Eva Hudlicka trabaja en uno de los campos más novedosos de la informática: ingeniería cognitiva-afectiva. Se trata del desarrollo de máquinas capaces de interactuar con humanos, leer sus comportamientos y estados emocionales. Una de sus aplicaciones más prometedoras es la ciberterapia y la posibilidad de curar fobias. La presidenta de Psychometrix Associates da un vistazo al futuro de las máquinas inteligentes.
¿Qué debe predominar en nuestras vidas, las emociones o la razón?
La respuesta está en un punto intermedio. Las emociones son mecanismos que compartimos con otras especies y que nos permiten reaccionar rápido ante amenazas. Pero también pueden resultar terriblemente equivocadas. El punto de vista corriente hoy es que las emociones y la cognición son complementarias.
¿Qué es ingeniería cognitiva?
El ingeniero cognitivo diseña sistemas que se integren bien con las capacidades cognitivas humanas. Sistemas que complementen las debilidades humanas y refuercen sus fortalezas. Y la ingeniería cognitivo-afectiva intenta diseñar sistemas que puedan detectar emociones, por ejemplo cuando el usuario se estresa, y adaptarse.
¿Ya existen estas tecnologías?
Tecnologías así ya están desarrolladas y siendo usadas. Por ejemplo, en aviación. Existen sistemas que en una emergencia le ayudan a los pilotos a tener una idea de cuál sería la mejor reacción y tener una imagen general de la situación. En cuanto a la ingeniería cognitivo-afectiva, es una tecnología emergente que está en los laboratorios.
¿Una de esas aplicaciones es la ciberterapia?
Es un ámbito en el que estoy muy interesada. Es algo que está en pleno crecimiento. La mayoría de las aplicaciones en esta área son hacia las fobias. Utilizando realidades virtuales se pueden crear escenarios para que los pacientes vayan perdiendo el miedo a volar, a las arañas o a las alturas. Hay una clínica en Georgia que se llama Virtually Better, que está usando estos sistemas. Otra aplicación es crear agentes virtuales que son como humanos que están moviéndose en la realidad virtual, simulando algo, por ejemplo, ser un paciente en un hospital que puede ser utilizado para entrenar médicos.
¿Cree que podremos modular nuestros cerebros utilizando estas máquinas?
No muy pronto. Se demora. Creo que es posible hacer aplicaciones muy interesantes y útiles. Podemos traducir lo que sabemos de las emociones y su influencia con el propósito de desarrollar aplicaciones psicoterapéuticas, para enseñarle a la gente a reconocer y regular sus propias emociones.
¿Qué tanto nos falta por entender del cerebro emocional?
Es muy difícil saber lo que pasa exactamente en la cabeza. Se puede medir actividad en zonas como la amígdala y hacer una hipótesis sobre lo que significa, pero estamos lejos de saber por qué tomamos un plan de vacaciones y no otro o por qué elegimos casarnos con cierta persona, por ejemplo. Pienso que las cuestiones básicas seguirán siendo una pregunta abierta por mucho tiempo.
¿No será peligroso llegar a conocer los secretos de nuestras emociones?
Supongo que la respuesta es la misma que para cualquier desarrollo, se puede usar para buenos propósitos y para malos. Si aprendemos mucho sobre la toma emocional de decisiones, podría llegar a ser utilizado por los políticos para manipular votantes, por el mercado para manipular consumidores. Ya es una cuestión moral.
¿Tendremos máquinas capaces de experimentar emociones?
Es un tema del que me gusta estar al margen. Creo que las emociones están muy relacionadas con la manera como estamos construidos desde un punto de vista fisiológico. Pero no estoy segura de que puedas tener máquinas con sentimientos.