Finalmente se puede realizar el gran homenaje a Astor Piazzolla. ¿Cómo condensar tantos años de historia musical en dos conciertos de menos de dos horas?
El legado de Astor Piazzolla es tan grande en calidad y cantidad de obras que necesitaremos cien años más para que el público del mundo las conozca. Aquí trataremos humildemente de compartir varios Piazzollas posibles por estilo y etapa, para mostrar algunas de sus múltiples aristas compositivas.
Usted conoció a Piazzolla y ahora tiene la responsabilidad de promover su legado, descubrir repertorio inédito e incorporarlo a muchos conciertos, ¿cómo ha sido esa experiencia?
Como parte de un grupo que en los años 80 pretendía seguir su línea estilística, siendo muy jóvenes, el maestro tuvo la generosidad, a partir del beneplácito de lo escuchado, de invitarnos a su casa y compartir un encuentro inolvidable, que continuó con el regalo de una de sus obras para el grupo, por cierto, llamado Nuevos Aires, y a mí, en carácter de flautista de la agrupación, regalarme La historia del tango, para su estreno en Argentina, obra original para guitarra y flauta. Fue un honor y privilegio charlar largamente con el maestro y, sobre todo, escucharlo, sus hábitos de trabajo, su empecinamiento por plasmar un legado que felizmente hoy el mundo puede disfrutar. Escribió mucha más música de la que él mismo, en calidad de genial instrumentista, pudo mostrar.
La obra de Piazzolla está ligada a varias etapas, estilos, lugares y a su vida personal. ¿Qué definía su música?
Tenía un criterio muy generoso respecto a su quinteto, también le encantaba hacer bromas con sus compañeros, algunas comentables y otras que los propios protagonistas se han ocupado de compartir. Indudablemente, pasó por distintas formaciones y estadios. Lo que lo define es el manifiesto del Octeto Buenos Aires (OBA), que sintetiza su saber, su ser y su pensar.
¿Hay un redescubrimiento de la obra de Piazzolla en las nuevas generaciones?
Creo que las nuevas generaciones escuchan su música sin preconceptos, respecto a género, historia, etc., y eso inexorablemente hace que su aceptación y disfrute sea más inmediato. Nos hace muy felices ver y saber, a través de nuestras redes, cómo la mayoría de los seguidores del quinteto no superan los cuarenta años.
Siempre se habla del antes y después de Piazzolla con respecto al tango como género. ¿Es una postura que se mantiene con los años?
Fue un músico disruptivo, que revolucionó y resignificó el género, universalizándolo, a partir de un sentimiento, un conocimiento, un talento y una capacidad de trabajo muy difíciles de igualar.
¿Cómo ha vivido usted el proceso de transformación del tango como género?
El tango, como muchas músicas, tiene su propia evolución y búsquedas, y en ese sentido sigue creciendo. Sin embargo, el lugar social que ocupó como género en los años 40 y 50, siendo la música que se bailaba en las salidas de los porteños, sin duda que desde los 60 fue ocupando un nicho mucho más pequeño respecto a esa popularidad de otrora.
En una entrevista dijo que a Piazzolla se le ama o no. ¿Alguna vez ha tenido que desenamorarse del maestro para entender su obra?
Nací enamorado de Piazzolla, impactó profundamente en mí como en muchos de mi generación a quienes nos marcó un destino y nos dio un sentido de pertenencia que agradecemos y tratamos de transmitir y hacer disfrutar.
Hablemos de los arreglos para orquesta que escucharemos en el Teatro Colón, en Bogotá...
Nos hemos propuesto compartir su legado con las orquestas del mundo, casi como un ritual en su nombre, poniendo su formación preferida, el quinteto, como coprotagonista junto a las distintas orquestas. Sin embargo, la figura central es la música de Piazzolla y, por lo tanto, es su lápiz el que rige la celebración de su centenario. Pablo Mainetti tuvo la dificilísima tarea de consolidar esta celebración, que estrenamos con gran alegría en nuestra querida Bogotá.
¿Cuáles son esos infaltables en un recital del Quinteto Astor Piazzolla que el público espera siempre?
Hay un grupo de “standars” de Piazzolla, encabezado por “Adiós, Nonino”, “Libertango”, “Oblivion”, sus “Estaciones porteñas” (Verano e Invierno), sobre todo, “La milonga del ángel”... Tratamos siempre de que algunos de ellos sean parte protagonista de los conciertos, pese a seguir insistiendo en que hay muchísima de su música que podría ser parte de esta lista.
Por segunda oportunidad en el Colón, se presentan con el respaldo de una agrupación como la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y con un público amante y conocedor del legado de Piazzolla, ¿qué significa esto para usted?
La alegría y el orgullo que nos embargan al iniciar estos conciertos compartidos justamente con la Sinfónica es doble. Somos conocedores de su valía y reconocemos en ella y en el oído del público colombiano un genuino interés y sapiencia respecto al material a trabajar.
Después de Colombia sigue Europa en la gira con un repertorio totalmente distinto. ¿A qué hora duerme?
Terminados los conciertos en Bogotá, partimos a Alemania, Suiza y varias presentaciones en Italia; volvemos a Buenos Aires a preparar nuestra segunda gira en oriente y la primera en Estados Unidos, con distintos repertorios en cada caso. Creo que ningún trabajo agota, cuando se hace lo que se ama; más bien se agradece y honra como merece semejante artista. Acabamos de terminar de grabar nuestro quinto trabajo discográfico, trayendo al quinteto obras originalmente pensadas para formaciones más grandes. Seguimos investigando y mostrando al mundo una música que parecería infinita.