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Rafael Sarmiento, con los ojos puestos en el cine

El presentador mexicano lleva 16 años transmitiendo para América Latina la ceremonia de los premios de la Academia de Hollywood. Dice que el secreto está en no perder la pasión y en neutralizar los modismos.

Juan Carlos Piedrahita B.

01 de marzo de 2018 - 09:00 p. m.
Para cada transmisión de los Óscar, Rafael Sarmiento dedica más de 180 horas a ver películas. / Cortesía
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Siguiéndole los pasos a un aparato de VHS, Rafael Sarmiento encontró la pasión por las películas. El padre del presentador mexicano tenía una fábrica de maderas y en uno de sus viajes por cuestiones de trabajo compró en Texas un reproductor de cintas magnéticas, llamado en ese entonces VHS. Era una suerte de mueble que pesaba más de 30 kilos y cuya propiedad era condensar todo lo que se veía en la pantalla gigante del cine.

Transcurrían los comienzos de la década del 80 y el regalo paternal venía acompañado por unos casetes, también llamados VHS. En el empaque de las cintas, Rafael Sarmiento, quien no superaba en ese momento los 10 años, alcanzaba a leer títulos como El padrino, La guerra de las galaxias, El exorcista y Kramer contra Kramer.

Muchas de estas historias tenían restricción para público infantil, pero Sarmiento no tenía esas nociones en la cabeza y se sentó al frente del televisor y al lado del aparato de 30 kilos. El resultado fue que no se volvió a separar del cine y lo convirtió en su pasión principal.

Él creció, los dispositivos en los que se siguió aproximando a las creaciones del séptimo arte también modificaron sus aspectos, sus alcances y sus posibilidades. El empaque era distinto, pero el impulso permaneció, y lo que sucedió más adelante fue que el gusto personal escaló algunos peldaños y se convirtió en la forma de ganarse la vida.

“A mí me pagan por viajar, por estar lejos de la familia, y muchas veces comer mal o dormir en hoteles. El resto de las labores que tengo que hacer las realizo de manera gratuita y eso incluye el hecho de ver cintas. No hay mejor trabajo que aquel en el que sientes que no estás trabajando”, cuenta Rafael Sarmiento.

La actividad alrededor del trabajo cinematográfica la empezó a desarrollar en su país. Estuvo vinculado durante casi una década a TV Azteca y fue con esa cadena con la que debutó en la transmisión de algunos de los más importantes eventos. Desde hace más de tres lustros, Rafael Sarmiento está al frente para América Latina de los certámenes cinematográficos más relevantes del planeta.

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“La de este domingo será mi ceremonia número 16 de los Premios Óscar de la Academia. Lo hice durante ocho años para TV Azteca y llevo la misma cantidad de tiempo en TNT. Aquí intentamos ser respetuosos de la transmisión original y lo que hacemos es poner en contexto al público de las razones por las que un actor está ganando”, dice el presentador, quien a pesar de tener experiencia asegura que siempre transmite con el corazón en la boca y las manos temblorosas.

Rafael Sarmiento está al aire en la transmisión de la ceremonia de entrega de esta estatuilla tan añorada durante unas tres horas, mal contadas. Sin embargo, su preparación es muy exhaustiva, porque el Óscar es el punto de cierre del ciclo de festivales cinematográficos. Con la ceremonia dedicada a resaltar lo mejor para la Academia finaliza un ciclo cuyo punto de partida es el Festival de Toronto, en septiembre.

“No son solo las tres horas del Óscar, más otra tantas de los Globos de Oro. A eso hay que adicionarle las otras tantas jornadas dedicadas a las demás transmisiones del canal. A ese número, ya generoso, también le agrego las más de 180 horas viendo películas. Para mí, el Óscar no es un evento aislado, es más bien una temporada completa y es un proceso largo”.

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La intervención de Rafael Sarmiento el domingo a través de TNT tendrá presencia en 43 países, por eso el mexicano tiene la convicción de que requiere del empleo de un lenguaje neutro, sin modismos ni regionalismos. Aplaude cuando ganan los latinos y se siente orgulloso con la participación mexicana, pero prefiere guardarse ese tipo de emociones.

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“Cuando estoy al aire, yo dejo de lado cualquier expresión de tipo local. Para mí, durante tres horas están prohibidos términos como ‘macanudo’, ‘está bien padre’, ‘muy chévere’. Hay que ofrecer el rango más neutral que tengamos para que la gente nos entienda”, concluye Rafael Sarmiento, quien tiene los Óscar entre ojos desde hace varios años.

Por Juan Carlos Piedrahita B.

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