Una alcaldada.
La crítica a Montecristo y el Himno Antioqueño.
¿Medellín es una ciudad segura?
Más segura que en los noventa, con grandes desafíos para consolidar la convivencia.
Pero uno tiene la sensación de que se disparó el índice de delincuencia.
Sí, hay más homicidios y eso nos preocupa. Pero hay quienes quieren exagerar la nota por la campaña electoral.
¿Por qué será que los desmovilizados ahora no lo quieren ni ver?
Porque no les tolero las torceduras.
Los ex ‘paras’ le han dicho corrupto, borracho, politiquero ¿cuál es la pulla que más le ha dolido?
De esos enemigos, los ataques son elogios.
¿El toro resultó más difícil de lo que imaginaba?
Bravo el toro, buena la corrida.
¿Y se arrepiente de haberlo lidiado?
Me siento prestando un servicio civil, lo hago con amor y entusiasmo.
¿No es irónico haber hecho un modelo exitoso para otro alcalde y tener que gobernar cuando demuestra falencias?
Las fisuras y la necesidad de ajustes son lo propio de los procesos sociales.
¿Verdad que la oficina de Envigado ahora parece un complejo industrial?
Los reinados en el mundo del crimen ahora son efímeros, a pesar del poder de los ilegales estamos lejos de lo vivido en otros tiempos.
¿Qué tan fajardista es ahora?
Igual que en 2000. Nos une la convicción de que Colombia necesita modernización, equidad y ética.
Pero andan como distantes…
Nada. Cada uno haciendo lo suyo, con encuentros ocasionales, muy fructíferos.
Un aliado incondicional.
Alveiro, un ventero informal que conocí cuando fui secretario de Gobierno. Y doña Lina, como ella es.
¿Al fin nacimos para semilla?
La canción de salsa dice: “este mundo no es para quedarse pero no hay otro para mudarse”.
El problema más grande de Medellín.
El mismo de Colombia: nuestro Thanatos.
¿Y del país?
La incorregible asociación de la pasión, el amor, la tristeza, los sueños… con la muerte.
¿Qué le falta por aprender?
Casi todo. Me declaro aprendiz.
¿Qué le gustaría inventarse?
Un antídoto contra la violencia. Que resista virus ideológicos y amores que maten.
El mejor periodista colombiano.
Germán Castro Caycedo, quien abrió una trocha por la que muchos han caminado.
¿Cómo está la salud del periodismo en el país?
Se ha instaurado cierto tono de tribunales que engaña. Para enjuiciar se necesita ética.
¿Después de la Alcaldía de Medellín qué vendrá?
Me sueño de reportero descalzo escribiendo historias.
¿Periodista, escritor o político?
Me defino y me da identidad ser periodista. Es el oficio de mi vida.
¿Qué tan largo es el ratico que estará prestado a la política?
Termino mi alcaldía con dedicación y vuelvo a escribir.
Un político admirable.
Luis Carlos Galán.
¿Y el que más la ha embarrado?
La lista es larga.
¿Cómo acabar con la violencia en el país?
Más Estado legítimo, menos corrupción, más tierra para los pobres, menos concentración de la riqueza, más sentido de ciudadanía con deber, todo eso es igual a una sociedad con posibilidad de crecimiento con convivencia.
Lo más difícil de gobernar la capital antioqueña.
La turbulencia que se armó con las extradiciones y las fracturas del mundo criminal. Espero que las olas empiecen a bajar.
El próximo gran proyecto en Medellín.
Los tranvías del oriente y del occidente.
¿El mejor alcalde del país?
Hay una generación de alcaldes independientes, juiciosos, honestos, que están haciendo historia. Incluida una mujer.
¿Y ex alcalde?
Fajardo retomó lo mejor de Mockus y Peñalosa.
Lo mejor de su gestión.
Me gusta la integralidad, donde la modernización y la competitividad no se opone a la lucha contra la pobreza.
¿Y Medellín sí es la ciudad más educada?
Sin duda caminamos hacia la democratización del conocimiento como palanca de equidad.
Su libro de ficción preferido.
Pedro Páramo.
¿Y cuál fue el último que leyó?
Una novelita lumpen del chileno Bolaños.
Su escritor favorito.
Rulfo.
¿Cuándo pone en práctica sus conocimientos de medicina veterinaria?
Tenemos la enorme y necesaria capacidad del olvido. Nada sé de la bioquímica, y la fisiología que estudié. Sólo recuerdo que hasta la anatomía de los perros dice de dónde venimos.
Su inspiración al escribir.
Mucha reporteria, entrevistar con el alma, diario de campo con muchos detalles.
¿Y al gobernar?
Escucho mucho. La lucha contra el tiempo, me impulsa a trabajar sin descanso.
¿Qué lo irrita?
El que no se actué sobre los problemas.
¿Cómo se calma?
Con María, mi hija.
Una anécdota de su infancia.
A los siete años caminaba descalzo, por caminos fríos. Con la neblina sin despejarse.
¿Es cierto que tiene una especial atracción por los personajes de la literatura marginales y vinculados al mundo del crimen?
Sí, lo que más se conoce de lo que he escrito es sobre lo Héctor Abad Faciolence llamó la Sicaresca.
¿A qué se debe esta simpatía?
Me crie en el campo y en barrios populares, me toco vivir una ruptura histórica. Pasamos de los jóvenes temerosos de la muerte a una extraña fascinación con el matar y el morir.
¿Este encanto le ha servido para crear estrategias dirigidas a combatir la violencia en Medellín?
Cuando actúo con la razón sí. Pero debo reconocer que en ocasiones me he dejado llevar por el corazón, que no siempre es buen consejero.
¿Sobre qué escribirá su próximo libro?
Pienso mucho en todos los que hicimos gallada en la esquina de la calle 35 con carrera 85c. Una veintena de muchachos que tomamos rumbos disímiles.
¿Cómo quiere que lo recuerden cuando salga de la alcaldía?
Por haber modernizado Medellín y haber logrado la atención integral a los niños desde antes de nacer.
¿La crónica que más le gustó de su libro?
El relato del sacerdote sobre los rituales religiosos de la violencia.
¿Qué es mejor, la realidad o la ficción?
La magia de Truman Capote y el periodismo de García Márquez.
Cuando investigó la vida de Pablo Escobar para escribir su libro ¿Qué fue lo que más le llamó la atención?
Como una persona podía ser tan buena, según algunos, y tan mala, según los hechos.
¿Qué le falta a la literatura nacional?
De los abundantes dramas locales y de nuestras peculiaridades elaborar dramas universales.