Es la autora del libro “¿Camila tiene dos mamás?”. ¿Cómo abordó el tema de las familias homoparentales en este cuento para niños?
Es el retrato de una familia compuesta por dos mamás que trabajan y atienden las labores del hogar. En la historia, estas dos mamás le cuentan a Camila cómo se conocieron y qué luchas han librado en pro de tener una vida normal y ser aceptadas. La historia también cuenta cómo Camila debe enfrentar el bullying del que es víctima en el colegio cuando sus compañeros se enteran de que tiene dos mamás. Es un cuento que ayuda a explicar estos cambios sociales a los más pequeños. Afortunadamente hemos recibido buenos comentarios.
¿De dónde surge la idea del libro?
Es una iniciativa que tuvimos tres activistas para poder visibilizar a las familias homoparentales en Perú, debido al debate que se generó por la desaprobación de la unión civil. Sabemos que la revolución cultural tiene que venir desde el cambio en la educación, así que la iniciativa debía empezar por los más pequeños, para llenar los vacíos, no solamente en la literatura infantil y de los adolescentes, sino también para llenar un vacío en la vida social que nos obliga a escondernos como minoría.
¿Desde hace cuánto vienen librando esta batalla en Perú? ¿Quiénes la están liderando?
La lucha empezó hace más de 30 años, pero los cambios se han presentado en los últimos diez. Imagino que por la globalización, la internet y las redes sociales, hemos tenido la oportunidad de visibilizarnos, de hacer nuestras demandas, de hablar en primera persona. Antes, cualquiera podía hablar sobre nosotros: el médico, el cura, el abogado, y nosotros siempre en silencio. Creo que con la globalización hemos podido visibilizar muchas demandas, como la ley contra los crímenes de odio, la ley antidiscriminación y varias propuestas de legalización de parejas que no pudieron aprobarse porque tenemos un gobierno sumamente conservador. Hay alianzas de la clase política con la Iglesia que vuelven la situación más difícil para conseguir leyes que nos favorezcan.
¿Cuál sería el primer paso para cambiar ese pensamiento conservador y mitigar la homofobia?
Creo que el respeto por la diversidad sexual y el fortalecimiento de la ciudadanía debe incluirse en las políticas de educación nacional. Si esto no sucede, cualquier docente puede imponer sus prejuicios; por eso debe haber una formación en los profesores para que estén abiertos a la diversidad sexual y expliquen cómo son realmente las cosas.
¿Quién debería tomar la decisión sobre la adopción igualitaria: los organismos del Estado o los ciudadanos?
Los derechos humanos no pueden pasar por un referendo, porque entonces se ponen en peligro prácticamente todos los derechos humanos. Hay sociedades muy conservadoras, racistas, machistas y homofóbicas, como la peruana, y eso es peligroso. Creo que la decisión debe estar en los órganos del Estado que tienen la potestad de adoptar estas políticas y leyes a nivel nacional.
¿Y qué ha sucedido cuando han interpuesto demandas ante los organismos del Estado?
En Perú es difícil, porque cuando pasa por el Congreso hay un grupo totalmente reaccionario a cualquier iniciativa que tenga que ver con la orientación sexual o identidad de género. Se retira, se anula o archiva, y luego es negada. Por eso necesitamos un cambio en la clase política que garantice los derechos de mayorías y minorías.
Hasta 2014 fue directora del Movimiento Homosexual de Lima. ¿Qué luchas ganaron?
Hemos avanzado muchísimo en la creación de espacios de integración, sobre todo en Lima. Los medios de comunicación hablan con un discurso más positivo sobre nuestras vidas. Hace unos años se nos ligaba a la muerte, al escándalo y la promiscuidad; ahora el discurso nos liga a la lucha por las demandas que tienen que ser priorizadas para conseguir un país más incluyente.
Es madre de una adolescente. ¿Cómo fue el proceso para que ella asimilara su condición sexual?
Cuando le expliqué a mi hija, ella tenía seis años. Consideré que era necesario que supiera la verdad, pues eso la ayudaría a tener una vida más libre y satisfactoria de lo que hemos podido tener nosotros. No tenemos por qué avergonzarnos de lo que somos. Creo que nuestro hijos pueden ser actores de cambio.