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Va a comenzar un proyecto con El Espectador. Se trata de un pódcast llamado “Corazón migrante”, ¿cuál es la historia detrás de esta idea?
Este proyecto lo estoy haciendo con el corazón. Por mi trabajo en distintos medios he tenido la oportunidad de viajar mucho y a todas partes donde llegaba, siempre me escribía un colombiano diciéndome que me conocía por mi labor en la W y eso me parecía mágico. Ahí me surgió una pregunta: ¿cómo toma la gente la decisión de irse si yo nunca me he querido ir de Colombia? Por eso, antes de que la gente opinara sobre el tema del día, yo les preguntaba por las razones que tuvieron para irse a hacer una vida por fuera. Las historias con las que me he encontrado son maravillosas y de ahí sale el pódcast Corazón migrante.
Pero usted finalmente sí se fue Colombia...
Claro. En una oportunidad recibí una llamada en la que me decían: “Julio Sánchez Cristo te quiere mañana en la W y ya tenemos tu tiquete listo”. Ahí tomé la decisión de cerrar mi casa y salir para el aeropuerto, porque necesitaban una productora en Miami. Eso también me motivó a diseñar el proyecto, porque yo quería entender los motivos de la gente para empacar maletas y establecerse en otro país.
¿Cuáles son las historias que vamos a escuchar en “Corazón migrante”?
Habrá todo tipo de historia, porque las razones que tiene la gente para irse del país son múltiples. Me encantan las historias de la gente que viaja por amor, pero también encontramos otras motivaciones, como el trabajo, la difícil situación económica, la soledad y también la condición sexual.
¿Se ha sorprendido con lo que se ha encontrado durante la realización del pódcast?
El proceso ha sido maravilloso. Me he encontrado con colombianos que me dicen: “Ni loco vuelvo al país”, pero de la misma manera también he hablado con personas que me dicen: “¿Vienes de Colombia? ¿No te trajiste una arepita o un ajiaquito?”. El gran resumen de todo es que sí te puedes ir del país, sí puedes triunfar, pero siempre, quieras o no, vas a tener una conexión con Colombia.
¿Qué tanto ha cambiado “Corazón migrante” desde la idea inicial?
El producto ha cambiado mucho desde su concepción. Inicialmente, yo quería hacer las historias cara a cara, pero eso significaba una inversión considerable en tiempo y dinero, así que en el proceso me fui encontrando con casos diferentes de colombianos en otras partes que ameritaban ser contadas. Por ejemplo, en China encontré a un músico que hace vallenato en chino y le canta al público de allá en ese idioma. Esa historia tenía que conocerse y por eso lo entrevisté a través de medios digitales. Ahora le estoy sacando todo el provecho a la tecnología y la única condición es tener una excelente calidad del sonido.
¿El pódcast lo tiene estructurado por series, por entregas?
Nosotros (es decir, El Espectador y yo) empezamos el proyecto con ocho episodios, y puedo decir que he tenido la fortuna de trabajar con mucha libertad en esta casa periodística. En verdad, el diario me abrió las puertas sin conocerme.
¿Hay algún formato establecido para contar las historias de “Corazón migrante”?
No. Hay historias en formato de crónica o documental, mientras que hay otras a modo de entrevista, porque el personaje tuvo una muy buena charla conmigo y vale la pena que se escuche en esencia. Me ha pasado mucho que hago todo un episodio, lo escucho y no me gusta el resultado final.
¿Qué ingredientes ha encontrado en el pódcast que no halló en sus emisiones al aire en la radio hablada?
El pódcast es un hijo de la radio y en la actualidad podemos decir que es un heredero exitoso de las emisoras. En este formato he encontrado la oportunidad de hacer algo inmediato si quiero hacerlo, pero si aparece un tema que merece ser desarrollado con calma, también funciona, así que es muy versátil. Tal vez lo más importante que aporta el pódcast es la cercanía con el público.
¿Le hace falta estar en vivo en la radio?
Me hace mucha falta estar al aire. La radio es mi amor.
¿Cómo arrancó en la radio?
No tuve papá, pero siempre le decía a mi mamá que quería hacer lo que hacían los periodistas, sin siquiera saber qué era lo que hacían realmente ni cómo se llamaba esa profesión. Pasé por varios colegios y en todos fui la encargada de montar la emisora. Luego, cuando quise buscar a mi papá, quien ya había muerto, me mostraron un audio de él imitando a un locutor deportivo, porque ese era su sueño. Él lo cumplió a través de mí.
¿Cómo llegó a la W?
Llegué de la misma manera en que he llegado a todos lados: tocando puertas y diciendo: “Déjeme entrar que yo ahí me mantengo”. Llegué a hacer un reemplazo durante unas vacaciones y luego me dijeron que me quedara con el turno. Allá también me dieron libertad y creé un formato. Cuando llegué se llamaba Madrugadas W y lo cambié a Amanecer W.
¿Qué quiere que pase con “Corazón migrante”?
Quiero que todo el mundo lo escuche y que la gente tome estas historias como un ejemplo de vida, y que entendamos de una vez por todas que no hay límites. Además, me gusta dejar claro que cuando estamos fuera, valoramos más a Colombia.