Bogotá vivió una fiesta con Queens of the Stone Age

La habilidad de Homme para mover a la audiencia y conectar con ella quedó comprobada este sábado en el Palacio de los Deportes, en Bogotá. El vocalista de la agrupación californiana tuvo absoluto control sobre el público.

Juan Pablo González
12 de marzo de 2018 - 06:27 p. m.
Fueron algo más de dos horas y media de la fórmula ya conocida de guitarras pesadas, baile rocanrolero y humor negro que los Queens Of The Stone Age. / Juan Pablo González
Fueron algo más de dos horas y media de la fórmula ya conocida de guitarras pesadas, baile rocanrolero y humor negro que los Queens Of The Stone Age. / Juan Pablo González

“Estoy suficientemente borracho para todos”. Así saludó Josh Homme al público bogotano en la presentación de Queens of the Stone Age. Con botella de tequila en mano, el californiano y su séquito montaron una fiesta con todas las de la ley en el Palacio de los Deportes. Fueron algo más de dos horas y media de la fórmula ya conocida de guitarras pesadas, baile rocanrolero y humor negro que los Queens vienen perfeccionando desde hace veinte años.

La noche comenzó bien con la presentación de Los Makenzy. La banda bogotana fue capaz de mover al público como pocos teloneros lo logran en la capital. Abrirle a una banda internacional grande es un reto difícil. Son bien conocidos incidentes como el de la presentación de Memento antes del concierto de Kiss en 2009. En esa ocasión, el rechazo del público, materializado en los cientos de monedas que fueron lanzados al escenario, hizo que la agrupación sólo interpretara tres canciones. Sin embargo, Los Makenzy lograron romper con el mito del telonero. Cuando recibieron los aplausos de la gente, Nicolás Makenzy, vocalista, ofreció un sentido agradecimiento. “Sabemos que no somos lo que pagaron por venir a ver”, dijo. “Por eso recibimos con mucha gratitud sus aplausos”. Al final, Los Makenzy lograron encender al público y calentarlo antes de la salida de Queens of the Stone Age.

Homme y compañía entraron con fuerza, interpretando If I Had a Tail, del álbum ...Like Clockwork (2013). Al término de ese tema, y sin pausa, se devolvieron ocho años en el tiempo con In My Head, uno de los temas de Lullabies to Paralyze (2005). Con esas dos canciones, Queens of the Stone Age dio inicio a uno de los conciertos más memorables que se recuerdan en la capital en los últimos años. El setlist se compuso en su mayoría de una selección de canciones de tempo alto, casi bailables. Muchas de ellas, como You Can’t Quit Me Baby, Make It wit Chu y A Song for the Dead, se extendieron durante casi diez minutos con secciones de improvisación y de camaradería entre los miembros de la banda.

Tres cosas saltaron a la vista del concierto. La primera es la espectacular habilidad de Homme para mover a la audiencia y conectar con ella. Con gestos sutiles, como sacar una peinilla cada tanto para ajustar su peinado, u otros más directos como los varios discursos que ofreció entre canciones, Homme tuvo absoluto control sobre el público. Antes de tocar My God is the Sun, se paseó por la primera fila del público sirviendo vasos de tequila. “La gente que les pone la mano encima de la cabeza, esos no son sus verdaderos amigos”, dijo antes de presentar Domesticated Animals. Homme fue amo y señor del espectáculo, mostrándose como un tipo amable y con ganas de disfrutarse el concierto con la audiencia, su audiencia.

En segundo lugar, el ensamble y la química musical de la banda resultó impresionante. Queens of the Stone Age es una banda que ha tenido una inestabilidad relativa a lo largo de su carrera. Homme es el único miembro original, y Villains fue el primer disco que no contó con la participación de invitados. Sin embargo, la encarnación actual de la banda, compuesta por Homme, Troy van Leeuwen (guitarra), Michael Shuman (bajo), Dean Fertita (teclados) y Jon Theodore (batería), ya lleva casi cinco años de rodaje. Theodore fue el último en llegar, tras la publicación de ...Like Clockwork. Van Leeuwen lleva más de quince años acompañando a Homme. Lo cierto es que no hubo nota mala. Podría decirse que un nivel alto de cohesión y sincronización es un mínimo para un grupo de músicos profesionales, pero son muchos los casos en que se aprecia una falta de ensayo. Queens of the Stone Age es una banda impecable en el escenario.

Por último, llamó la atención la curaduría del setlist. Los Queens tocaron canciones de todos sus álbumes, a excepción de Rated R (2001). El tiempo les alcanzó para tocar éxitos conocidos como Go with the Flow y Little Sister, así como también otros menos sonados como Burn the Witch y Smooth Sailing. El balance fue exquisito, y hasta el aficionado más furibundo a la banda pudo salir contento con la selección. Siempre se echa en falta la ausencia de temas de Rated R, por ser el disco que catapultó a Queens of the Stone Age al estrellato, pero se puede pasar por alto ante el volumen de lo que sí tocaron.

Tal vez el único punto negro de una presentación casi perfecta fue el sonido. En la sección de VIP se pudo apreciar que el bombo de Theodore estaba demasiado alto en la mezcla, y hubo ocasiones en que las guitarras de Homme y Van Leeuwen no se distinguían del todo, también por el alto volumen. A medida que avanzó la presentación, los ingenieros lograron ajustar la mezcla y mejorarla, pero no consiguieron que fuera óptima. Poco importó el tema del sonido, sin embargo, en un concierto que quedará como uno de los mejores del año.

 

Por Juan Pablo González

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