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Sarah Mintz: más allá de una simple antagonista

La barranquillera, antes llamada Maritza Rodríguez, se desprendió de todos sus conocimientos adquiridos en el exterior para interpretar a Martha Mónica Camargo en “Rafael Orozco, el ídolo”.

21 de julio de 2020 - 02:00 a. m.
Sarah Mintz, cuya vida cambió al convertirse al judaísmo, afirma que volvería a actuar si es un papel relacionado con su vida actual y religión. / Cortesía: Caracol Televisión
Sarah Mintz, cuya vida cambió al convertirse al judaísmo, afirma que volvería a actuar si es un papel relacionado con su vida actual y religión. / Cortesía: Caracol Televisión

En las últimas semanas ha publicado en sus redes sociales unas reflexiones en torno a la vida que tenía antes como Maritza Rodríguez y la que tiene ahora como Sarah Mintz. ¿Cómo fue este proceso de transformación?

Es grandioso que Dios me haya dado la oportunidad porque, en definitiva, uno piensa que tiene una sola vida, que uno nació para una sola cosa, y pienso que uno puede ir descubriéndose y dándose la oportunidad de redireccionar para emprender nuevos procesos. Uno siempre está pendiente de los juicios los demás, de cómo van valorando tu vida. Creo que si hubiese prestado atención a estos comentarios no hubiera llegado a ser nadie. Esto no quiere decir que la vida o el camino que tomé fueron inválidos, porque no fue así. Me arriesgué a vivir de verdad y creo que si Maritza no hubiera sido todo esto, Sarah no existiría. Por ejemplo, hoy Sarah está ayudando a Maritza a promocionar una serie que yo hice también y fue parte de mi vida.

Ya que mencionó la serie de “Rafael Orozco, el ídolo”, ¿cree que Sarah hubiera abordado de una manera distinta al personaje de Martha Mónica Camargo? Dado el caso de que a Sarah le interesara y pudiera ejercer la actuación.

Con mi vida actual y religión sería imposible interpretar a un personaje como Martha Mónica. Cuando se me habló de hacer la segunda temporada de Silvana sin lana llegó un punto donde me pregunté y qué hago con los besos y el contacto con el otro protagonista, y descubrí que no podía hacerlo. Qué bueno que a Martha Mónica la interpretó Maritza porque, cómo ella pensaba y llevaba la vida, siento que la hizo perfecta. Quedé muy contenta y satisfecha con este papel, porque lo hice con las herramientas y con la experiencia que llevaba en ese momento.

¿Qué experiencias dejó el personaje de Martha Mónica en su vida?

Me quedó la experiencia grandísima de que uno como actor, mientras trabaje con las herramientas correspondientes, puede hacer lo que sea. Llevaba muchos años trabajando en el mercado de afuera con requerimientos puntuales como hablar neutro, la línea temática era diferente, los textos sonaban un poco inverosímiles, y uno se acostumbra a otro ritmo de trabajo, de teorizar apuntador y se perdía como esa práctica de usar la memoria. Así que este papel me brindó nueva artillería, volví a utilizar la herramienta de la memoria y a hablar como la niña de Quilla. Esas son las experiencias y los retos profesionales a los que me tuve que enfrentar, pero hubo otra parte que me aportó mucho y fue ese elenco joven, no solo en trayectoria sino en edad también. Les agarré esa frescura y profesionalismo que tenían y siguen teniendo.

En muchas ocasiones le ofrecieron ser la protagonista, pero aquí fue la antagonista, ¿esto representó algún atractivo para usted?

Claro. En Colombia no había hecho personajes de villanas, siempre era en Estados Unidos, y me pareció muy atractivo, porque era crear una antagónica no villanesca como las telenovelas de antes. Era demasiado obvio que Martha Mónica era la mala y que era el punto de quiebre de la relación de ellos. Entonces, me dije que tenía que ser una buena antagónica, pero voy a generar que la gente tenga empatía en cierto punto, que sientan algo por ella. Quería regalarle esa dulzura e integrarlo con ese fastidio, porque ahí es cuando uno atrapa al público, uno le tiene que dar de todo a todos.

Los directores siempre dicen que nunca se debe juzgar a un personaje ni entrar al “set” con una predisposición. Después de su proceso de transformación, ¿ha llegado a juzgar a Maritza y sus decisiones?

No, para nada. Uno no puede hacer eso porque sería como decir que Dios es malo. El primer paso es aceptar. Pienso que como uno lo haya hecho está bien. Viendo las promociones veo a Martha Mónica y digo “wow, yo hice un buen trabajo”.

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