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¿El ático o la calle? Es lo que se preguntan los juguetes de Andy, quien a sus 17 años parte a la universidad y deberá decidir qué hacer con ellos. Atrapados en un baúl, algo empolvados, Woody, el vaquero líder y el astronauta Buzz, junto con Jessie, Jam, el Sr. y la Sra. cara de papa, Rex, los tres extraterrestres, Slinky y Tiro al Blanco esperan con ansias que su dueño les destine un espacio en su hogar, pero diferentes circunstancias los sumergen en una guardería, donde emprenderán su tercera aventura. Y es que después de 10 años, la producción de Pixar vuelve en 3D y con una nueva historia, igual de conmovedora a sus antecesoras.
“En el primer film, a Woody le preocupa ser reemplazado por un nuevo muñeco. En Toy Story 2, los juguetes afrontan el hecho de que puedan romperlos y que no se pueda jugar con ellos porque son frágiles. Y en la tercera película nos enfrentamos a lo que más preocupa a los juguetes: que su dueño crezca. Cuando se rompen, pueden arreglarse; cuando se pierden, pueden ser encontrados; cuando son robados, pueden ser recuperados. Pero no hay forma de arreglarlo si el niño ha crecido. Es una evolución muy interesante”, expresa John Lasseter, director creativo de Pixar, productor ejecutivo y guionista del filme. Uno de los tantos que ha permanecido en el proyecto en sus tres entregas.
Toy Story 3 no decepciona, y en nuestro país más de 500.000 espectadores satisfechos lo confirman. Para mantener la esencia del clásico del 95 —el primer largometraje de Pixar nominado tres veces al Oscar— con la tecnología actual, el equipo de producción se reunió en Marin County, la cabaña donde se había gestado la primera versión. Allí, se dedicaron a ver los filmes anteriores para resolver cómo darle continuidad a la historia con las nuevas tecnologías sin traicionar los diseños originales, pero con la calidad visual actual.
El humor es otro elemento que permanece en la cinta. Barbie y Ken tienen una participación más notable y nuevos personajes se unen para imprimirle un gran cambio, con lo que sólo queda decir: “Al infinito y más allá”.