“Este es un formato pensado por mujeres, pero no es solo para mujeres. Es un club para todos”, dice Catalina Guzmán sobre “Oh Diosas”, un formato dirigido por Jorge Mario Escobar que se está presentando en el Teatro Nacional y que protagoniza junto a Aída Bossa, Chichila Navia y Viviana Bernal. Antes de entrevistarlas, fui a ver la obra con una amiga cercana. Admito que no tenía mayor expectativa, pero la realidad fue que duré dos horas riéndome de mis desgracias escuchándolas a ellas.
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Fui a la primera función de la temporada. Todos estábamos a la expectativa de lo que prometía ser un formato diferente, interactivo, divertido e irreverente. Cuando llegamos, antes de entrar al teatro había un par de actividades que hicimos con Paula, mi amiga. Una de ellas era, en frente de un celular, hacer una pregunta para que las “Oh Diosas” la respondieran en escena. Mi acompañante preguntó: “¿Cómo hago para dejar de ser tan chismosa?”, nos reímos pensando que era muy poco probable que la pregunta saliera al aire.
No tenía claro el enfoque de lo que íbamos a ver, y esa era la idea. El teatro se llenó, no quedaba un solo puesto libre y todos estábamos esperando el inicio de lo que sería una de las conversaciones más íntimas que he tenido en mi vida, con más de 250 personas alrededor. Las luces se apagaron y el silencio invadió el lugar, hasta que apareció Diana Vivas, la presentadora de este show. Dijo que nos preparáramos, porque los personajes que estaban a punto de salir a escena no eran exactamente personajes. No entendí.
Las actrices Aída Bossa, Chichila Navia, Catalina García y Viviana Bernal se subieron al escenario y se sentaron en las cuatro sillas que estaban en la tarima. Cada una se presentó y la charla comenzó. El tema para esa función era la adolescencia, y todas empezaron a contar cosas que vivieron en esa etapa de su vida. No parecía libretado. La conversación, entre amigas, involucró al público. “En ‘Oh Diosas’ nosotras podemos ser en libertad, compartir experiencias de vida, jugar, pasarla bien y ponernos al servicio de lo cómico. Nos reímos de nuestros momentos patéticos, de las otras y de nosotras mismas sin ningún problema”, dice Viviana Bernal.
Todo eso fue cierto. Todas lucen naturales y genuinas. Los comentarios, las ocurrencias y la personalidad nos hicieron reír la mayor parte del tiempo. El formato se divide en varias secciones y cada una tiene una dinámica que involucra a los asistentes: stand up, conversación, juegos, improvisación. En una pantalla grande que estaba justo detrás de las protagonistas, comenzaron a salir los videos que varios de os asistentes grabaron antes de la obra. Mi amiga estaba nerviosa. “Quiero preguntarle a las ‘diosas’ ¿cómo hago para dejar de ser tan chismosa?”. Fue la primera pregunta en salir, y por una falla técnica, se repitió más de tres veces. Paula no sabía qué hacer, la gente que estaba alrededor la miraba con curiosidad. Las ‘diosas’ le contestaron basadas en sus propias experiencias, la aconsejaron y al final le dijeron: “No gastes energía en cosas que no te aportan o que no puedes controlar, eres muy linda para eso”.
En la entrevista les pregunté si “Oh Diosas” podía definirse como un formato de improvisación, y la respuesta fue negativa. “No improvisamos, pero usamos esa técnica como una base de entrenamiento que funciona muy bien en el teatro. Para nosotras es importante hablar de un tema nuevo en cada función y que el público se involucre directamente, porque eso hace que se conecten y se identifiquen con algunas de las historias que contamos. Se ríen cuando aparecen en fotos, en videos, y esa es la idea, que pasen un buen rato con nosotras”, dice Aida Bossa.
Chichila Navia es la noble del parche, como ellas le llaman. Aida Bossa es la divertida. Viviana Bernal es una mujer libre, aunque a veces se sabotea, y Catalina Guzmán es la trascendental, la voz de la conciencia de todas. Cada una tiene su personalidad definida, y no solo en “Oh, Diosas”, sino en la vida, y esa autenticidad tiene una razón. El proyecto no solo busca hacer reír, también quiere ser un espacio de reflexión, de conversación, donde el público se sienta cómodo. Es el mundo visto desde cuatro perspectivas de mujeres que son distintas.
“Me parece que estamos en un momento histórico importante en cuanto al reconocimiento de la feminidad, y es muy enriquecedor que existan espacios como este en los que podamos hablar abiertamente de lo que se nos dé la gana. Nos toca empezar a desmitificar esa competencia que nos han querido imponer entre nosotras, porque no somos enemigas”, comentó Chichila.
Luego de cantar, jugar, actuar, reír y bailar, el show de las “diosas” llegó a su final con un aplauso que duró más de lo que puedo recordar. Era la primera función, hubo pocas fallas técnicas, pero aun así, la obra nos dejó con una sensación de tranquilidad, desahogo y complicidad digna de una conversación con amigas del alma.
“Estábamos muy nerviosas, no sabíamos qué esperar de este experimento que nació con el objetivo de convertirse en un movimiento. Todo salió mejor de lo que esperábamos y para las funciones siguientes pulimos varias cosas que no estuvieron tan chéveres en ese primer show, pero todas quedamos satisfechas. Esperamos que más gente venga y se una a las “diosas” en estas conversaciones, que se identifiquen. Si sienten que hay algo en su vida que está mal, recuerden que siempre hay alguien peor, y pasa eso estamos, para convertir en humor eso que a veces nos cuesta y nos duele”, concluyó Catalina Guzmán.