
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Manuel Drezner es el columnista más veterano de El Espectador... y él tiene plena certeza de eso. De lo que le surgen algunas dudas es sobre su condición como el columnista más antiguo de Colombia. Tal vez lo sea, y de ahí que se sienta, incluso en la actualidad, algo responsable de los contenidos musicales y culturales que se publican en los medios de comunicación. Por eso está pendiente de todo y su capacidad es tal, que en su cabeza circulan varios proyectos de manera simultánea y muy armónica.
Acaba de publicar el libro El día a día de la música y ya en su computador tiene un par de bocetos más en plena evolución, mientras otros tantos están en fila de espera en distintas libretas, que comparten con sus textos predilectos los anaqueles de su oficina en la empresa YoYo Music.
En El día a día de la música Manuel Drezner explora los detalles que rodearon el surgimiento de algunos de los personajes y de las obras más importantes de todos los tiempos, y comparte con sus lectores la magia que hay detrás de lo desconocido. No es una clase didáctica sobre los hechos y fechas relevantes, es “una guía para leer y consultar”, afirma repasando con su dedo el subtítulo de su más reciente publicación editorial.
Manuel Drezner comenzó a trabajar en El Espectador por invitación de don Guillermo Cano. Los dos estudiaron en el Gimnasio Moderno y en ese momento muy pocos redactores manejaban inglés como la segunda lengua. El idioma fue determinante para que nuestro columnista terminara cubriendo la información relacionada con los temas culturales.
Él es una fuente inagotable de detalles tanto de la historia y de la música, como de la vida cotidiana. Por ejemplo, recuerda con claridad su tiempo de redactor cultural en el periódico. “Desde mi puesto, veía cómo don Guillermo Cano antes de comenzar el editorial o alguna columna oprimía y desoprimía la tecla mayúscula de su máquina de escribir y si no se le ocurrían las palabras, presionaba la tecla de manera frenética. Esos eran tiempos en los que no colgaban lo que uno escribía y no había tantos problemas de espacio en las páginas”, cuenta con ironía, y después suelta una extensa carcajada.
Dice que no se las sabe todas. Más bien tiene la habilidad para identificar en dónde está la información solicitada y quién le puede ayudar a encontrarla. De esta manera sacó adelante su espacio de Preguntas y respuestas, que publicó durante varios años en este diario y en el que después de una larga investigación logró responder interrogantes como: “¿Adán tenía ombligo?”. Esa misma inquietud es el condimento que lo ha llevado a descifrar los datos curiosos que incluye en su columna El arte y la cultura, que publica actualmente en las páginas de este diario.
Para Manuel Drezner la historia no es un compendio de números. No es la recopilación de cifras, años y datos sin contexto. Es mucho más, porque representa un relato en el que se sincronizan sucesos políticos, sociales, económicos y culturales, pero, sobre todo, es la asociación de escenas vivenciales en torno al ser humano y a la música como una de sus manifestaciones más puras, más genuinas.
En los dos volúmenes de su exitoso texto Civilización y cultura a través de la música; en La cara humana de los músicos y la música; en Explorando el arte, que le surgió a partir de una experiencia en un museo con sus nietos, en El día a día de la música, y en sus demás publicaciones periódicas o editoriales, Manuel Drezder demuestra que la historia no es lineal, es más bien cultural, y de ahí la importancia de relatarla con respeto y con conocimiento.
Con la paciencia de haber esperado durante décadas la exhibición en Colombia de su ópera favorita y con la tranquilidad de haber visto la remasterización en video de sus películas más queridas, Manuel Drezner sigue opinando de la cultura en letras mayúsculas. Lo hace desde la pasión que le despierta el oficio y con la sabiduría de los 70 años que lleva publicando en estas páginas que siempre han sido suyas.