Free Play, la reconciliación N. Hardem

N. Hardem presenta Free Play aka Orbe, el primer sencillo de su primer trabajo de larga duración.

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Sara Kapkin
30 de enero de 2020 - 09:01 p. m.
N. Hardem ha escrito las canciones que lo han convertido en el rapero insigne de la capital, en el favorito de los que se sienten últimos, y los que no también.
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N. Hardem ha escrito las canciones que lo han convertido en el rapero insigne de la capital, en el favorito de los que se sienten últimos, y los que no también. / Cortesía
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“Siento como que empecé otro nivel y me acuerdo de mi sensei y las enseñanzas del Aikido, que una vez uno cumple de 7 a 10 años de práctica para lograr el cinturón negro, es cuando uno se vuelve un estudiante, cuando ya probó finura, la entrega al arte. Ahí es donde empieza la mierda. Yo llevo 10 años o más entregándole a esto (al rap) seriamente y ahora empecé a contar mi historia y así empieza, esta es”, dice el rapero bogotano N. Hardem hablando de su próximo disco.

Sin fecha fija para su publicación y sin intenciones de revelar todavía el nombre del que será su primer proyecto de larga duración, N. Hardem empezó a dar muestras de lo que trae con el lanzamiento de dos sencillos en vinilo de 7, Free Play aka Orbe y Virgo, ambos lanzados el año pasado.

Ahora presenta Free Play en formato digital con un videoclip rodado en Bogotá y filmado enteramente en cinta de super 16mm y super 8mm. Es a partir de esta canción, producida por AvenRec, que se erige su obra.

Hardem venía de publicar Rhodesia (2018), un disco nada convencional, bastante experimental y sobre todo exigente, producido por Las Hermanas. Un disco que resultó de un proceso que el mismo Hardem reconoce difícil.

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“Rhodesia fue una excusa para estrellarme con todo, querer abarcarlo todo, querer ser todos, querer romperlo todo. Fue un proceso bien difícil interiormente y los encuentros con la música eran exigentes, porque era como hacer música con un genio y tratar de no quedarse mudo”.

Este parece ser todo lo contrario. “Es como reconciliarme con todo lo que ya me golpeé. Es una reconciliación incluso con mi propio rap, porque el disco, dentro de todo lo que es, es muy rapero, que es una parte mía con la que me cuesta mucho convivir y es normalmente donde más separó al personaje de la persona, y aquí se logró una sana convivencia”, dice Hardem.

Es una muestra de su identidad y su propósito que resume en palabras del músico y poeta Gil Scott-Heron que dice que “la forma de saber cómo te ves realmente está en la expresión, en el rostro de los demás. Cuando dices algo, la expresión en las caras de los otros es como luces de verdad, la sonrisa que te brindan cuando tocas una canción o cuando les das una idea de la que pueden partir para hacer algo”.

Es el rap de Hardem, un rap cuya fortaleza radica en el interior de un cuerpo flaco donde convergen un sinfín de influencias: Bogotá, Chocó, Kunta Kinte, la marimba, el grafiti, el ruido de la ciudad y el misticismo de la selva. El rey y el esclavo. Y un cuerpo que se fortalece en su propósito de dar, de ser un canal para dar a otros lo que ya de otros fue recibido.

Free Play permite imaginar un disco en el que será posible ver con más nitidez a Nelson Enrique Martínez, la persona detrás de N. Hardem, el rapero más arisco e insigne de Bogotá.

“Ya es suficiente preocupación preocuparme por cómo me veo conmigo mismo, para preocuparme ahora por cómo me ven todos los demás. Que me vean como me quieran ver y que se vean como se quieran ver, pero que se vean, que nos veamos, que nos encontremos, creo que eso es todo”.

Por Sara Kapkin

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