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“Arketipo”: el rap venenoso del Arkeólogo

El Arkeólogo —”alter ego beatmaker” de Gambeta— presentó la primera mitad de su segundo disco instrumental, “Arketipo”, un trabajo en el que demuestra toda su destreza para “samplear” y construir “beats” con una receta difícil de replicar.

Sara Kapkin
24 de octubre de 2022 - 02:00 a. m.
Para el Arkeólogo (la versión "beatmaker" de Gambeta), "samplear" es una forma de conectarse con sus raíces.  / Julián Gaviria @eldelasfotos
Para el Arkeólogo (la versión "beatmaker" de Gambeta), "samplear" es una forma de conectarse con sus raíces. / Julián Gaviria @eldelasfotos

Gambeta se encontró con el rap en la calle, de golpe, caminando entre esas cuadras del barrio Aranjuez, que ya casi se sabía de memoria, un día que parecía ser cualquiera, pero no, porque alguien, en alguna de esas casas que van creciendo apeñuscadas, tenía un bafle afuera, donde sonaba una canción de rap que lo atravesó al pasar.

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“Fue algo físicamente tan poderoso, un veneno tan fuerte el que esa música me transfería, que no sé cómo ponerlo en palabras, un visaje que me hacía sentir como… poder; sí, yo escuché rap y me sentí poderoso. Esa puede ser la definición. Seguí caminando despacio y pensé, esto es en inglés, yo no estoy entendiendo lo que dice, pero siento que eso soy yo. ¿Por qué putas?”, asegura Gambeta.

Lo entendió poco después, cuando escuchó The Chronic, el primer álbum de Dr. Dre en la casa del Comegatos, un vecino, y volvió a sentir ese veneno, ese poder, y supo que esa música era suya porque, aunque no entendiera lo que decía, entendía lo que sentía. Era una música hecha para él porque lo contenía, en ese ritmo le cabía la vida, lo que había sido y lo que iba a ser. Era suya porque esa música iba a ser su lenguaje, su manera de articular sus emociones con sonidos y convertirlos en canciones.

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Y eso es el “Arketipo”, el camino qué hay de Gambeta al Arkeólogo, el seudónimo que adoptó en su faceta como beatmaker y que hace honor a su obsesión por buscar los samples de las canciones de rap que más le gustaban. Es la repetición minuciosa de esa tarea que se impuso de escuchar cada canción atentamente y cuantas veces fuera necesario hasta identificar cada una de sus partes, llegar al origen y así poder entender de dónde venía y como se hacía ese rap que él consideraba el mejor del mundo. Y aprender a hacerlo, y hacerlo una y otra vez. Es su escuela, la construcción de su “Arketipo”, de su forma única y particular de hacer rap, de hacer que cualquier música sea rap.

“Presentar el ‘Arketipo’ es como presentar mi tesis, es puro material de investigación y experimento. Es un ‘camello’ de años que había mostrado por pedacitos en otros discos, pero ya está en un punto en que siento que está listo. Ya lo sé hacer, lo puedo explicar, lo puedo enseñar, sé cómo se hace. Esto es y ahí queda registrado. Cualquiera puede encontrar uno de estos samples, pero nadie va a poder armar este rompecabezas que armé y eso me garantiza que eso ya es una huella única, porque encontré una manera de envenenar eso al punto de que ya es mi receta propia y usted le puede echar lo que sea, pero nunca va a ser la mía y tengo certeza”, comenta Gambeta.

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Es un rompecabezas imposible porque se arma con piezas de diferentes canciones y la figura que forman solo existe en la cabeza del Arkeólogo, que en su primer trabajo instrumental, Indiana Jones (2020), hizo una especie de autorretrato para mostrar cómo sonaba su vida, su barrio, la música que escuchaban en su casa, la que escuchaba con sus amigos y la que creció escuchando. Esta vez, con el Arketipo, un álbum dividido en dos temporadas, da cuenta del desarrollo y la minucia de su técnica para samplear y enhebrar diferentes samples en un solo beat, además del incremento en la capacidad narrativa que esto le permite. Pero también deja ver su capacidad para encontrar y crear vínculos entre sonidos provenientes de diferentes culturas y géneros, evidenciando a su vez por dónde se extiende su raíz musical, de dónde vienen esas músicas que lo tocan y lo conmueven.

“La música le habla a cada uno de maneras distintas. Para mí, samplear es un punto de encuentro donde conectar generaciones, épocas y personas. Cuando yo sampleo a Fela Kuti, por ejemplo, eso me conecta a mí con él, porque eso que me conquistó a mí y me puso a pensar cómo hacer un beat también me hace sentir la espiritualidad de cómo eso se vincula conmigo. Samplear es una forma de conectarse con las raíces de uno, porque siento que a veces estoy conectado con música que nunca escuché. Hay algo que me conecta a esa música y la única manera de procesarla y vivirla es llevándola a lo que yo hago. Y eso me parece muy poderoso porque nos conecta en el tiempo, porque aunque esa persona ya no está, la música sí, está viva, y yo estoy todo el tiempo rindiéndole tributo y devolviendo ese favor, manteniéndolo en el tiempo”, dice Gambeta.

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Ahí radica ese veneno, ese poder que Gambeta encuentra en la música, en esa capacidad de sentirnos vivos, de que vale la pena vivir.

Por Sara Kapkin

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