“Frontera verde”, una serie que no prende

La tercera serie colombiana lanzada por Netflix no acaba de convencer, a pesar de tratar una nueva temática, efectos no antes vistos en una producción de nuestro país y tener como gancho la "dirección" de Ciro Guerra.

Nelson Sierra G. / Twitter: @NelsonSierra74
11 de septiembre de 2019 - 11:51 p. m.
Angela Cano interpreta a Ushë. / Netflix
Angela Cano interpreta a Ushë. / Netflix

Son muchas las películas en donde su principal protagonista es la Amazonia, pero las que han trascendido en la historia del cine han sido pocas. Empecemos con Aguirre, la ira de Dios (1972), filmada en la selva amazónica peruana, escrita y dirigida por Werner Herzog y protagonizada por Klaus Kinski. No resulta gratuito que 10 años después el director alemán repita con sus dos estrellas, el Amazonas y Kinski, sumergiéndonos en la dramática historia de Fitzcarraldo, que le valió a Herzog el premio a Mejor director en el Festival de Cannes, y a su película ser considerada como una de las mejores de la historia.

Otra que se destaca, y no precisamente por su calidad cinematográfica sino por la gran controversia que generó, fue Holocausto caníbal, filme ítalo-colombiano dirigido por Ruggero Deodato. La película, considerada como una de las grandes del cine “gore”, fue bastante polémica, tanto así que por su evidente maltrato animal y violencia sexual, su distribución fue prohibida en varios países de Europa. La última que dio de qué hablar, en 2015 fue la nuestra, “El abrazo de la serpiente”, dirigida por Ciro Guerra y que tendrá el privilegio de ser la primera película colombiana nominada a los Premios Óscar.

Por otra parte, Netflix lanzó el 16 de agosto la producción colombiana Frontera verde, un filme policíaco que se desarrolló en la selva amazónica, donde la detective Helena trata de resolver el asesinato de un grupo de mujeres que formaban parte de una comunidad religiosa.

El gigante de la industria del streamig va a la fija con una serie que trata dos de los temas más coyunturales de estos días: el feminicidio y la Amazonia, elementos fundamentales para que algunos la clasifiquen como un film noir (cine negro), cosa de la que difiero parcialmente. Porque tal vez clasifiquen algunos apartes de la historia, pero el concepto fotográfico la aleja bastante del género.

A pesar de que Netflix usa como gancho la fórmula ya exitosa de Ciro Guerra y selva amazónica, acuñada por los productores Mauricio Leiva-Cock y Jenny Ceballos quienes ya habían participado en Narcos, Frontera Verde se queda en una ilusión tardía, la falta de ritmo es una de sus principales características, cae inevitablemente en una narración lánguida, acudiendo a planos que terminan siendo eternos, tal vez por el deseo intrínseco de permitirnos contemplar los bellos paisajes amazónicos, pero que carecen de la belleza fotográfica a la que Guerra nos tiene acostumbrados. ¿Será tal vez porque a pesar de ser el productor ejecutivo Ciro dirige tan solo el primero de los ocho capítulos?

Laura Mora (Matar a Jesús) y Jacques Toulemonde (Anna) son los otros dos directores encargados de narrarnos la tercera producción colombiana realizada por Netflix. Recordemos “Distrito salvaje” y “Colmenares”, a las que, aunque menos ambiciosas en cuanto a producción, hasta ahora les ha ido mejor con los televidentes y la crítica.

En Frontera verde el eje dramático recae en tres personajes: Helena Poveda, una detective de la Fiscalía, interpretado por Juana del Río; Ushë, una indígena que huye de la esclavitud de las caucheras y quien más adelante acoge el poder ancestral de la selva, interpretada por Ángela Cano, y, por último, tenemos a quien se roba realmente el show por su actuación, el actor Miguel Dionisio Ramos, que da vida a Yua, un indígena místico que encierra toda la sabiduría y la magia de la selva, y quien es el conector entre los personajes de Helena y Ushë.

Yauenkü o Miguel (su nombre occidental) es un actor natural que ya había trabajado con Ciro Guerra en El abrazo de la serpiente. Su interpretación, más que natural, termina siendo trascendente. Él nació en la reserva Nazareth Tikuna, a dos horas de Leticia. Algunos llegarán a afirmar que por sus orígenes le queda fácil transmitir esa credibilidad en su actuación, pero me parece bastante ligero, pues han sido muchas las películas colombianas que han acudido a actores naturales, y el resultado no ha sido igual de alentador, a no ser que exista una verdadera conexión entre el guion y el personaje real. Cuando no es así, generalmente los diálogos se sienten leídos y paradójicamente poco naturales. Este no es el caso de Yauenkü, el actor, pues su personaje en El abrazo de la serpiente dista mucho de Yua en Frontera verde. Para no ir más lejos, las interpretaciones de Juana del Río y Ángela Cano no logran transmitir esa naturalidad que debe brindar un buen actor, que el espectador no perciba esa transición entre lo que ellos son y el personaje que interpretan. En conclusión, tiene que existir una verdadera conexión entre el guion, el actor y el personaje.

Con Ángela sucede algo distinto, porque su belleza indígena es esa que quiere ver el mundo occidental y no la que realmente tienen las bellas mujeres de las comunidades indígenas colombianas, y eso visualmente choca. En una entrevista se dio a entender que los productores buscaban a una actriz autóctona, que se acercara más a lo que realmente se quería representar, pero en el camino la idea cambió y terminó siendo elegida Cano, y quien había sido escogida inicialmente pasó a tener un papel secundario. Esperemos que esa decisión se haya dado por esos vericuetos de la preproducción y no por su figura.

Ángela no lo hace mal, tiene  talento, pero su voz es la de una mujer occidental en el cuerpo de una bella indígena “occidentalizada”. Tal vez disonancia no nos permite disfrutar ese realismo al que Ciro nos está acostumbrando.

Otras actuaciones destacadas son las de Nelson Camayo (Reynaldo Bueno), un policía de origen indígena que se convierte en el escudero de Helena, y, por último, tenemos a Andrés Castañeda, conocido por su papel en la Gloria de Lucho, un policía corrupto llamado Iván Uribe, a quien la protagonista se refiere como cerdo, “qué casualidad” (guiño, guiño).

Algo que nunca pude entender, y tal vez sea una nimiedad es, ¿qué pasaba con las cejas de Ushë?, pues su apariencia cambiaba constantemente de escena a escena. Los directores y maquilladores deben ser más meticulosos, recuerden que en los televisores Full HD y 4K se nota todo, como la antena repetidora que se ve en el horizonte mientras que Ushë se sumerge en el río, la cual no corresponde a la época, pero bueno, eso pasa hasta en las mejores familias. Cómo olvidar el vaso de Daenerys Targaryen en Game of Thrones… ¿Sí era una antena?

El final, cargado de un heroísmo exagerado y bastante ficticio, nos deja ver que la pelea entre los nazis selváticos y “Los Eternos” (no me refiero a los de Marvel) continúa, y pronto tendremos noticias de la segunda temporada, de la que tengo fe será mejor que la primera, y hará de Frontera verde una de las mejores series del poderoso del streaming. ¡Véanla, no se la pierdan!

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Por Nelson Sierra G. / Twitter: @NelsonSierra74

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