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“No nos montamos en el tren ganador”

Napoleón Franco, el más reconocido investigador de comportamientos políticos, le sale al paso a la polémica sobre la validez de las encuestas.

Cecilia Orozco Tascón

17 de abril de 2010 - 09:00 p. m.
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Responde las críticas del presidente del Consejo Electoral, admite que hay firmas y estudios poco serios y habla de la responsabilidad de los medios cuando divulgan los resultados.

Cecilia Orozco Tascón.- El presidente del Consejo Electoral dijo la semana pasada que está “preocupado por la distorsión de la realidad electoral presidencial por cuenta de las encuestas…”. ¿Qué opina de esa opinión tan fuerte?

Napoleón Franco Armenta.- No creo que haya mala intención, pero no se puede generalizar diciendo que las compañías de encuestas “distorsionan” la realidad. Esa es una opinión que no tiene fundamento y hace mucho daño. Las encuestadoras debemos tener la mejor relación con el Consejo. Sin embargo, no se puede perder de vista que está conformado por profesionales del Derecho. Sólo en los países más avanzados hay investigadores que asesoran a los juristas. México es un caso único porque uno de los integrantes de la entidad electoral tiene que ser especialista en metodología de la investigación social. Si el CE colombiano contara con asesoría técnica, habría mayor entendimiento.

C.O.T.- De todas maneras, se sabe que algunas encuestadoras no son tan responsables como debieran. ¿Lo admite?

N.P.A.- Sí, lo admito. Colombia tiene récord de compañías de investigación de mercados registradas en el CNE: alrededor de 72 empresas. Y de ellas, diría que un 92% son propiedad de políticos activos.

C.O.T.- Entonces se justifica la creencia de que los encuestadores manipulan los resultados.

N.P.A.- Es necesario precisar que las firmas que adolecen de ese problema son en su mayoría pequeñas empresas de provincia. Y también, que casi nunca sus encuestas son divulgadas por los medios serios porque éstos, en general, no difunden resultados de compañías que no reconocen. Sin embargo, menciono el tema porque el registro en el CNE no es estricto. Al contrario: es un trámite muy fácil de hacer. Por ejemplo, una vez nosotros mandamos a investigar dónde quedaba una empresa de encuestas que, según el registro oficial, tenía oficinas en el Llano. Cuando se verificó la dirección, había una bodega de productos agrícolas.

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C.O.T.- ¿Diría que las autoridades electorales se limitan a hacer advertencias?

N.P.A.- Tenemos muchos prejuicios de parte y parte. En esta actividad hay un trípode compuesto por productores, reguladores y divulgadores. Nunca hemos podido llegar a un acuerdo de regulación que nos cubra a todos. Las compañías de investigación contamos con unos principios generales que algunas cumplimos. Otras no lo hacen. Somos muy pocos los que intentamos tener reglas de juego claras en relación con los medios. Y el Consejo Electoral va por otro lado. El presidente de ese órgano dijo que iba a invitar a las encuestadoras a un encuentro para hacer claridad. Este es el momento en que no he recibido la invitación.

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C.O.T.- El magistrado Hincapié declaró algo más puntual: “esta no es fecha para estar haciendo opinómetros”. Y añadió que “las encuestas tienen que ser mucho más serias y profundas” ¿Cree que ese estudio que se hace en el término de horas y por teléfono es válido?

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N.F.A.- Carece de validez científica. Aprovecho su pregunta para insistir en que hay que buscar la colaboración de los medios para que les enseñen a las audiencias a leer correctamente los resultados. En Colombia se ha avanzado en diferenciar el término sondeo como un estudio más superficial y encuesta como una investigación con mayor seriedad. Pero aún falta que los resultados de uno y otra se distingan cuando se hace la presentación periodística.

C.O.T.- ¿Entre qué y qué?

N.P.A.- Un estudio pueda ser calificado como científico social y, en consecuencia, ser presentado como válido, sobre todo en época electoral, cuando se cumplen rigurosamente los requisitos metodológicos. Los periodistas deben cuidarse de presentar, como si fueran reflejo de la realidad total, los resultados de un sondeo rápido. En éste, la premura hace posible que las preguntas puedan estar en posición incorrecta, no tener la formulación neutra que requieren y no contener el fraseo adecuado. Además, no hay tiempo para revisar meticulosamente los resultados.

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C.O.T.- ¿Cuál es el orden correcto de las preguntas y cuál la redacción que no induce las respuestas?

N.F.A.- El orden correcto de las preguntas está determinado por el proceso mental del encuestado: usted tiene que empezar por la información más general y va llegando a la específica. Si empieza al revés, es decir, preguntando lo concreto, puede inducir respuestas. Por ejemplo, al principio se le dice al encuestado: “¿Usted sabe que Mockus y Fajardo se unieron en un solo movimiento?”, y después se le interroga: “¿Le parece interesante la unión de los ex alcaldes?”. Y por último le pregunta: “¿Por quién va a votar?”. Con ese orden, el encuestador indujo la respuesta.

C.O.T.- ¿Por qué el resultado de las encuestas afecta tanto el proceso electoral en Colombia? ¿Sólo por efecto de su excesiva divulgación?

N.F.A. – La pregunta más frecuente que se me hace es si las encuestas influyen o no en el elector. Claro que influyen. Cuentan con tanta influencia como la que ejercen los medios, porque todo estímulo externo tiene un grado de influencia. Las encuestas son un estímulo, pero éste es un insumo más entre las decenas de influencias a que se somete un elector, por ejemplo, un artículo de una revista, un análisis de un periódico o un debate en televisión. Pero ojo, es equivocado afirmar que “todo el mundo se quiere montar al vagón del ganador” y que por eso la gente se desliza hacia el candidato que aparece punteando en las encuestas.

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C.O.T.- Pero parece que fuera cierto, porque muchos electores actúan como les han enseñado: por ‘pragmatismo’.

N.F.A.- Esa creencia no está comprobada científicamente. Entre los muchos experimentos que se han realizado en Europa sobre ese punto, me acuerdo de un caso tipo: dos perros se enfrentan y uno va ganando. Medidas las reacciones de quienes veían la pelea, se encontró que el 50% de ellos se iba con el débil y el 50% prefería al fuerte. No es cierto que todos somos arribistas y que queremos montarnos en el tren ganador.

C.O.T.- ¿Entonces es un mito que el que se vislumbra como ganador cuenta con deslizamientos espontáneos de los votantes?

N.F.A.- Sí, es un mito. De hecho, lo que acaba de pasar en una de las consultas internas lo demuestra: la gente votó por quien iba atrás. Es el efecto contrario al que se anuncia: como éste va ganando, yo voto por el que va perdiendo. Y ganó la que se daba por perdida.

C.O.T.- ¿Es posible, válido y correcto que una firma encuestadora repita su estudio cuando los resultados son inesperados?

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N.F.A.- Depende. Si la encuesta está bien ponderada y tiene concordancia con las tendencias registradas anteriormente, se sabe que todo está bien. O si hay dudas por falta de coherencia y lógica, se puede pedir una anulación parcial. Pero si el caso al que usted se refiere es el que contaron los medios la semana pasada, o sea que se terminó una encuesta, se tabularon los resultados y después de entregado el sondeo a quienes lo pagaron la volvieron a repetir, no es correcto técnicamente hablando, ni el método es válido. En caso de que se detecte un error grave, es mejor suspender la encuesta.


C.O.T.- Pues la revista Semana dijo que hubo una empresa que hizo exactamente eso, aunque ella lo negó después.

N.F.A.- Un tipo de conducta como ésa confunde a las audiencias, enfurece a los candidatos, genera dudas y obliga a los órganos de control a intervenir. Menos mal que el Consejo tomó esa decisión, porque hay gente que dice que a las encuestadoras no las regula nadie. Claro que están reguladas desde hace veinte años.

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C.O.T.- Me parece que hay encuestas o sondeos que aunque sean serios se sobredimensionan a la hora de divulgarlos. ¿Eso es parte del problema?

N.F.A.- Sí. Ese fenómeno puede ocurrir cuando en la presentación pública de los resultados se amplía el área de cubrimiento de la encuesta. Por ejemplo, si se ha medido el comportamiento electoral en cuatro ciudades, es necesario especificar que el resultado sólo es válido para esa población. De lo contrario se extiende su valor al universo electoral y eso puede ser delicado.

C.O.T.- Siendo sincera con mi área profesional como usted lo es con la suya, no recuerdo que exista ese rigor informativo en los medios.

N.F.A.- Yo tampoco. Hay unos titulares impresionantes que confunden a todo el mundo.

C.O.T.- ¿Las percepciones que surgen después de que se divulga una encuesta son producto del resultado mismo del estudio o del tipo de divulgación que se le dé?

N.F.A.- De los dos factores. Pero lo más importante es comprender que cuando las encuestas están hechas científicamente, revelan una tendencia real. Es como la cuchara que se introduce en la sopa para saber si está muy caliente: anuncia la temperatura. Y nunca hay que perder de vista que lo que miden las encuestas es la intención de voto. El desenlace final es el comportamiento que se presenta a la hora de votar. Lo que quiero decir es que las encuestas miden intenciones y con el voto se mide el comportamiento. Son dos cosas muy distintas.

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C.O.T.- ¿Cuánta responsabilidad pueden tener los medios cuando la confusión parece nacer de la profusión de datos y encuestas?

N.F.A.- Si la intención de las firmas encuestadoras y medios es profesional, honesta y sana, los resultados y su divulgación serán objetivos. Si por el contrario hay algún tipo de interés político, los resultados serán sesgados y se titulará en letras mayúsculas una cosa mientras se minimizan o eliminan otros datos. Los códigos de ética nos comprometen tanto a los productores de la información como a sus divulgadores.

C.O.T.- ¿Cree que la forma como se han divulgado sus encuestas en el pasado ha sido objetiva o le ha sucedido que algunos medios manipularon los resultados?

N.F.A.- Respondo por mi experiencia personal y la reputación corporativa de mi compañía: tomamos la decisión de no divulgar una encuesta hecha por nosotros si no es con un medio o una alianza de medios que respete por igual las dos profesiones: la nuestra y la de ustedes.

¿Censura previa?

Cecilia Orozco T.- El presidente del Consejo Electoral dijo que las encuestadoras van a tener que “someter las preguntas que hagan a revisión del Consejo antes de que realicen los sondeos”. ¿Qué opina de este control previo para su actividad?

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Napoleón Franco A.- Si se llegara a aceptar que hay que someter previamente el instrumento de nuestra actividad profesional, que en este caso es el cuestionario, a control y a posibles cambios de acuerdo con el criterio oficial, estaríamos siendo sometidos a censura y el derecho a la información electoral también. Estoy de acuerdo en que haya una regulación estricta sobre la materia y que estemos obligados a enviar los hallazgos de la encuesta al Consejo. Pero en ningún país del mundo, que yo sepa, se exige mandar el cuestionario antes de hacerla.

C.O.T.- Puede ser que el presidente del Consejo esté equivocado sobre la ley electoral (130 de 1994), porque dijo que allí se había establecido esa obligación…

N.P.A.- La ley dice que todo estudio que se haya hecho y divulgado debe incluir su ficha técnica y que debe enviarse al Consejo para su examen. Pero en ninguna parte se estipula que el cuestionario tiene que pasar por un filtro y aprobación antes de iniciar el trabajo. Creo que lo informaron mal.

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Petro vs. Ipsos-Napoleón Franco

La firma Ipsos-Napoleón Franco y una alianza de medios revelaron el viernes pasado la encuesta más amplia que se haya hecho en esta campaña. Pero Gustavo Petro le pidió al Consejo Electoral que la revisara por presunta “manipulación” de los datos. Su extrañeza radica en que dos candidatos (Jaime Araújo y Jairo Calderón) que antes aparecían con 0% de intención de voto, pasaron a tener en la última encuesta un porcentaje superior (5%) al del aspirante del Polo. Según Petro, para que un elector vote por alguien “necesariamente debe tener una imagen favorable de él”. Y añade que en el caso de Araújo y Calderón, la intención de voto es mayor a la imagen favorable. A esta objeción, Napoleón Franco contestó: “las variables ‘intención de voto’, ‘imagen favorable’ y ‘voto’ actúan en planos diferentes: la primera es del área del conocimiento; la segunda es emocional y la tercera es del comportamiento. Por eso no tienen correlación exacta. En la misma encuesta, Noemí Sanín aparece con el porcentaje de imagen favorable más alto de todos los candidatos. Pero en intención de voto está en tercer lugar. De otro lado, los porcentajes de los candidatos a los que se refiere el doctor Petro se encuentran en la franja del margen de error, que es de 3,7%. Por eso, esos resultados no son raros”.

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Por Cecilia Orozco Tascón

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