Era un buen momento para la música vallenata. Dos años antes se había gestado la creación del departamento del Cesar, promovida por el después presidente de Colombia Alfonso López Michelsen. Su capital sería Valledupar y también se convertiría en la capital del vallenato puesto que un año después se organizó el primer Festival de la Leyenda Vallenata.
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Ahí participaron grandes juglares como Emiliano Zuleta Baquero, creador de la “Gota Fría” o Alejo Durán con su “Alicia Dorada”. Era la época en que los músicos vallenatos se estaban dando a conocer en el interior del país con sus canciones, escritas, tocadas y cantadas por ellos mismos. Esa era la figura irremplazable de un juglar vallenato. Un virtuoso en las distintas áreas musicales.
Pero en 1969 llegaría una persona que rompería esa regla inquebrantable de que para ser músico vallenato este debía escribir, cantar y tocar sus propias canciones y melodías. No fue el primero que lo hizo, pero sí fue con el que la historia se quiso quedar. Antes estuvieron algunos músicos como Pedro García Díaz, Isaac Carrillo y Miguel Yanet, entre otros.
Ya ellos se habían escindido del modelo que les había impuesto la música vallenata y fueron los primeros cantantes de vallenato separados del acordeón. Ellos solo se dedicaban al canto y la virtuosidad de componer o tocar la dejaban en manos ajenas. Mientras aparecían estos nuevos cantantes en la escena musical, Jorge Oñate se fue de La Paz (Cesar) a Bogotá dejando su pasión por el fútbol y en la búsqueda de desarrollar su segunda pasión, que era la música.
La primera vez que hizo historia
Alonso Fernández Oñate estaba en esa ciudad e interesado en que las canciones vallenatas se grabaran. Tenías amistades en las casas de grabación y buscó a Emilio Oviedo, que era un gran acordeonero del momento, para que grabara un álbum con sus canciones, tocadas y cantadas por él mismo. El músico le hizo una contrapropuesta y le pidió que incluyera a un amigo que estaba en la capital. Era Jorge Oñate.
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“En Bogotá se encontró con muchos nativos que andaban en la misma búsqueda. Se encontró con Alonso Fernández Oñate, un abogado y compositor con buenas relaciones y consiguió que el sello Vergara le grabara 12 canciones. Buscó a Emilio Oviedo que era uno de los acordeoneros connotados del momento, los unió e hicieron un álbum musical con una agrupación que se llamó Guatapurí”, relató el periodista vallenato Celso Guerra.
Ese álbum se llamó “Festival Vallenato” e incluyó ocho canciones dentro de las que se encontraban Lavandera, La Negrita del ají, Advertencia, María Eugenia, Luisa Fernanda, Canto optimista, Fabiola y Campesina Vallenata. Este último tema fue el tema que tuvo mayor trascendencia y fue el que despertó en Oñate las ganas de éxito y el de lo otros cantantes. El mismo Emilio Oviedo aseguró en una entrevista publicada por el portal La Chácara cómo se grabó el disco
“Cuando terminamos de grabar Campesina Vallenata, yo le dije ¿a usted le gustaría interpretar otro tema?, porque todavía me faltan siete. Jorge me respondió, maestro, si es de su agrado, con mucho gusto las interpreto. Cuando terminamos de grabar los ocho temas musicales Jorge me confesó que esta es la oportunidad que estaba esperando para comenzar su vida musical”, aseguró Oviedo.
La segunda vez que hizo historia
La investigadora de música vallenata Marina Quintero asegura que Alonso Hernández pensó que Jorge Oñate era “un muchachito aficionado y no que era cantante y que aunque estaba nervioso tenía una seguridad impresionante... el color de su voz es natural”. Gracias a ese talento sus paisanos, los Hermanos López, escucharon aquel disco, se enteraron de que el muchacho estaba en Bogotá y lo llaman para grabar con él.
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Luego, con el Festiva Vallenato tomando fuerza se presentó en dos ocasiones a cantar. La primera vez fue en 1970 con Emilianito Zuleta, y la segunda vez dos años más tarde con Miguel López, con quien ya había grabado un disco. Los discos y los festivales le sirvieron para mostrarse. Tenía ganas de más, sin darse cuenta de que lo que ya había conseguido sería catalogado por los analistas musicales más adelante como un hecho histórico. Marina Quintero dice que partió la historia del vallenato, no en dos, sino en tres.
Dos años más tarde, en 1974, se presentaría el segundo hecho histórico que catapultaría a Jorge Oñate como un artista relevante de la música vallenata y dejaría claro que para serlo no se necesitaba ser un juglar. Se presentó por primera vez en el Festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla cuando a ellos no le gustaba el vallenato. Es día se llevó el Congo de Oro y se lo arrebató a géneros más populares en ese momento como el merengue y la salsa.
“Ahí es cuando comienzan a aparecer esa cantidad de compositores que nutrieron el folclor vallenato y no fue el primero en ser cantante y tener acordeonero por separado, pero sí fue el primero en tener éxito. Esto motivó a los otros muchachos de la región que tenían talento para cantar y surgieron Poncho Zuleta, Diomedes Díaz, Rafael Orozco y muchísimos cantantes más”, afirma el periodista Celso Guerra.