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Veinte años de una gesta

El 5 de agosto de 1992, en los Juegos Olímpicos de Barcelona, la antioqueña le dio a Colombia su primera medalla olímpica en atletismo, un día que ella califica como su mejor recuerdo.

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El Espectador
05 de agosto de 2012 - 09:00 p. m.
Veinte años de una gesta
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¿Qué recuerdos tiene de la medalla de bronce ganada?
Fue un momento muy especial en mi vida. Yo creo que deportivamente fue lo más importante que hice, así que ese es el mejor recuerdo. Fue una muy buena carrera, competí muy bien y eso fue lo que me dejó más contenta.

¿Es consciente de que haber ganado esa medalla la inmortalizó en el deporte colombiano?
No sé si inmortalizarme, pero ganarse una medalla olímpica en Colombia obviamente marca un hito. Cada vez estamos mejor y hay más mujeres que están sacando la cara por nuestro país, así que eso me alegra muchísimo.

¿Qué pasó por su cabeza a la hora de sentir la medalla colgada en su cuello?
Mucha satisfacción, había entrenado muy duro. Fue la satisfacción de un trabajo bien hecho. Mucho orgullo.

¿Veía como favorita a Catherine Ibargüen?
Claro. Catherine Ibargüen siempre fue una de las favoritas. Estuvo en una posición muy destacada en el mundial y sabíamos que si las cosas salían bien iba a subir al podio en Londres. ¡Qué orgullo!

¿Qué se está haciendo bien para que vayan tantos atletas a los Olímpicos?
Se tienen que hacer muchas cosas bien, no es algo que descanse en una sola cosa, persona o institución. El deporte ha logrado en Colombia tomar el ciclo que nosotros los deportistas queríamos, es lo que como deportistas hemos soñado. Se está invirtiendo más plata, los deportistas están saliendo a competir, se están llevando entrenadores de afuera. Todo eso ayuda a que el nivel aumente, todo se vuelve un circulo virtuoso.

¿Y qué hace falta?
En Colombia hay un vacío en el tema de la preparación de los técnicos, hay poca capacitación para ellos; también creo que los recursos no siempre son suficientes. Tenemos muchos deportistas que vienen de condiciones muy humildes y que necesitan un apoyo muy grande, y eso también es costoso. Otro problema es que no hay ligas internas y éstas deben mejorar; los deportes colectivos están atrasados en Colombia.

¿Tiene comunicación constante con otros atletas colombianos?
Lamentablemente muy poca, más con los dirigentes, pero con los atletas poco. Uno va pasando de moda y deja de ser un referente (ríe). La gente joven que está compitiendo seguramente sí ha oído hablar de mí, pero es difícil mantener un contacto con ellos.

Es la primera vez que Colombia va a los Olímpicos en bicicrós femenino. ¿Cómo ve el desempeño de Mariana Pajón?
A ella la conocí hace un tiempo; es una firme candidata a medalla, sin duda, y a pelear la de oro también. Mariana lo ha hecho estupendo, con la gente con que hablo del bmx aquí en Chile me dicen que realmente tiene un técnica extraordinaria. Espero que le vaya muy bien y que le salgan las cosas como quiere.

¿Qué anda haciendo por Chile?
Llevo 20 años y estoy trabajando en el comité organizador de los Juegos Suramericanos que se harán en Santiago

¿Qué tal funciona un matrimonio de deportistas?
No me puedo quejar. Llevamos 20 años de matrimonio y nos seguimos aguantando. Hasta ahora ha funcionado bastante bien, obviamente con los problemas normales de un matrimonio, pero muy bien.

¿No hubiese preferido entrenar una selección colombiana?
En Colombia hay muchos entrenadores que lo están haciendo bastante bien, y por ahora es difícil porque yo tengo a mi familia aquí y no es fácil desarmar todo lo que tenemos. Igual sigo muy vinculada con el deporte colombiano.

¿Quedó algo pendiente por hacer antes de su retiro?
Sí. Llegué alto muy rápido, tenía sólo 23 años cuando gané la medalla y pensé que iba a poder seguir corriendo muy bien y lamentablemente no se dieron las cosas, me lesioné y nunca pude volver a correr como lo hice en Barcelona. Siempre quedan algunas frustraciones y cosas que uno siente que pudo haber hecho mejor, pero haciendo el balance creo que fue positivo, con medalla, aunque no significa que no me haya quedado con algunas espinitas clavadas.

Por El Espectador

 

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