Nina Simone, el tono mayor del soul

Eunice Kathleen Waymon, nombre de pila de la denominada "Sacerdotisa del soul", luchó contra la discriminación racial y desde su piano ayudó a difundir la música afroamericana. Simone nació el 21 de febrero de 1933 y murió el 21 de abril de 2003.

Juan Carlos Piedrahíta B.
24 de febrero de 2020 - 06:00 p. m.
Nina Simone creó su nombre artístico de un apodo cariñoso de su pareja sentimental, mientras que el apellido lo tomó de la actriz francesa Simone Signoret.  / AFP
Nina Simone creó su nombre artístico de un apodo cariñoso de su pareja sentimental, mientras que el apellido lo tomó de la actriz francesa Simone Signoret. / AFP

El arte y la lucha en contra del racismo tuvieron el mismo punto de partida para Nina Simone. Durante su debut oficial como niña prodigio del piano, a los diez años, sintió por primera vez la discriminación. Ella había reservado algunos asientos en primera fila para que fueran ocupados por sus padres y sus hermanos. Esas localidades de lujo debían ser parte del pago por su presentación en un pequeño auditorio en su natal Tryon, Carolina del Norte. (Le puede interesar: Negra/Anger, un homenaje a la memoria de Nina Simone)

 

 

Sin embargo, cuando Eunice Kathleen Waymon, quien aún no había adoptado su nombre artístico, salió a escena se dio cuenta de que las sillas destinadas para sus familiares estaban siendo ocupadas por hombres y mujeres de raza blanca. Trató de encontrar una respuesta lógica ante esa arbitrariedad y la única razón que escuchó era que sus parientes habían sido desalojados por su color de piel y que les habían asignado unas butacas en la parte posterior de la sala para que pudieran aplaudir, desde lejos eso sí, a la naciente estrella del canto y del piano en Norte América. 

 

 

A partir de entonces muchas puertas se le cerraron por su condición afrodescendiente. Le negaron un cupo en una Universidad de Filadelfia a pesar de que tocaba piano desde los tres años cuando sus brazos casi ni alcanzaban el teclado del órgano en el que su madre, Mary Kate, interpretaba las canciones de la iglesia metodista que lideraba en ese tiempo. (Lea también: Bon Jovi, Nina Simone y otros músicos son nuevos habitantes del Salón de la Fama)

Nina Simone, además, fue rechazada para desempeñar varias actividades artísticas con el mismo argumento discriminador, hasta que encontró una oportunidad de ocupar una plaza en un bar de Atlantic City en el que buscaban con mucho afán a una cantante. En aquella oportunidad, ella se presentó para apagar una urgencia y se lució como pianista, lo único que era en aquel momento, y fue prácticamente obligada a acompañar con su voz las notas magistrales de su instrumento.

 

 

En ese local nocturno terminaron los días para Eunice Kathleen Waymon y surgió Nina Simone. El nombre lo sacó de un apodo cariñoso de su pareja sentimental, mientras que el apellido lo tomó de la actriz francesa Simone Signoret, a quien admiraba por su versatilidad y por hacerle frente a roles exigentes a los que muchas colegas habían dejado a un lado por miedo a ser encasilladas. (Además: La lucha de Nina Simone: vigencia trágica)

En ese mismo lugar encontró el respaldo suficiente para comenzar a evolucionar como compositora y tuvo a la distancia a dos grandes maestros: George Gershwin y Duke Ellington. Sus influencias marcaron el sendero que ella quería para su carrera en el ámbito de las notas. Los hábitos en las partituras, el manejo de emociones, el biorritmo, las intencionalidades y hasta los silencios de estos dos genios de la música fueron asimilados por Simone. (También: Nina Simone, una fruta extraña)

Tuvo contratos jugosos con grandes firmas discográficas que le sugirieron modificar su sonido. Sin embargo, Ella siempre dijo que su arte necesariamente debía estar sintonizado con el ancestro y que por eso no se podía mover del góspel, el jazz, el blues y el soul. Era lo que ella sentía. Lo que llevaba por dentro.

Nina Simone siguió de cerca los aportes sociales y políticos de personajes como Martin Luther King y Nelson Mandela y trató de aplicar sus filosofías, tanto en sus creaciones como en sus interpretaciones. El mundo la conoció como ‘La sacerdotisa del soul’ y ella asumió esa responsabilidad con sus tonos mayores. Murió en Francia el 21 de abril de 2003 y en la atmósfera siguen sonando sus canciones, además de que continúan dando vueltas sus actitudes contra la discriminación.     

 

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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