Ana María Martín no supo que era sorda hasta que entró a la universidad. En su infancia, sufrió de varios problemas en sus oídos. En el proceso de encontrar la causa, perdió la capacidad para escuchar en su oído derecho, y el izquierdo le funciona en un 40 %. Su madre y su hermana también tienen discapacidad auditiva, pero la de Ana María es la más notoria.
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Creció pensando que no tenía ninguna condición. A veces se daba cuenta de que escuchaba menos que el resto de las personas, pero no tenía con qué comparar, así que lo normalizó. “Creo que algunos compañeros o profesores llegaron a pensar que algo estaba mal conmigo, porque al escuchar tan poco, a veces no entendía lo que decían, o simplemente no respondía cuando me hablaban. Pensaban que yo estaba en otro mundo, pero no era así”, contó Martín en entrevista para El Espectador.
Siempre le apasionó la música y sabía que se quería dedicar a ella. Cuando se presentó a la universidad (que prefiere no nombrar), Ana María se enfrentó cara a cara con la discriminación por su problema de audición. Le decían que no afinaba y le cuestionaban por haber elegido esa carrera. “Fueron momentos difíciles para mí, porque yo tenía un sueño y solo quería que creyeran en mí. Hubo un profesor en particular que me dijo que no perdiera más el tiempo, que yo no iba a llegar a ningún lado”, recordó.
No todo fue malo. Cuando estaba perdiendo la esperanza, una luz en el camino apareció y le recordó que sí podía, que no importaba lo que le dijeran, que estaba hecha para cosas grandes. Esa luz tiene nombre y apellido: Gloria Casas, una soprano cubana que vio en Ana María el potencial suficiente para la música. Confió en ella, le enseñó y la preparó.
María La O, la primera zarzuela inclusiva en Colombia
“María La O es la representación de mi vida como persona sorda. Es el resultado de un trabajo de más de 15 años que llevo en la música”, dijo Martín, quien organizó la obra en compañía del director musical Juan Triviño y la dirección escénica de Rodrigo Susa. El elenco está conformado por artistas sordos, sordos ciegos, personas autistas y con una capacidad cognitiva diversa.
Este proyecto pionero no solo desafía los límites de la interpretación musical tradicional, sino que también abre un espacio que combina el canto, la actuación y el lenguaje de señas. La zarzuela inclusiva también es un mensaje a la sociedad, un llamado al respeto y la inclusión. “Este era mi sueño, poder tener un equipo lleno de personas que, aunque tienen una discapacidad, sienten que son parte de algo grande, que eso no los limita y que también pueden ser músicos, actores, lo que quieran. Yo soy sorda, soy cantante y amo la música, y así como yo, hay miles de personas con discapacidad auditiva que se abstienen de cumplir sus sueños por el miedo al rechazo”.
María La O también es un homenaje a Gloria Casas, esa mujer que impulsó a Ana María a seguir su sueño, y a ver su discapacidad auditiva como una oportunidad. “No podía pensar en otra persona que no fuera ella para que también interpretara al personaje principal, es mi forma de agradecerle”.
El rol de la música y el lenguaje
La música tiene un papel fundamental dentro de la obra. María La O una zarzuela de origen cubano, cuyas melodías fueron compuestas por Ernesto Lecuona en 1930. Cuenta la historia de una mujer que tiene varios pretendientes, entre ellos, un aristócrata español llamado Fernando de Alcázar. María La O se enamora de él sin saber que ya está comprometido con Niña Tula, la hija del Marqués del Palmar. Es una historia de amor que llega, pero esta vez, en diferentes formatos de comunicación.
“Tuve la oportunidad de conocer este sueño de Ana en 2020, cuando ganó la beca de Investigación Creación. Pude conocer el trabajo que ella hizo para poder acercar a los músicos a la comunidad sorda. Estoy muy feliz de que, después de casi cinco años, este proyecto se haya hecho realidad y que Ana haya decidido confiar en mí para la dirección musical de este gran trabajo”, comentó Juan Triviño.
Los desafíos que trajo la obra fueron varios, desde su adaptación, hasta la coordinación de tantas personas en el escenario. La materialización del sueño que Ana María Martín veía casi imposible, fue el fruto del tiempo que invirtió junto a todo el equipo para lograr el resultado que estaba buscando y de la música, la percusión y el son cubano como hilo conductor.
Las historias detrás de los personajes
“Fue muy retador para nosotros sacar este proyecto adelante, pero afortunadamente conté con un gran apoyo. Teníamos la misión de lograr que entre todos existieran códigos de comunicación que se entendieran entre las personas sordas y hablantes, fuimos muy cuidadosos en cada detalle y tratamos de darles a todos un rol en el que pudieran sobresalir”, dice Ana María.
Hay una familia que hace parte del elenco. Juan Carlos Peñuela, Karol Giohanna Manzano y sus dos hijos, Karol y Juan David. Todos tienen alguna condición de capacidad diversa, pero para ellos, eso no fue un impedimento. Buscaron la forma de participar juntos en el proyecto, aunque los recursos fueran pocos. “En este contexto hay muchas personas discapacitadas que viven en condiciones de extrema pobreza, nadie les brinda oportunidades y optan por hacer cualquier cosa para tener con qué comer. Juan Carlos es celador, Karol trabaja limpiando baños. Buscaron la forma de hacer arte, y eso es muy valioso”, cuenta Martín.
También recuerda a Randy Bohórquez, un niño de 11 años con autismo y sordera que ama bailar. En los ensayos, Randy sobresalía por su energía. Siempre estaba en movimiento, las vibraciones derivadas de la percusión las convertía en movimiento. Ana quiso darle un papel en el que pudiera bailar y moverse para que se sintiera cómodo, al igual que el resto. “Fue fundamental para nosotros preguntarles a todos si se sentían bien con el rol que estaban desempeñando, sobre todo en el caso de Randy, que es un niño muy especial y le aporta alegría a la obra”.
Para Ana María Marín y su equipo, la inclusión y el reconocimiento no son un privilegio. “Esperamos que esta sea la primera de muchas obras que apoyen y visibilicen a las personas con discapacidades, que las tengamos no nos hace menos, al contrario, brindamos otra visión diferente del mundo que habitamos”.