Para Alejandra Borrero hoy no hay nada que festejar. “Este debería ser un día de reflexión. De pensar en esta locura de traer hijos al mundo”. Lo suelta como si estuviera interpretando el papel más importante de su vida, con mucho de seriedad y algo de tristeza. Y aunque todas las mujeres sueñan con ser madres, reza el viejo adagio, la actriz y artista es una de las tantas que rompen con este esquema. Con el estereotipo.
A sus 56 años y con una larga carrera profesional, no se arrepiente de las decisiones que tomó en la vida. No tener hijos fue una de ellas, una de las más difíciles e importantes. “Yo quise ser madre, más que todas las madres que hay en este país. Pero decidí que no y es lo más responsable que hecho en la vida”. Baja su voz ante la posible mirada de alguien. Tiene tan claro su discurso como si se lo hubiera aprendido del mejor guion de Broadway.
La fundadora y corazón de Casa E, antes conocida como Casa Ensamble, su propia casa de artes escénicas, recuerda que su cuerpo, como si estuviera programado genéticamente, le pedía a gritos tener un hijo. “A mis 30 años posiblemente mi reloj biológico empezó a golpearme dentro, de una manera impresionante, sentía que me decía: ‘vamos a tener hijos, estamos listas, este es el momento, vamos, ¿dónde están los hijos?’, y yo era como ‘¡Dios mío!, ¿qué voy a hacer?’”. Sonríe con algo de ingenuidad.
La realidad del mundo, en especial la de Colombia, donde se regalan, venden y botan niños todos los días, reforzaban su idea de no ser mamá. Pensaba en su futuro, en su carrera profesional y en la vida que podría llevar una persona bajo su responsabilidad.
“Yo trabajo tanto que no quiero traer un hijo para que esté solo en una casa, sentado esperando a que termine ensayo a las 11 de la noche. No quiero, yo los he visto, he visto tantos niños durmiendo en las silleterías esperando a sus padres, que no quisiera ese tipo de vida para un hijo mío”, se repetía constantemente hace 15 años.
El 50,5 % de los niños en Colombia son de embarazos no deseados, según la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud (Ends 2015), la cual se realiza cada cinco años y recopila datos sobre la salud sexual y reproductiva de los colombianos. Ante estas cifras, que ella misma repite, cree que hizo bien, afirma que este mundo no merece esos niños. “Es triste que más de la mitad de los pequeños de Colombia son no deseados”.
Habla de su madre como una heroína, como el referente que uno tiene en la vida. “Mi madre es una mujer poderosa, maravillosa e increíble que me ha dado todas la lecciones, buenas y malas, las fuertes y las amorosas, un ser de luz que hizo que yo pudiera ser la mamá que soy ahora, para todo el mundo”.
Borrero, quien ha interpretado 40 o más papeles en su carrera como actriz, ha tenido que luchar con ella misma, con los personajes que tiene que encarnar todos los días. En las clases frente a sus alumnos, en los sets de grabación y hasta en la calle. Pero lo más difícil, como ella misma lo asegura, es lidiar con los prejuicios.
“Posiblemente lo que más nos duele a los seres humanos es que nos encasillen, que nos pongan un rótulo, que nos digan lo que somos. Yo nunca he sido una sola cosa, por eso nunca he defendido una sola lucha. No me considero solamente gay, me considero mujer, me considero emprendedora, una mujer de artes, una mujer que tiene grandes intereses en muchas otras cosas”, asegura la artista. La pasión se apodera de sus respuestas. Mueve las manos con inquietud, se acomoda el cabello.
Sus luchas se han sentido. Campañas como “Ni con el pétalo de una rosa”, la que inició con 300 muñecas de trapo blanco, como metáfora, y que luego se convirtió en festival, la han convertido en una líder o, como ella misma se cataloga, una inspiradora. “Yo siempre les digo a mis profesores ‘más allá de lo que enseñan, inspiren a esos muchachos, para que se vuelvan creadores, para que realmente le pongan pasión al arte’. Pues solo cuando tienes ese impulso y esa pasión, es cuando profundizas”.
Recuerda a grandes líderes del mundo teatral que la ayudaron en su formación profesional. Uno de ellos es Carlos Mayolo, quien se desempeñó como director, guionista y actor de cine colombiano. “Él fue para mí un genio que con sus palabras era capaz de llevarme a mundos increíbles. Y yo creo que uno solo puede seguir a gente que admira, a gente que de alguna manera le pone la vara un poco más arriba de lo que hasta ese momento ha hecho”.
También trae a colación a Fanny Mikey, a quien le agradece por su apoyo y por haberle enseñado del oficio. “Este lugar no hubiera sido si yo no hubiera estado al lado de ella por mucho años, si no hubiera visto su ingenuidad, su locura, su capacidad de confundirse, de errar y de lograr algo tan maravilloso como lo que hizo. Por eso cuando hicimos esta casa dije ‘si Fanny, que era tan díscola, lo logró, ¡Dios mío!, yo también lo puedo hacer’”.
En su casa de artes escénicas, la que construyó con esfuerzo, corre a velocidades que ni ella misma se imagina; es quizás el factor que le ha impedido ponerles cuidado a los fracasos. No se ha dejado acabar. “En esta casa corremos tanto que muchas veces no ensalzamos nuestras victorias, y mucho menos nuestros fracasos. Fracasar es, como decía nuestro técnico, ganar un poco, y sí lo es, porque ganas en experiencia y en conocimiento”.
Alejandra siente que se ha realizado en todos los sentidos, pero no como madre, madre de útero. Se considera una mamá universal. “Yo asumo mis procesos, soy madre de mis alumnos, soy madre de esta casa y de todos ellos. Cuando no estoy lo puedo sentir, porque ellos patalean, lloran y se sienten solitos”.
Habla con tristeza del Día de la Madre. Expresa lo que muchos medios aseguran: “este es el día donde más violencia hay en el país”. Según cifras del Distrito, hubo seis homicidios durante el fin de semana del Día de la Madre en el 2017 y 42 personas resultaron lesionadas en medio de accidentes de tránsito.
Finalmente, y con un tono de voz más delicado, les habla a las mujeres y a los hombres del país. “Perdurar no vale la pena, tratar de perdurar en el tiempo a través de los hijos es una locura. Somos seres mortales y por eso nos morimos y si fuéramos perdurables viviríamos más tiempo”.
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