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Europa del Este: sonidos en común

Polonia, Hungría y Rumania hacen de Europa oriental una región que ha aportado de manera significativa al formato de cámara, con compositores como Josef Suk (1874-1935), Bedrich Smetana (1824-1884) y Antonín Dvorák (1841-1904).

06 de enero de 2022 - 01:27 p. m.
En Bohemia, entre los numerosos artistas nacidos en el siglo XIX, destacan Antonín Dvorak (1841-1904) y Bedrich Smetana (1824-1884).
En Bohemia, entre los numerosos artistas nacidos en el siglo XIX, destacan Antonín Dvorak (1841-1904) y Bedrich Smetana (1824-1884).
Foto: Viviana Velásquez

En muchos países de Europa del este se desarrolló una música nacional durante el siglo XIX. Este fue el caso de Polonia, que contribuyó a la historia de la música de cámara con excelentes músicos. El compositor más destacado fue, por supuesto, Fryderyk Chopin (1810-1849), que dejó su tierra natal en 1830 para instalarse en París.

La imagen de la cultura musical húngara era similar a la de Polonia. También en este caso había graves problemas políticos que hacían que el entorno no fuera fértil para el género de la música de cámara: Hungría permanecía en un aislamiento apenas atenuado por la influencia extranjera que, sin embargo, era absorbida más que asimilada.

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Resulta sorprendente que Rumania, que se liberó de sus lazos con Turquía en 1877 y que, por tanto, carecía de puntos de referencia significativos en el ámbito de la música occidental, haya sido capaz de producir un maestro tan interesante como George Enescu (1881-1955), un auténtico y precoz talento.

En Bohemia, entre los numerosos artistas nacidos en el siglo XIX, destacan Antonín Dvorak (1841-1904) y Bedrich Smetana (1824-1884).

Algunos de los compositores más importantes que escribieron música de cámara son Fryderyk Chopin (1810-1849), Franz Liszt (1811-1886), George Enescu(1881-1955), Antonín Dvorak(1841-1904) y Bedrich Smetana (1824-1884) y Josef Suk (1874-1935).

Obras a destacar

La música de Antonín Dvorak (1841-1904) y Josef Suk (1874-1935), su alumno y luego yerno, está impregnada de la energía y vivacidad del espíritu nacional. Su romanticismo nacionalista se expresa en el uso de escalas antiguas, que se complementa con la influencia y el tributo a los elementos populares rurales de cantos y danzas. En contraste, la música de cámara de Bedrich Smetana (1824-1884), el antecesor y fundador de la escuela checa, había sido criticada por ser “no nacional”. Para él, la música de cámara fue el refugio personal en épocas difíciles. La compuso en momentos de grandes crisis, sentía que con ella se expresaba mejor, por lo cual se convirtió casi en su diario íntimo.

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Josef Suk (1874-1935)

“Serenata de cuerdas, op. 6″

Josef Suk era el alumno preferido de Dvorak cuando compuso, en 1892, con apenas dieciocho años, esta serenata para instrumentos de cuerda. Desde la presentación de sus primeras composiciones obtuvo amplio reconocimiento, al punto que a principios del siglo XX se le consideraba uno de los líderes de la escuela musical checa. La Serenata opus 6 evidencia sus tempranas dotes de brillante orquestador, pero Suk, a diferencia de su profesor, no encontró en el folclor una fuente preferida para sus obras. Sin embargo, el joven actuó bajo la influencia del modelo de serenata creado por su maestro. Por ejemplo, la Serenata de Suk, como la de Dvorak, comienza con un tema lírico acompañado por un pizzicato, que reaparece hacia el final del último movimiento, según la tradición de la forma cíclica. Suk no solamente admiraba a Dvorak, sino también a su hija, Otilie, con quien se casó en 1898.

Bedrich Smetana (1824-1884)

“Cuarteto de cuerdas n.° 1 en mi menor (De mi vida)”

Smetana es considerado el padre de la música nacional checa, con obras emblemáticas como su ópera cómica La novia vendida y el poema sinfónico El Moldava. En su catálogo de música de cámara se encuentran dos cuartetos de cuerdas. El primero de ellos, titulado De mi vida, es una obra autobiográfica compuesta en 1876 que se basa en un programa descrito por el propio compositor. El primer movimiento celebra la decisión de Smetana de entregar su vida al arte. El segundo, en ritmo de polca, expresa el placer juvenil que sentía por la danza. El tercero evoca su historia de amor por la mujer que se convertiría en su esposa. Y el cuarto movimiento señala su feliz destino como compositor de estilo nacionalista, ensombrecido por la aparición de los primeros síntomas de la sordera que padecerá al final de su vida, como consecuencia de la sífilis. Una nota mi sostenida y muy aguda, que suena como un silbido en el primer violín, representa el momento en el que empezó a sentir pitos incontrolables en el oído.

Antonín Dvorak (1841-1904)

“Danzas eslavas para piano a cuatro manos, op. 72″

El compositor Antonín Dvorak fue uno de los estandartes del nacionalismo checo, y la primera obra que le dio fama internacional fue una creación teñida de colores locales: las Danzas eslavas, escritas originalmente para piano a cuatro manos, un repertorio muy solicitado por los aficionados de la época. Se trata de dos colecciones, cada una de ocho danzas, publicadas en 1878 (opus 46) y 1887 (opus 72). Para componerlas, Dvorak no solo se basó en ritmos de su nación, sino que involucró danzas de otros territorios eslavos. Las danzas números 3 y 8 se basan en ritmos checos: skocna y sousedská, respectivamente. Mientras que la primera es un odzemek de Eslovaquia y la segunda una dumka de Ucrania.

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En ninguna de sus Danzas eslavas realizó citas textuales del folclor, sino que creó un material original siguiendo, eso sí, ciertos patrones de la música tradicional para teñir sus piezas de sabor vernáculo. Por sus admirables obras basadas en la música folclórica, Dvorak fue contratado entre 1892 y 1895 como director del Conservatorio de Nueva York con la misión de impulsar en los Estados Unidos una corriente de inspiración nacionalista. Allí detectó muy rápido que la música tradicional de los aborígenes y los cantos espirituales de los negros eran ideales para cimentar una escuela de raíces locales. De dichas fuentes extrajo elementos básicos: escalas pentatónicas y síncopas, por ejemplo, que aplicó en algunas de sus partituras creadas en suelo americano.

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