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Juan Carlos Higuita, poética del violín

El más reciente disco del violinista colombiano, titulado “Mitos y poesía”, presenta cinco nuevas obras de compositores nacionales.

Irene Littfack
02 de noviembre de 2023 - 11:20 a. m.
Esta producción de Juan Carlos Higuita requiere contemplación, tiempo, pausas y elogios, como lo demandan también la poesía y las cuestiones filosóficas.
Esta producción de Juan Carlos Higuita requiere contemplación, tiempo, pausas y elogios, como lo demandan también la poesía y las cuestiones filosóficas.
Foto: Cortesía

La materia con la que está hecho el nuevo disco de Juan Carlos Higuita proviene del mundo literario y del pensamiento ancestral. Profundo, misterioso y brillante, se trata de un soliloquio sobre cinco obras para violín de cuatro destacados compositores de música contemporánea: Damián Ponce de León, Fabián Roa, Roberto Rubio y Santiago Barbosa.

Por tercer año consecutivo, Higuita trae a la vida repertorio fresco para violín solo, acumulando un total de 22 piezas originales, comisionadas por él mismo, y compiladas en los discos ‘Paisajes sonoros’ (2021), ‘8 mundos’ (2022) y, finalmente, ‘Mitos y poesía’ (2023), con el sello Klassic Cat. Su labor es épica, ejemplar. Su resultado, magistral. Este disco ya no solo reafirma el compromiso del violinista con la música made in Colombia, sino que lo encumbra como el gran exponente y como el alquimista que ha transformado el silencio, la nada, en la más grande colección de música nueva para violín.

Inspiradas en mitos, historias y reflexiones filosóficas, las cinco obras de esta producción -grabada por Luca Gardani y Alejandra Bernal en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango-, exploran las posibilidades tímbricas del violín a través de técnicas tradicionales y extendidas, crean atmósferas, plasman una idea, o evocan distintos estados de ánimo. Las piezas de este disco tienen un lenguaje menos experimental que las del anterior y, aunque vanguardistas, conservan elementos clásicos a nivel formal, melódico y tonal.

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‘Mitos y poesía’ abre con Siete guacamaya, una obra tripartita de Damián Ponce de León (1980), basada en un personaje de la mitología maya que, según el Popol Vuh, quiere ser adorado como el dios del sol, sin serlo. Partiendo de esta idea, Ponce de León crea una narración musical abstracta alrededor del ciclo de esta ave: su intención de brillar, su decadencia y, finalmente, su muerte. Así, el personaje se presenta mediante una serie de artilugios musicales, secuencias veloces y repetitivas que simulan grandeza; armónicos y dobles cuerdas que funcionan como destellos, pizzicatos en pianísimo que emulan la decadencia del ave, o cantos graves y vibrantes que anuncian su fin.

El disco continúa con Forleikur, de Fabián Roa (1984), un concepto que, en islandés, se refiere a la preparación física y mental para la realización de una actividad. La pieza de Roa va evolucionando paulatina y orgánicamente, creciendo en textura e intensidad hasta envolver al espectador en una atmósfera frenética. Las influencias eclécticas de Roa, que tienen como punto de partida el punk y se han nutrido de la música académica, se hacen audibles en esta pieza, en la que Higuita hace gala de su dominio técnico para conseguir timbres eléctricos, distorsiones y efectos alejados de la sonoridad tradicional del violín, que crean una experiencia sensorial nueva.

En la mitad de la producción se ubica Panta Rhei, de Roberto Rubio (1972), compositor con el que Higuita colabora por primera vez, pero cuya pieza exalta de forma especial la expresividad del violinista colombiano. El título de la pieza hace referencia a un concepto de la filosofía clásica, adjudicado a Heráclito, que significa dejar fluir. Contrapuntos y ostinatos que se remontan a la tradición barroca, un gran impulso rítmico en constante aceleración y episodios libres a manera de recitativos son la fibra con la que está construida esta pieza y con la que Higuita despliega su capacidad expresiva y la riqueza de su sonido.

El disco prosigue con Tríptico para violín solo, obra de Santiago Barbosa (1985) inspirada en Rayuela, de Julio Cortázar. Ya en ‘8 mundos’, Higuita había incluido Dolor paterno en Fa#, una de las tres piezas que conforman esta obra, y ahora la trilogía se completa con Violeta y negro y Sonrisa sarcástica en amarillo. Es una obra de contrastes que el propio Barbosa describe como “tempestuosa y catártica”: la primera parte, agitada y enérgica; la segunda, dulce, pausada y pizzicato; la tercera, rítmica e incisiva, explora principalmente el recurso de la scordatura -cambio de afinación de una o más cuerdas-, y los cambios súbitos de dinámica.

Finalmente, el círculo se cierra como empieza, con otra obra de Ponce de León: La ira de Dios. Esta pieza, la más breve del disco, es obstinada, rítmica e incisiva, rememora sonoridades y ritmos latinoamericanos, pero también desafía los timbres del violín, convirtiéndolo en múltiples voces, en instrumento de viento, en grito, en eco o en suspiro.

La poética de Juan Carlos Higuita concluye así, por ahora, dejando clara su impronta artística, su calidad extraordinaria y su fiel compromiso con la creación de patrimonio musical en el presente. Hacer un disco para violín solo es un reto y, más aún, hacer tres. Esta producción requiere contemplación, tiempo, pausas y elogios, como lo demandan también la poesía y las cuestiones filosóficas. El de Higuita es un disco hondo e invaluable, resultado de la dedicación de un inmenso intérprete que es, también, un gran creador.

Por Irene Littfack

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