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Cuando a comienzos de la década del 90, los Aterciopelados pasaron de tocar en bares de Bogotá, al estudio de grabación para producir su primer disco ‘Con el corazón en la mano’, en una época donde el rock en español no era una rareza, sino que vivía un gran momento, ellos sonaron distinto.
Su siguiente álbum, que los consolidó en 1995, llamado ‘El Dorado’ e incluyó temas, que hoy son himnos como Bolero falaz y Florecita rockera, siguió mostrando una propuesta muy personal porque los reflejaba a ellos, pero también muy social, porque hablaba de las luchas de otros.
Ya no había vuelta atrás, Andrea Echeverri y Héctor Buitrago lograron convertirse en la banda más importante del país con una mezcla musical que incluyó rock, bolero, carranga y en general, muchos sonidos nuestros. En las líricas por supuesto, hubo amor, pero también discurso de justicia social, empoderamiento y causas sociales, en general.
Aterciopelados cantan juntos y trabajan separados
Tres décadas después, Aterciopelados sigue por el sendero de sonar a lo que ellos creen, a esa búsqueda de sonidos distintos, que pareciera los ha obsesionado; a lo que les gusta y representan. La banda, que tuvo un receso donde cada uno caminó como solista, del 2005 al 2018, comenzó en la época de los casetes, los vinilos y las largas jornadas en estudio.
En ese aspecto, sí han entrado en la dinámica moderna y cada uno hace su ‘tarea’en su casa. Luego, cuando el material se junta, adquiere un espíritu y una fuerza que se evidencia al escuchar los temas.De sus procesos, de cómo crean las canciones y cómo se ven actualmente, hablaron en Vea, a propósito de su décimo álbum ‘Genes rebeldes’.
Aterciopelados más que una banda, es una institución de la industria y la cultura del país, ¿eso les significa presión cuando trabajan un álbum, por la expectativa que generan?
Héctor: Nosotros hemos pasado por muchas etapas. Tal vez al comienzo cuando era el pico del éxito del rock en español por allá en los 2000 había una presión con los presupuestos de las discográficas y todo lo que significaba tener un un sello e inversión y entrar a un estudio con productor, planes de marketing y todo eso. Pasamos luego por disqueras más pequeñas, independientes y también hemos trabajado autogestionando los álbumes y después volvimos a una disquera, pero ya sin tanta presión. Ahora de nuevo estamos independientes y creo que seguimos siendo como éramos al comienzo, haciendo las cosas a nuestra manera. Ahora hay mucha menos presión, sobre esperar qué diga la gente o los fans, primero porque son otras épocas, no tenemos disqueras; nosotros nos encargamos de manejar nuestros tiempos, las temáticas, las canciones. Es una época, en ese sentido, muy liviana para nosotros. Ya se superaron muchas presiones, que tal vez en una época, sí sentíamos.
¿Cómo es el proceso de creación de las canciones, hay cuatro manos o creaciones de uno en uno que gustan al otro?
Andrea: Aterciopelados tiene muy pocas canciones que son hechas por Héctor y Andrea. En realidad pocas, buenas pero pocas. La mayoría son escritas por Héctor o por Andrea y en Genes rebeldes, seis son escritas por Héctor y 7 por Andrea. El asunto de la producción sí es a varias manos. Primero hay una conversación y Aterciopelados es la casa donde cabe con Héctor y Ruiseñora, entonces las canciones sí tienen su personalidad. Cada uno tiene su estudio en casa y nos vamos mandando los tracks. Yo hago las cosas en mi casa.
Ustedes han sido contestarios y este álbum se titula por ese lado, ¿qué más significa el nombre ‘Genes rebeldes’?
Héctor: Está este pensamiento alternativo, que de verdad sí tiene como una rebeldía como una visión diferente de las cosas. Siempre lo hemos tenido. Creo que eso va por eso en nuestro ADN. Nos pareció el título perfecto para el álbum. Sentimos que hoy, 30 años después, seguimos siendo alternativos, seguimos teniendo una visión muy nuestra de las cosas, seguimos haciendo nuestra carrera a nuestra manera. Con nuestros tiempos y diciendo las cosas que nos inquietan. Hablamos de las luchas que queremos. También, hemos evolucionado con nuestros mensajes, esos discursos que teníamos han cambiado, se han elaborado más y ahora creo que tienen más peso. Esa visión alternativa y rebelde de querer siempre estar fuera del sistema, de lo comercial, siempre la seguiremos teniendo.
Los sonidos de Aterciopelados siempre han sonado distintos, pareciera que no se asemeja a ningún otro, pero siempre hay influencias de otros, ¿qué los influencia?
Andrea: Uno tiene múltiples influencias, desde que nace va acumulando músicas que he escuchado. En mi caso, mi mamá es una gran influencia, yo canto porque ella desde que tengo recuerdos, cogía su guitarra acústica y cantaba. Entonces mi mamá y mi familia, en general, fueron de alguna manera mi educación musical porque educación formal (musical) no tuve. Y luego, todas las músicas que uno escucha ella (mi mamá), sobre todo bolero y ranchera y tango. Tal vez entonces, pues por ese lado tengo mucha influencia y luego músicas que sumercé se va encontrando, le van gustando, y siendo uno latinoamericano, pues son múltiples, y de diferente tipo.
Ustedes mezclaron y fusionaron hace 30 años y lo siguen haciendo ahora…
Andrea: Somos una mezcla y este álbum como todo el recorrido de Aterciopelados ha sido eso. En primera instancia de dos personajes que son Héctor y Andrea. Ahí hay una combinación de género, de sensibilidades, de influencias, de medios, de ambientes. Luego también hay mezclas porque uno va a la tienda y suena una música y usted va en el transporte público y suena una música o usted va a la casa de su tía y suena una música. Entonces como latinoamericanos estamos expuestos a una cantidad de músicas y eso es lindo y nos ha enriquecido a nosotros desde el comienzo. En el primer disco hicimos una versión de ‘La cuchilla’ de música de carrilera que es parte nuestra y ranchera, que hay por todas partes y bolero, también hay por todas partes. Y en el último disco también tiene bambuco, cumbia y western, así como el del lejano oeste. También hay sonoridades ancestrales, rock blues, ranchera, vals. Y así mismo, líricamente, es una mezcla porque somos Héctor y yo; hay ambientalismo, feminismo, defensa de los derechos humanos, hay humor por todas partes y hay optimismo y agradecimiento.
Hace 20 años se separaron y regresaron hace menos de 10, esta segunda etapa cómo ha resultado con respecto a la primera?
Andrea: Aterciopelados es casa para Héctor y para Ruiseñora, porque yo creo que esos proyectos solistas no es que ya se acabaron, eso sigue porque es como más una especialización de intereses. Héctor, es más ambiental y ancestral. Yo soy mucho más feminista y como de derechos humanos e introspectiva, Héctor, más cósmico. Y finalmente un disco aterciopelado es eso, una mezcla de estas dos personalidades que son fuertes, que cada una va como por un lado buscando, avanzando y desarrollando. En ese sentido, a mí me parece más chévere, ahora somos artistas más maduros, cada uno tiene su estudio, puede avanzar a su ritmo. Y todo eso enriquece y hace que el disco sea todavía más ecléctico y de nosotros.