Cada vez que Adriana Lucía conversaba con el escritor David Sánchez Juliao se tomaban un “café sin prisa”, como él lo llamaba. Echaban cuento, como dos comadres, y el escritor le contaba historias jocosas a las que él estaba acostumbrado. Le contó que una vendedora de fritos que hacía kuibbes, decía que era tan bueno que hasta a los turcos le gustaba.
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En la conversación que tuvimos, Adriana me contó cuando Sánchez Juliao le contó cuando se ganó su primer premio internacional. A los días llegó a Lorica, tierra natal de ambos, y un tipo le dijo el otro, “mira, ahí está David, el que se ganó el premio en México”. Luego el tipo le dijo, “ese que va a ser famoso si come empanada conmigo”.
La cantante, sin darse mucha cuenta, volvió a la época en la que hablaba con Sánchez Juliao y, con la nostalgia que la caracteriza, una que llama “Nostalgia Lucía”, compuso su más reciente producción. Una mezcla de alegría y tristeza, en el que incluye vallenatos, bullerengue, porro, cumbia, champeta y más.
Esos ritmos caribeños que incluye en el álbum, ¿cree que conversan mejor con el interior del país o con el Caribe?
Cuando uno nace en un puerto como Lorica nos acostumbramos a los de aquí y a los de allá. Pero nosotros no valoramos lo que tenemos en frente por verlo tanto y necesitamos a un interior del país y a un exterior para esa especie de aprobación. Entonces, creo que es ahí donde necesitamos a un Bogotá o a un Medellín, que son los que le han dado el valor, a unos Gaiteros San Jacinto, a una Totó La Momposina, a una Lucy González, a unos Corraleros de Majagual, a un Lucho Bermúdez. Pero para ser justa, después de un tiempo, eso cobra un valor inmenso en nuestro Caribe. O sea, yo te digo que no hay festival del Caribe en donde no haya sido homenajeada.
Ahora que menciona a David Sánchez Juliao, recuerdo de sus conferencias, algo que él siempre recalcaba y era lo de “reafirmarse como Caribe” y uno escucha su disco y siente eso de “reafirmarse como Caribe”...
Oye, qué divino eso, ya yo no sé ni qué decir, qué lindo...
¿Qué tanto le ha costado en la vida reafirmarse como Caribe?
Yo me vine muy chiquita a Bogotá, vivo aquí desde los 16 años. Soy una costeña muy cachaca. O sea, yo amo a Bogotá, pero no siempre fue así. Cuando estaba en la universidad sufrí a los profesores diciendo “ay, qué pereza estos costeños” o uno decir una palabra y todo el mundo la repetía en eco.
Nueva York es la capital del mundo porque tú te metes en un vagón y ves una persona oriental, árabe, gringa, negra, pero en Bogotá, como que nunca entendimos que esa era la fortaleza. Entonces, siento que muchas de las cosas que hacen las personas que vienen aquí, como método de defensa, es empezar a perder el acento, no decir los dichos. Y yo encontré en eso, fue una fortaleza. A mí me fascina donde soy.
De los géneros de Caribe que ha trabajado, ¿con cuál se queda?
Soy más cumbia, sin duda. Yo escojo la cumbia porque para mí, obviamente, es el principio, pero también me da otros elementos, más allá de la música. Me da la pollera, el paquete de vela, mis flores, y eso parece una cosa superflua, pero lo siento como el guerrero que va a la batalla y le ponen el yelmo, la coraza. Eso esos son mis elementos. O sea, yo me siento muy poderosa con eso. La cumbia es tan poderosa que es el único género de Colombia que ha logrado que otros países lo hagan también. O sea, el gran aporte de Colombia al mundo es la cumbia.
De hecho, en alguna canción dice “esta es la cumbia de Colombia”, como para reafirmar la cumbia de aquí y separarla de la de otros países.
Sí, pero yo no soy regionalista. Siento que si no fuera por México y Argentina no hubiera cumbia tan fuerte en la industria. Porque nuestra industria no le ha dado cabida a la cumbia colombiana. Es decir, suena la cumbia y se sostiene por los festivales. He estado en algunos comités del Latin Grammy y si no fuera por los peruanos, mexicanos y argentinos sería desierta la categoría.
Los mexicanos conocen más de esta historia que los colombianos, en Argentina, por ejemplo, no tienen ni idea que la cumbia viene de Colombia. O sea, apenas están descubriendo que esa vaina viene de acá. Entonces, yo a veces veo colombianos haciendo cumbia más parecida a la cumbia villera o a la mexicana. Y digo, por qué si tú tienes la fuente de donde sacas esa vaina, terminamos jugando como al teléfono roto.