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Desde los años 90 ninguna banda de rock colombiano lanzaba un álbum en vivo. En más de dos décadas solamente aparecen en las búsquedas en internet, y en los sondeos entre melómanos, grabaciones de desconectados, sinfónicos y algunos discos que compilan canciones grabadas en conciertos.
Además del de Kraken Huellas y Caminos (2002), de los de las bandas de metal Neurosis Inc. con Odas en Concierto (1999) y Agony con Live all the time (1995), parece ser que solamente existen dos producciones discográficas que registraron presentaciones completas en 1997. Una es el de la agrupación bogotana Morfonia con su álbum Morfonia en Vivo y, aunque un poco alejada del circuito local de conciertos de esa época y más cercano al universo de la radio comercial, Poligamia con Buenas Gracias - Muchas noches.
Así, poco más de 20 años después de estos últimos registros de sonidos colombianos en vivo, aparece como un álbum de colección para las memorias del rock nacional, por ahora virtual, la nueva entrega de los bogotanos de Oh’laville, Soles Negros en Vivo, grabado en diciembre del año pasado en el Teatro Libre Chapinero.
Soles Negros fue el nombre de una gira que pasó por varias ciudades de Colombia y por México y Ecuador, pero también el título del álbum lanzado por esta banda en 2019, una producción que tardó varios años en completarse y que llevó a la música de la agrupación a salir de su nicho para llegar a nuevos públicos. Del disco sonaron dos canciones en radios comerciales, Primitivos y En el mar, toda una hazaña para un grupo independiente. La agrupación también se llevó el premio mayor en la radio pública, al ser elegido este como el álbum del año de Radiónica en 2019, por encima de múltiples producciones nacionales e internacionales.
Sin duda, con esta producción de estudio, Oh’laville logró conquistar nuevos oídos y convertirse en uno de los referentes de la escena local de esta década. Sin embargo, no ha sido solamente con buenas canciones o a través de las plataformas digitales, ni de la venta de los CD o los vinilos de los Soles Negros, que la banda ha hecho crecer una base de fieles seguidores. La contundencia de sus espectáculos en vivo juega un rol esencial.
Que la agrupación se haya ganado en 2016 el premio del Bogota Music Market BOmm dedicado a esa categoría en sus audiciones ya es cuento viejo, pero no deja de ser un indicador de que desde sus inicios es una faceta que define a la banda. Por eso, dejar un registro auditivo de sus presentaciones parecía una obligación y a la vez un riesgo. En los conciertos es donde se sabe si los músicos son verdaderamente talentosos o recibieron ayudas a la hora de grabar en estudio.
Con el apoyo de su equipo de trabajo se lanzaron al agua. La fecha escogida para la grabación fue el cierre de la gira del año pasado y del ciclo creativo de este álbum. Para lograr el objetivo, a los colaboradores tradicionales de los conciertos del grupo se sumaron las coristas Alina Martani y Alejandra Botero y el ingeniero de grabación de cabecera, Francisco ‘Kiko’ Castro.
Kiko es uno de los profesionales en su área más reconocidos de Colombia y cuenta en su carrera diez Grammy Latinos, con más de veinte nominaciones a estos premios y cuatro a los Grammy anglosajones, gracias a su trabajo con artistas como Carlos Vives, Jorge Celedón, Fonseca, Chocquibtown y Andrés Cepeda, que son una pequeña parte de una larga lista de talento nacional. Un elemento fundamental para lograr un buen registro de este evento.
El diseño del show
Soles Negros en Vivo - Bogotá es una fotografía de su momento musical, de la conexión con su público y de un instante de la historia del país. El concierto inicialmente se iba a realizar a finales de noviembre pero por el Paro Nacional, que detuvo las actividades en las ciudades, fue aplazado al 18 de diciembre, aún con la incertidumbre de si esa noche podría realizarse y con los dilemas de si era apropiado hacerlo, finalmente se hizo y los más fervientes seguidores de la banda llegaron al Teatro Libre Chapinero.
De una forma muy particular, Oh’laville abordó el tema durante el concierto. Aunque no es una banda que se expresa políticamente en sus apariciones en público, el corte ‘A capela’ de este disco registra el momento en el que se invita al público a completar la arenga más cantada en las manifestaciones y que siempre recordará este momento de la historia del país.
En cuanto a la música, el álbum también muestra los diferentes matices de la música de Oh’laville y varios arreglos e ingredientes que hacen de este un álbum que, además de registrar ese sonido en vivo, muestra la transformación que algunas canciones han tenido en la puesta en escena, a medida que han pasado los años.
Algunos roles cambian. Andrés Toro, guitarra líder, pasa a la trompeta en Borrando mis pasos, una canción del álbum Anaranjado (2015) en la que no se grabó este instrumento originalmente y en vivo añade más personalidad a este tema. Toro también interpreta el piano y el sintenizador en Mantenme cerca y en Fiel al fuego, cuando Luis Lizarralde pasa de la batería tradicional al octapad, una batería electrónica, y Andrés Sierra intercambia el bajo por el contrabajo.
Mateo París se mantiene como la voz principal y guitarra y solamente en el cuarto corte, Gigantes, saluda al público, con apariciones esporádicas, que suben las emociones en el público, como cuando invita a la tarima a Juan Pablo Vega a que interpreten juntos la canción que hasta ahora ha sido la más popular de Oh’laville En el mar.
Además de la aparición de Vega, quien los acompañó desde la grabación de este tema en estudio, el concierto no tiene más invitados que las coristas. No parece haber mayor pretensión que mostrar la versatilidad de la banda a lo largo de su historia, que cumple ya nueve años desde el lanzamiento de su primer disco Pedazos de papel (2011), sumados a toda una vida de sus integrantes de conocerse, pues sus primeros pinitos musicales los compartieron juntos en el colegio.
En este momento, Soles Negros en Vivo no solo se percibe como un álbum más de concierto, sino como un concierto nostálgico, uno de los últimos que sonaron en un teatro bogotano antes del confinamiento y una pieza de 19 temas para escuchar de corrido y evocar las emociones que produce la música en vivo.