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¿Tuvieron que hacerle a Maía un trabajo psicológico especial para que aceptara ser parte de “Canta conmigo”, la primera etapa de “A otro nivel”?
Sí me hicieron un trabajo psicológico importante, porque para mí ser jurado o ser alguien que debe dar un juicio es una de las cosas más difíciles del mundo. Eso no tiene que ver con que esté en una posición privilegiada o no, más bien es que creo que en el arte no hay cosas buenas o malas. Simplemente hay cosas que te gustan o no te gustan.
Entonces, ¿cómo la convencieron?
Es que al ver el formato de A otro nivel y al entender cómo iba a ser Canta conmigo, que incluía a cien personas dando con total libertad nuestros conceptos, no tuve una respuesta distinta a un sí rotundo. Creo que es más tranquilo que el rol de los tres jurados que deben decir: “Usted no pasa y usted sí pasa”. Aquí el que logra levantar a la mayoría de personas accedía a la siguiente etapa y listo. Ahora tengo que decir que más fue lo que aprendí que lo que logramos enseñar.
¿A partir de “Canta conmigo” se puede decir que en Colombia hay mucho talento por descubrir?
En Colombia hay una pluriculturalidad y una diversidad musical impresionante. Nuestra gente tiene una sonoridad especial y una capacidad rítmica que los noventa jurados de otros países reconocieron. Los brasileños, por ejemplo, estaban aterrados con la cantidad de elementos sonoros que tenemos en nuestro territorio. Eso lo hace sentir a uno, más que orgulloso, bendecido de ser de esta parte del mundo. Ver y escuchar a todos esos talentos apoderados y empoderados con nuestra música, eso no tiene precio.
¿Se sintió identificada con algunas de las historias que conoció en esta etapa de “A otro nivel”?
Cuando yo empecé en la música no había este tipo de concursos musicales televisados. Antes la cosa era sencilla: canta o no canta y ya. Al conocer las historias de los concursantes en un formato que no tiene edad, fue imposible no conectarse con sus casos, con sus sueños. Yo, por ejemplo, estudié ingeniería, pero siempre quise ser cantante y así escuché muchos casos.
Como artista, ¿qué buscaba en los concursantes de esta primera etapa?
En realidad, yo me fui a pasar rico en una fiesta de talento. Yo no viajé a Brasil a darle palo a nadie. Fui feliz con lo que simplemente me conectaba porque quería que los concursantes pusieran su capacidad y todo su ser al servicio de una canción. Encontré voces hermosas, pero un artista se hace a partir de que se pongan todas las herramientas en una misma dirección.
Su misión era ser líder del jurado, ¿eso qué representó?
Como líder de jurados si había un empate me tocaba desempatar, eso hizo que sufriera un poco porque es una simple percepción decir quién pasa y quién no. Además, tuve una pelea constante con un brasileño al que apodamos “El Doctor No”, porque a todo lo que yo decía que sí, él decía que no. Lo que él veía como obstáculo para pasar, yo lo entendía como una posibilidad para crecer en la industria de la música.
¿Va a tener otros roles en las etapas siguientes de “A otro nivel”?
No. Mi labor específica fue en la primera etapa de Canta conmigo. Fuimos diez colombianos en esta labor y, créanme, ya con eso tuve suficiente porque uno ya empieza a tener favoritos y la justicia se va complicando en nuestra tridimensionalidad.
¿Qué aprendió en “Canta conmigo”?
De las cosas más importantes que aprendí en la primera etapa de A otro nivel fue a gozarme la música desde una posición muy colombiana. Me siento muy satisfecha de ver tanta riqueza musical y ahí me di cuenta de que en este país somos muy especiales. Muchas veces no vemos más allá y no nos damos cuenta de que hay cosas en Colombia que no tienen par. Nos hace falta escuchar a los miles de extranjeros que nos dicen todos los días que se quieren radicar en nuestro país.
Usted ya ha tenido experiencia en concursos musicales y en “realities”, ¿qué tan diferente fue esta experiencia actual?
Con los años, cambia la experiencia de manera radical. No es lo mismo lo que hice en La voz porque ahí fui asesora vocal y mi posición fue un poco más cómoda. En ese entonces, yo aportaba todo mi conocimiento, el concursante se defendía y otras personas juzgaban, aquí no podías enseñar nada, solo juzgábamos. Fue un formato muy bello, pero muy exigente para mí.
¿Repetiría ese rol de jurado?
Sí... si estoy acompañada de 99 expertos. Para mí fue un reto, porque aprendí a perderle el miedo a ser jurado. Antes me daba tristeza que los demás pensaran que soy un verdugo y eso lo fui superando. A otro nivel, es un juego, no es vida o muerte. Es parte de un aprendizaje y muchas veces a mí también me dijeron: “No”.
¿Le tocó dejar algunos de sus proyectos musicales por cumplir con este reto?
Claro. Yo estuve tres semanas por fuera, pero no fue un sacrificio. Fue, más bien, trabajo personal, profesional y artístico que colmó por completo mis expectativas.