Claudia Camacho
La elegancia de lo simple
De pronto la decisión de haber estudiado diseño gráfico no fue la correcta, pero si fue el punto de partida para darse cuenta que prefería el trabajo con las manos al de los computadores.
De hecho su tesis de grado fue con joyería y supo en ese momento que ése era el camino que quería recorrer. Hizo un taller con Nuria Carulla que le reafirmó su gusto por el trabajo meticuloso de los materiales. Para profesionalizar su oficio, decidió irse a Italia para estudiar diseño de joyas y apenas regresó a Colombia montó su propio taller en la búsqueda de crear una marca.
Después de cuatro años, la marca Claudia Camacho es un hecho. Sus líneas son básicas, hay mucha claridad y por medio de las texturas como el martillado o el rayado y los oxidados, logra una joyería que sorprende por sus acabados perfectos. A veces lo más difícil es conseguir depuración en los objetos y lograr un resultado especial , diferente y de buen gusto. Cada año hace una nueva colección, equilibrando el lado artístico con el comercial.
Nuria Carulla
Una suma de intenciones
Nuria es la colombiana más antigua en el oficio de la joyería con 45 años de recorrido.
No se conoce sin un alumno a su lado. De hecho, Tatiana, Mariana y Claudia pasaron por su taller como todos aquellos que han buscado una referencia en joyería.
Su educación humanística nunca siguió las reglas ni los horarios de un colegio, ni de una universidad. Nuria, además de haber tomado clases escogidas, empezó su aprendizaje en técnica de esmaltes en el taller de la hija de un gran joyero catalán que hacía arte religioso en Barcelona. Después de seis años, regresó a Bogotá, dejó los esmaltes y se dedicó a la joyería artística y a las exposiciones. Nunca imaginó hacer joyería de diseño. Ahora la hace, pero siempre con el acercamiento de un artista. Trabaja más con series que con colecciones, porque en las primeras cada joya es distinta de la otra, aunque mantengan un hilo conductor en la temática.
Cuando hace joyas, no piensa en el público, ni en el precio ni en la cantidad, porque además de ser poco inspirador, puede terminar en la figura del palito-bolita, una propuesta sin sabor y sin carácter. Lo primero es buscar un lenguaje e imprimirle alma a cada joya. Prefiere los metales a las piedras y sus series siempre llevan marcado un recuerdo de infancia. Las nubes, las orquídeas, las sillas, los encuentros son ejemplos de los nombres que le pone a sus joyas.
Tatiana Apráez
Vanguardia y tradición
Siempre se ha sentido comprometida e influenciada por su ciudad de origen.
Hace dos años decidió darle cabida al Barniz de Pasto y al tamo en sus creaciones, aunque introducir una práctica artesanal en las joyas había sido siempre una constante en su trabajo.
A esta ingeniera industrial el llamado artístico le llegó de pronto algo tarde. En su largo camino de aprendizaje y en su intención de dedicarse a los intereses genuinos, realizó un curso de platería en la Escuela de Oficios de Santo Domingo, estudió diseño y técnica con Nuria Carulla y finalmente se fue a Barcelona a la Escuela Massana a formarse como joyera artística.
El año pasado se ganó el Lápiz de Acero, uno de los reconocimientos más importantes a nivel de diseño en el país. Para Tatiana, la joyería no sólo se limita a la plata y al oro y de hecho, el reto más grande es hacer un producto especial a bajo costo. Todas sus colecciones son el resultado de un trabajo de investigación y de traducir las ideas artísticas a los materiales. Su última colección está inspirada en el recuerdo, en los tapices de la casa de su abuela y las cenefas de los patios. Las flores, las palmas y el bambú son trabajados en Barniz de Pasto y en la texturización de la plata. Sin duda, sus piezas tienen identidad propia, un sello que seguramente traspasará fronteras nacionales.
Mariana Shuk
El diseño de las buenas ideas
Once años en el oficio la han llevado por los mundos de los diferentes materiales, desde la madera hasta el acrílico y desde el oro hasta las piedras semipreciosas.
Estudió artes plásticas en la Universidad de los Andes, hizo varios cursos de joyería e hizo una maestría que reunía las disciplinas de la orfebrería, la platería y la joyería en el Royal School of Arts en Londres.
Su trabajo no se puede definir con un estilo porque cada material le va revelando una manera de tallar, de moldear o de combinar colores.
Lo que importa realmente son las ideas auténticas. Cada vez más, quiere alejarse del accesorio de moda, tan pasajero y fútil, divertido y efectista. Su meta es llegar a consolidar con toda la técnica aprendida un muestrario fuerte e interesante en materiales exclusivos y de alta calidad como el oro y las piedras preciosas. Es crear piezas que logren permanecer durante el paso del tiempo y no pierdan su vigencia.
En estos momentos está diseñando una colección inspirada en los patrones de los kimonos japoneses y piensa incluir muchos de los elementos gráficos insignes con la ayuda del computador.