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Cada quien gozó según la época que evocó. Scorpions, como todas las grandes bandas de su especie, se paseó sin problema por cuatro generaciones de rockeros durante 40 años y, con semejante trayectoria, dejaba de ser extraña tanta variedad en el público que le aplaudió anoche durante su primer y único concierto en Colombia. Salvo cambios que hoy parecen improbables, la agrupación alemana no volverá a escenarios cuando culmine la gira de despedida, que la trajo al parque Simón Bolívar de Bogotá, en donde fue aplaudida igual por cincuentones melancólicos que por adolescentes.
Cinderella, el grupo telonero, estuvo más cauto en su relación con el público. Emocionó con Shake me y se encargó de que el auditorio cantara Nobody’s Fool. Scorpions jugó a acaparar la atención desde el principio. A Rudolpf Schenker le quedó pequeña la tarima desde el primer tema, Sting in the tail, canción bandera del álbum que la banda lanzó en marzo pasado. Un regalo a los más jóvenes.
Minutos después vino el salto en el tiempo y Klaus Meine se despachó con Hit between the eyes, poniendo a muchos a recordar a la siempre hermosa Rene Russo en su estelar junto a Anthony Hopkins, Emilio Esteves y Mick Jagger en la película Free Jack, a cuya banda sonora fue incorporado el tema de Scorpions. Heavy y hard rock. Vinieron las baladas simbólicas, y con Wind of change los recuerdos de la caída del muro de Berlín, en 1989. Unos estaban en la escuela, otros andaban de novios. Todos recordaron. Muchos agradecieron, sin saberlo, el milagro de tantos conciertos por culpa del remezón que vive la industria musical y que obligó a los artistas a regresar a las tarimas para recuperar parte de lo perdido por el auge de la piratería.
Pagando $327.000 en platino, o encaramados en una colina vecina de la biblioteca Virgilio Barco, cada cual disfrutó según su época. ¡Urra por los 80!