Beethoven, según el Cuarteto Casals: el arte completo de la música de cámara

El Cuarteto Casals, de España, se presentó en Bogotá, Cartagena, Florencia, Leticia, Montería, Neiva y Sincelejo en el marco de la Temporada Nacional de Conciertos del Banco de la República 2020.

Pedro Sarmiento*
12 de marzo de 2020 - 09:38 p. m.
El Cuarteto Casals comenzó la preparación de la totalidad de los cuartetos de Ludwig van Beethoven en 2017.   / Gabriel Rojas © Banco de la República
El Cuarteto Casals comenzó la preparación de la totalidad de los cuartetos de Ludwig van Beethoven en 2017. / Gabriel Rojas © Banco de la República

La Temporada Nacional de Conciertos del Banco de la República 2020 abrió con el homenaje a los 250 años de nacimiento de Ludwig van Beethoven, a cargo del Cuarteto Casals de España. La agrupación, que interpretó todos los cuartetos de cuerda de este compositor, se presentó en Bogotá, Cartagena, Florencia, Leticia, Montería, Neiva y Sincelejo. (Le puede interesar: Sonidos para sorprenderse en la Sala de Conciertos)

En la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá fueron escuchados los cuartetos en su totalidad, y en las otras ciudades se interpretó una selección de los mismos. Cada concierto estuvo acompañado de una charla previa, como también de unas palabras introductorias que pusieron de relieve aspectos biográficos y musicales sobre la vida y obra de Beethoven.  (Lea también: Cuarteto Attacca: músicos para el siglo XXI) 

Esta es la tercera vez que el Banco de la República programa este ciclo de cuartetos dentro de su programación. En 1970, el Cuarteto de Praga lo presentó con motivo de los 200 años del nacimiento de Beethoven; luego, el Cuarteto Endellion lo hizo para celebrar el vigésimo quinto aniversario de la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, en 1991. Para esta ocasión, se interpretaron los dieciséis cuartetos de cuerda de Beethoven y se incluyó, además, la transcripción hecha por el mismo Beethoven, de la Sonata para piano No. 9 en mi mayor, Op. 14 No. 1(Además: José Luis Gallo en concierto: entre estrenos y cantos)

Este inmenso proyecto comenzó en 2017, cuando se reunieron en París la representante del Cuarteto Casals con un representante del Banco de la República. En ese momento, el ensamble estaba grabando estas obras, que había iniciado a montar ese año, con miras a la celebración de este aniversario. Además de Colombia, en 2020 este ciclo será presentado también en Estocolmo y Bruselas, con la particularidad de adicionar una obra original —comisionada por ellos mismos a un compositor actual— a los seis programas de concierto, según lo reveló su violista Jonathan Brown. (Lea también: James Johnstone y un concierto inolvidable)

En principio, el Cuarteto Casals quiso interpretar los cuartetos de Beethoven en orden cronológico; no obstante, la idea fue descartada en razón a que para poder apreciar la línea evolutiva de Beethoven se requeriría que los conciertos estuviesen programados consecutivamente, y que a estos asistiera básicamente el mismo público.

Luego de consultar a otros colegas y musicólogos, en búsqueda de una solución novedosa, se dieron cuenta de que en realidad estas obras se pueden organizar de forma libre, pues siempre se obtendrá un resultado favorable. Es así que, organizaron cada programa de concierto sobre ciertas temáticas comunes entre los cuartetos, así:

La idea de Goethe de que  «un cuarteto de cuerdas es la conversación de cuatro personas sensatas» fue utilizada para el primer programa de concierto, integrado por los cuartetos Nos. 2, 3 y 7. El segundo programa, integrado por los cuartetos Nos. 6, 16 y 15, estuvo inspirado en la idea de la relación de la música con la literatura; el cuarto programa utilizó la idea de la variación (Nos. 5, 10 y 12); el quinto y sexto programa estuvieron inspirados en el tratamiento de la fuga, presente en alguno de los movimientos de los cuartetos Nos. 4, 9 y 14, como en los cuartetos Nos. 11 y 13. Para el tercer programa, tuvieron en cuenta el juego de las tonalidades en mi y en fa, derivado de la transcripción de la Sonata para piano No. 9 —transcrita de mi mayor a fa mayor—, tonos que se repiten en los cuartetos No. 1 (fa mayor) y No. 8 (mi menor).

Otro de sus objetivos fue lograr una interpretación propia de cada cuarteto, que fuera fiel a la obra en sonoridad y a los manuscritos originales. Para esto, tuvieron cuidado de no tomar alguna grabación histórica como referente, y partir mejor de su propia relación con la partitura. En ese sentido, utilizaron principalmente las ediciones Bärenreiter por considerarlas las más fieles a los manuscritos.

De igual forma, utilizaron diferentes modelos de arco para poder ajustarse al sonido que correspondería a cada período de composición. En cambio, sus instrumentos son de diferentes épocas, pero permiten tener el empaste necesario para conservar la sonoridad del grupo; Vera Martínez tiene un violín de G. B. Cerutti del siglo XVIII, Abel Tomàs tiene un violín construido por David Bagué, Jonathan Brown tiene una viola anónima de 1630, y Arnau Tomàs un violonchelo Corletto de 1930.

La masiva asistencia a los conciertos fue una constante durante la gira, la cual le permitió a los artistas conocer otras geografías y otros públicos del país, así como comprobar que este repertorio aún los sigue conectando con los espectadores.

Particularmente en Bogotá, el público estuvo motivado tanto por el repertorio como por el cuarteto mismo; verdaderos fanáticos suyos estuvieron presentes concierto tras concierto, incluyendo el del sábado 22 de febrero en la mañana, que se hizo en remplazo del programado inicialmente para el domingo 16, aplazado por un problema de salud de uno de los integrantes del ensamble. La alta calidad interpretativa hizo también que todos los conciertos finalizaran con merecidas ovaciones del público, que luego salía de la sala conversando —con mayor avidez aún— sobre lo escuchado, incluso comparando las interpretaciones de un concierto a otro. 

Es realmente difícil elegir una interpretación en particular, pero basándome en los comentarios de los asistentes, diría que el concierto del viernes 21, donde se interpretaron los cuartetos Nos. 5, 10 y 12, fue el de mayor impacto en el público.

Pero esta elección caprichosa puede refutarse frente a los demás, pues el concierto de cierre también fue ovacionado hasta en tres ocasiones, después de la interpretación del Cuarteto No. 13 que se interpretó en la versión original, es decir, con la Gran fuga como final. Asimismo, el bien logrado carácter religioso de Heiliger Dankgesang del Cuarteto No. 15, hizo que sintiéramos la alusión de Beethoven a las sonatas de iglesia de Corelli. Muchos otros matices fueron detectados por los instrumentistas, compositores y musicólogos que hicieron parte del público, pues la calidad musical superó las expectativas más exigentes.

Mas aún, estos conciertos rompieron con la monotonía, al punto de convertirse en un evento memorable. En Florencia, la asistencia superó el aforo de quinientas personas del auditorio, situación que se repitió también en Cartagena, donde desde temprano hubo lleno total. A Sincelejo llegaron músicos de las poblaciones cercanas, entre ellos, un grupo de treinta niños estudiantes de música de Sincé, que se sentaron en primera fila para poder observar de cerca la disciplina, comunicación y técnica de los integrantes del Cuarteto Casals.

Frente a los cambios en las costumbres de la escucha, modelados por el consumo masivo de canciones, sorprende que aún se goce de obras de largo aliento, pues los cuartetos de Beethoven oscilan entre los veinte y cuarenta minutos de duración. Este fue realmente un tour de force para el Cuarteto Casals, si tenemos en cuenta el desgaste físico que implican los tiempos de viaje, ensayo y presentación en tan solo dos semanas, imperceptible en el escenario. Esto requiere de una gran disciplina, similar a la que manejan los atletas de alto rendimiento, donde todo lo vano sobra, para poder pasar rápidamente del reposo a la acción.

En mi papel de conferencista y presentador de los conciertos en Bogotá, volver a Beethoven y a su música me permitió hacer un ejercicio de redescubrimiento, renovación y reevaluación. Pude disfrutar nuevamente su música con oídos contemporáneos, hacerme preguntas más profundas sobre mi oficio de compositor hoy día, y sobretodo, saber quién fue el compositor, mucho más allá del mito.

* Compositor y musicólogo.

 

Por Pedro Sarmiento*

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