Rafael Pardo Rueda, director de la colectividad, analiza la presencia de Uribe en la política activa. Y asegura que sin el poder presidencial, sin televisión en directo y sin los cheques del presupuesto nacional, el impacto de sus “talleres democráticos” no será igual al de los consejos comunitarios.
Cecilia Orozco Tascón.- En todas las campañas electorales, y la de octubre no es la excepción, hay contradicciones ideológicas de los partidos por las alianzas que pactan. ¿Con cuáles hará coalición el liberalismo en octubre?
Rafael Pardo Rueda.- En la elección de hace cuatro años el liberalismo estaba en la oposición con el Polo Democrático. Sin embargo, hizo coalición con ese partido sólo en Nariño y ellos acompañaron a nuestro candidato en Santander. De resto, cada uno tomó su propio camino. En cambio hicimos coalición regional con colectividades uribistas. La realidad nacional de oposición no determinó la decisión de alianzas regionales, porque la dinámica local y los intereses de la provincia son distintos. En otras palabras, no se pueden trasladar las circunstancias de la política nacional a la política territorial.
C.O.T.- ¿Significa que ustedes se aliarán con cualquier partido?
R.P.R.- En esta etapa estamos trabajando en un proceso de unificación de candidaturas con Cambio Radical y aunque no es claro que podamos lograrlo en todas partes, tenemos la voluntad de hacerlo. En cuanto a los demás partidos, preferimos hacer coaliciones con los que están en la unidad nacional, pero no hemos cerrado la posibilidad de aliarnos con otros sectores fuera de la coalición, salvo el PIN.
C.O.T.- Si todos hacen coaliciones y quienes ganen las elecciones gobiernan dándole gusto a cada partido de la alianza, ¿qué sentido tiene aparentar que son ideológicamente diferentes?
R.P.R.- Hay una realidad política que se derivó de la elección popular de alcaldes y gobernadores hace veinte años: los partidos perdieron identidad, particularmente en los grandes centros urbanos. Hoy, los habitantes de las ciudades no votan por un partido sino por personas. Por eso, tres ex alcaldes de Bogotá, de tendencias totalmente distintas, pudieron fundar un partido. Incluso el círculo del expresidente Uribe propuso apoyar en Bogotá al precandidato verde que ni siquiera está en la unidad nacional. Por nuestra parte, en estas elecciones vamos a tratar de que los candidatos de coalición tengan un carácter liberal que se traduzca en actos de gobierno.
C.O.T.- Bueno, le va a quedar difícil a un gobernante de coalición inclinarse por la agenda liberal.
R.P.R.- En todo caso buscaremos que nuestro aval vaya acompañado del compromiso de cumplir unos propósitos liberales. En cuanto a los candidatos únicos del partido, ellos tendrán que rendir cuentas ante los ciudadanos que los eligieron sobre la forma como están usando los recursos públicos; y segundo, tendrán que desarrollar los proyectos liberales, por ejemplo, abriendo una oficina de atención a las víctimas y desplazados de su región; estableciendo un canal de comunicación con los jóvenes para la promoción del primer empleo; y cumpliendo generosamente con la ley de equidad de género.
C.O.T.- Al margen de la contienda electoral de octubre, ¿la intención de reunificación con Cambio Radical va en serio?
R.P.R.- Sí. Hemos hablado de la posibilidad de que haya una reunificación liberal con Cambio Radical a mediano plazo. Nos proponemos ser una sola fuerza política para las elecciones presidenciales de 2014. Todavía hay mucho camino por recorrer en términos de normas, estatutos, realidades políticas y demás. Pero estamos haciendo el trabajo en el Congreso para unificar las bancadas y, como le decía, para presentar candidaturas unidas en los comicios de octubre.
C.O.T.- Un grupo similar al liberal-radical está organizándose entre el Partido de la U y el Conservador. ¿Cuánta tensión hay entre los dos bloques de la pretendida unidad nacional?
R.P.R.- Es claro que hay tensiones entre el uribismo que pretende reclamar para sí las fuerzas de la U y del Partido Conservador, y los partidos no uribistas, o sea el Liberal y Cambio Radical. No hay fisuras graves, pero hay que admitir que se han presentado algunas dificultades por la intervención del expresidente Uribe en el proceso electoral. Sin embargo, no creo que haya plena satisfacción del Partido Conservador de quedar subsumido al uribismo ni que el Partido de la U, que tiene muchos orígenes, esté contento con que se ignore la identidad que ha querido construir para ser identificado, en una sola mazamorra, con los conservadores.
C.O.T.- A mí, por el contrario, me parece que la U y los conservadores están felices bajo la tutela del expresidente.
R.P.R.- No quiero significar que estén en contra de él, sino que esos dos partidos, teniendo su propia identidad, no quieren perderla por el rótulo de uribistas ni tampoco desean que sus electores tengan dudas de que ellos dependen únicamente de lo que decida su caudillo. Es por lo menos curioso que un partido de 160 años como el Conservador no actúe sino por los guiños de alguien tan importante como el doctor Uribe, pero que no pertenece a esa colectividad.
C.O.T.- Es raro que usted y Germán Vargas Lleras, jefes de dos partidos de la unidad nacional que hoy están alejados del expresidente, hayan sido tan uribistas e incluso hayan apoyado su reelección. ¿Será por esa doble condición que Uribe no los perdona y quiere ‘liquidarlos’ políticamente hablando?
R.P.R.- Esa interpretación no se me había ocurrido. En términos generales le podría decir que uno no puede hacer política pensando en enemistades, porque esa motivación empequeñece el ejercicio de esta actividad y a quien la practica de esa manera.
C.O.T.- Es obvio que la U y el Partido Conservador juegan del lado uribista. ¿Significa que a estas alturas son antisantistas?
R.P.R.- El uribismo tenía sentido político cuando Uribe era presidente. Está por verse si esa fuerza es suprapartidista y subsistirá ahora que hay otro jefe de Estado en ejercicio y que éste tiene un estilo totalmente diferente. Claro, hay gente que quiere prolongar esa ‘nube’ más allá del período de quien la inspiró. Lo que hay que averiguar es si esa fuerza se traducirá en realidad electoral y si sobrevivirá con independencia de su fundador, como ocurrió con el peronismo en Argentina; o si la popularidad del exmandatario consistía sólo en el poder de distribución de contratos, la entrega de cheques y el ofrecimiento de favores.
C.O.T.- Y entre esas dos opciones, ¿cuál escoge usted?
R.P.R.- Mi hipótesis es que se trata más de lo segundo que de lo primero. Creo que la popularidad del uribismo se debía a que el expresidente ejercía el poder para acrecentar su imagen usando los recursos del Estado. Pero la realidad electoral se conocerá más adelante.
C.O.T- ¿No cree que, salvo el Polo, la disputa regional de octubre parece darse sólo entre las fracciones de una única tendencia política teniendo en cuenta que los partidos de hoy son una amalgama del uribismo?
R.P.R.- Eso quisieran hacerles creer al país los amigos del expresidente. Él tiene legítimo derecho de participar en política, pero no es cierta la versión que quiere presentar su entorno en el sentido de que el uribismo y el no uribismo continúan enfrentados para que él siga siendo el centro de la discusión. La realidad política va por otro lado.
C.O.T.- ¿Opina entonces que el expresidente no va a tener éxito eligiendo mandatarios municipales y regionales?
R.P.R.- No quiero decir eso. Va a haber muchos amigos de Uribe que van a ser elegidos. Mi interpretación es que el dilema de estas elecciones no es el uribismo o el antiuribismo. Ese tema ya quedó superado y lo que le importa a la gente es si los gobernantes elegidos podrán resolverles los problemas de sus municipios y departamentos.
C.O.T.- Me da pena insistir, pero es obvio que el exmandatario intenta, ahora con mayor libertad de acción, crear una fuerza política regional casi personal, que puede terminar afectando las bases electorales de la U y del Partido Conservador.
R.P.R.- Sí, es cierto. Aunque no se pueda hablar de ruptura, sí hay un cambio importante en la actual agenda política. La idea que tiene el uribismo es, primero, la de posicionarse como la fuerza superior que unifica a los conservadores y a la U. Y segundo, la de perpetuar su proyecto que no es el mismo que está adelantando el presidente Santos. Es ahí donde se generan las tensiones. Pero la realidad es que, siendo que a todos nos parece muy importante el doctor Uribe, la unidad nacional sigue las instrucciones del presidente Santos.
C.O.T.- La actividad política de los “talleres democráticos”, antes llamados “consejos comunitarios”, las reuniones con los ex ministros y congresistas más cercanos del gobierno anterior, ¿pretenderán socavar el poder del presidente Santos?
R.P.R.- No creo que haya una intención expresa de hacerle daño. Puede tener consecuencias en términos de que afecte desarrollos específicos de la agenda de la unidad nacional, pero no será fácil: los talleres democráticos tienen más de talleres que de democráticos, porque allí van sólo a reparar la ‘maquinaria’. La base de los consejos comunitarios era la televisión y la repartición de cheques. En los talleres no hay ninguno de estos dos elementos. Hay una gran diferencia.
C.O.T.- Su pronóstico entonces es que no van a ser efectivos.
R.P.R.- Sí lo serán, pero para reparar la ‘maquinaria’, como le he dicho.
C.O.T.- Si el movimiento que está liderando el expresidente logra elegir, como parece, decenas de concejales, diputados y algunos alcaldes y gobernadores, ¿esa nueva situación política hará que Santos dependa más de Uribe?
R.P.R.- Estando en la Presidencia Uribe perdió dos veces la Alcaldía de Bogotá con el partido de oposición, el Polo Democrático, y no disminuyó su gobernabilidad. En la última elección las fuerzas gobiernistas no ganaron en las seis ciudades principales, salvo Barranquilla. Los alcaldes de Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena y Bucaramanga no pertenecían a los partidos uribistas. Y no ocurrió nada. Los resultados de las elecciones de octubre sí cambiarán el mapa político regional, pero no afectarán necesariamente el gobierno del presidente Santos.
C.O.T.- Tal vez no lo afecte en el presente, pero otra cosa ocurrirá en 2014. La composición política regional le servirá a Uribe, bien para intentar elegir a quien él designe, bien para decirle a Santos que si quiere ser reelegido, tiene que contar con él.
R.P.R.- No creo que el cambio del mapa político sea tan dramático ni mucho menos que el presidente Santos quede tan desarmado.
C.O.T.- El jefe de Estado ha dicho que no intervendrá en la selección de candidatos de ningún partido. Me sorprendería mucho que no lo hiciera. ¿Ve a Santos descuidando ese flanco?
R.P.R.- Recuerde la frase que dijo el presidente Santos, tío abuelo del jefe de Estado: se puede ser neutral, pero no indiferente.
C.O.T.- Ante el activismo político del uribismo, ¿ Santos le conviene más fortalecer sus lazos con la U y el conservatismo, o continuar estrechando su amistad con ustedes y Cambio?
R.P.R.- Hablo por el liberalismo: para nosotros lo ideal es la coalición como está: estructurada, institucional y queriendo darle al país grandes resultados en temas fundamentales. Además, está compuesta por los cuatro partidos que significan el 80% del Congreso.
C.O.T.- ¿A usted no le preocupa el unanimismo en política?
R.P.R.- Me preocupa, pero no se trata de un unanimismo derivado de un marco constitucional, como el del Frente Nacional, y tampoco hay tanta unanimidad: está el Polo Democrático y leo en la prensa a columnistas muy críticos de la administración.
La incógnita liberal
Cecilia Orozco.- ¿Cuál es la fuerza política actual del Partido Liberal en las regiones?
Rafael Pardo.- Tenemos 2.500 concejales en el país y 105 diputados. Es la colectividad política con el mayor número de elegidos en esas dos corporaciones. Y tenemos 8 gobernadores y 210 alcaldes.
C.O.- ¿Qué esperan de las elecciones de octubre?
R.P.R.- Aspiramos llegar a 3 mil concejales y aumentar en 15 o 20% el número de diputados, alcaldes y gobernadores.
C.O.- La gran incógnita de estas elecciones es la Alcaldía de Bogotá. ¿Cómo está el liberalismo de candidato para la capital?
R.P.R.- Estamos organizados con nuestro candidato y los otros partidos todavía no lo han logrado.
C.O.- Pero, para ser sincera, su candidato no tiene posibilidades de ganar.
R.P.R.- Cuando Uribe empezó su campaña también decían lo mismo.
C.O.T.- Con todo respeto, ¿David Luna está preparado para ser alcalde de Bogotá?
R.P.R.- David Luna ha sido un excelente concejal y congresista; además conoce perfectamente los problemas de la ciudad. Puede competir con los mejores candidatos.
“La unidad nacional no es un amarre inmodificable”
C.O.- ¿Al presidente Juan Manuel Santos se le está notando el corazón liberal o es pura estrategia del momento inicial de su gobierno?
R.P.R.- A mi juicio, su formación liberal ha salido a flote.
C.O.- ¿La reunificación de su partido con sectores de la U podría llegar, eventualmente, impulsada por el actual jefe de Estado?
R.P.R.- No puedo hablar por él, pero de parte nuestra no hay limitaciones. Tenemos la voluntad de hacer el ejercicio de reunificación con la U.
C.O.- ¿La actual unidad nacional podrá hacer tanto daño en algunos aspectos como el causado por el Frente Nacional?
R.P.R.- El Frente Nacional era una exigencia constitucional, o sea, una coalición obligada por la Constitución que duró 16 años en cuanto a alternancia presidencia, y 30, en la distribución del poder. La unidad nacional no es lo mismo, porque se conforma por la voluntad de los partidos y puede deshacerse de la misma manera. No estamos ante un amarre inmodificable.