sido fundamental para que la orquesta continúe pese a los cambios de sus cantantes y la partida de arreglistas que le dieron gran fuerza al repertorio, como César Pupy Pedroso, quien ahora también tiene su propio grupo.

Por Verónica Téllez Oliveros

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