En plena época de transformación de las salas de redacción, ¿cuál es el reto más grande para la academia en la formación de los periodistas del futuro?
Ayudar a los periodistas jóvenes a redescubrir el corazón en los informes. Los datos, las redes sociales y las nuevas tecnologías son herramientas importantes, pero la obsesión con el desarrollo de las habilidades tecnológicas no debe descuidar la importancia de la entrevista, la recolección metódica de los hechos, el arte de la narración, el imperativo ético y democrático que hay detrás del periodismo.
¿Cuál debería ser el perfil de un periodista del siglo XXI?
El periodismo siempre ha atraído gente de diferentes formaciones e intereses. Esta es la última gran profesión en la que no se necesita un sello oficial de aprobación o un diploma de especialización. Su credencial es la calidad de los informes. Pienso que los mejores del periodismo del siglo XXI deberán incorporar conocimientos y habilidades de otras disciplinas porque también tienen mucho que enseñarnos sobre las historias que se cuentan como noticia y sobre cómo deberíamos contarlas.
¿Hasta qué punto cree que sea posible la desaparición de los medios impresos?
No me preocupo mucho por eso. El periodismo nació de dos grandes innovaciones: la tecnológica, representada por la imprenta, y la política, de la libre expresión. Desde entonces se ha adaptado a las nuevas tecnologías. No creo que la internet los reemplace, pero sí está cambiando la forma de relacionarse con las publicaciones impresas.
¿Qué deberíamos hacer para evitar caer en la mala interpretación de que todo lo que hacemos con las nuevas tecnologías es periodismo?
Estamos ciertamente en un tiempo confuso y desconcertante. Empezaré diciendo que un periodista es alguien que encuentra cosas y se las dice a la gente, y hace eso constantemente, profesionalmente, éticamente, con un compromiso con sus habilidades e independencia. Eso no es lo mismo que alguien que lanza tuits al azar o alguien que hace propaganda.
¿Qué piensa del periodismo ciudadano?
Odio la frase “periodismo ciudadano”. Para mí el periodismo es un ejercicio profundo de ciudadanía. Lo mejor es que, actualmente, los blogueros serán recordados como periodistas.
¿Cuál es el futuro del periodismo de colaboración?
Es esencial. Independientemente de si se trata de pequeños equipos de trabajo que se enfocan en historias locales o periodismo de investigación que pase las fronteras, muchas de las historias de la actualidad son muy complejas y exigentes para los reporteros individuales.
Se habla mucho por esta época del periodismo de datos. ¿Cómo hacer para sacarle el máximo provecho?
Mis habilidades en este tema no son tan fuertes. Pero creo que en realidad hay tres pasos: mantenerse al día con las herramientas de presentación de datos, el desarrollo de una manera clara y sistemática de romper los problemas dando pequeños pasos y los diagramas de flujo, y, tal vez lo más importante, recordar los límites de los datos, que proporcionan información de gran alcance y generación, pero son importantes el contexto, las entrevistas y la forma de contar las historias.
¿Qué puede hacer el periodismo para ser más creativo y aportar a procesos colectivos, como la reconstrucción de la memoria tras la violencia?
Necesitamos una agenda periodística que incluya lo que pasó después de la violencia y después de la guerra.
Una lección de otro proceso de negociación que crea que Colombia debe tener en cuenta en sus diálogos de paz con las Farc.
Creo que el primero es Sudáfrica. Su Comisión de la Verdad y la Reconciliación estableció un camino hacia adelante desde la atrocidad. El otro es el de Irlanda del Norte. El acuerdo de paz del Viernes Santo no resolvió las reclamaciones, pero sí estableció un asentamiento mínimo necesario para la paz funcional y creó una estructura política en la que los antiguos enemigos podrían empezar a trabajar juntos.
¿De dónde viene su interés por cubrir temas relacionados con la violencia, el conflicto y la tragedia?
De mis abuelos, que eran judíos del Este de Europa y huyeron de una terrible violencia. Y el accidente que tuve en 1994: era reportero de la delincuencia de EE.UU. y de ellos mismos fui víctima.