En esta conversación habla sobre su vida, su infancia como scout, sus pasiones, sus ideas acerca del amor y la belleza, las relación con sus padres, de lo que ha tenido que sacrificar por su profesión y de cómo es su día a día en Bogotá, lejos de la familia.
¿Cómo va la vida más allá de Romina?
Muy movida. Digamos que estoy en un auge laboral muy bacano. Estoy haciendo una obra de teatro, arranqué otro proyecto… súper contenta con todo lo que está pasando.
Usted no es nueva en la actuación, pero Romina sí podría ser su papel más conocido en esos casi once años de carrera. ¿Qué tanto le ha cambiado la vida Romina a Juanita?
Es muy raro. Yo me sigo sintiendo la misma Juanita de antes. Sigo despertándome todos los días a enrollarme con los problemas que tengo, con los proyectos, a hacer casting. Romina es una catapulta muy bacana y me deja la vara muy alta conmigo misma. Muy bonita y a nivel actoral. Siento que llegué a otro nivel comparada conmigo misma, pero soy la misma Juanita que quiere seguir aprendiendo, mejorando, pensando en su próximo personaje. Esta gran ventana me permitió mostrar todo el arsenal de herramientas actorales que tenía, pero todavía siento que el camino es largo.
Largo hacia adelante, pero también hacia atrás. Eso de tener solo 26 años y llevar más de una década actuando implica que ya hay varios personajes suyos en la memoria de la gente.
He tenido una carrera muy bonita, rodeada de proyectos bonitos. Claro, podemos contarle a la gente que apenas me conoce por Romina y cree que a mí se me apareció la Virgen. No es así. Romina es el resultado de muchos años de trabajo con proyectos chiquitos y grandes que me han dado la posibilidad de crecer. Con Nickelodeon, con La reina del flow, con Te la dedico. Después de todo eso llegó Romina, esa gran puerta en donde creo que mi carrera empezó a tomar otro rumbo muy bonito.
Hay personas que desde muy pequeñas dicen "yo quiero hacer esto en la vida" y lo logran. Otras resultan siendo algo totalmente distinto a lo que querían. ¿Cuál es el caso de Juanita?
Yo entré al grupo de teatro desde muy pequeña y recuerdo que cuando estaba en tercero, a los 10 años, fue la primera vez que dije que quería estar aquí. Crecí viendo Disney, Nickelodeon y le preguntaba a mi profesora de teatro qué era lo que tenía que estudiar para lograrlo y ella que me contó que uno podía estudiar artes escénicas, formarse como actor.
Yo que imaginaba que algún familiar había sembrado la semilla.
Noooo. Mis papás no tenían nada que ver con el mundo artístico. Siempre me vendieron la idea de que mejor estudiara comunicación, porque era más seguro. Cuando estaba en 11, a punto de graduarme, tenía esa intuición de que yo lo que quería estudiar era artes escénicas y soñaba con irme a Londres, pero esa no era una opción para mis papás, por todo lo que implicaba. “No, Juanita, si quieres haz doble carrera con artes escénicas, pero ten una opción segura”, me insistían.
Y se metió a comunicación social…
Entré a Comunicación en la Javeriana y no terminé la carrera. Lo que yo buscaba eran las clases en las que tocaba, por ejemplo, hacer un corto. Yo siempre les decía a mis compañeros: tranquilos, yo actúo. Eso me ayudaba a mantenerme en la carrera, peor sabía que no era lo que más me gustaba. Al mismo tiempo me presenté a artes escénicas en la Javeriana y no pasé. Quedé en lista de espera las dos veces. Y ahí: a la mierda... y me fui para Casa Ensamble, una escuela que no daba título profesional, pero yo solo quería aprender.
Lo importante era cumplir su sueño
Fíjate que a mí me valía verga el título. Nunca me ha importado eso. Yo quería un lugar en el que me enseñaran, porque las dos negativas en la Javeriana me pusieron a pensar. ¿Así de mala soy que ni siquiera me aceptan para entrar a aprender? Casa Ensamble fue hermoso y ahí pude darme cuenta de que yo vibraba diferente actuando que cuando iba a la Javeriana a clases de comunicación social.
¿Hasta qué semestre llegó en comunicación social?
Yo diría que, hasta quinto, porque en un punto de la carrera empecé a meter solo media matrícula para poder estudiar actuación en Casa Ensamble. La verdad, ni sé a qué semestre llegué.
Por lo que veo, le quedaron mejores recuerdos y amistades del Marymount, en Medellín, que, de su paso por la universidad, en Bogotá.
Mis grandes amigas de la vida son de mi colegio. Son las grandes fans de Romina. No son noveleras, pero ven las novelas en las que salgo yo. Eso es muy bonito.
Mejor ni le pregunto si Medellín o Bogotá.
Tengo el corazón dividido, porque Medellín es mi casa y crecer en Medellín fue lo mejor del mundo, pero Bogotá ha sido una ciudad súper generosa y me ha permitido construir mi carrera. Y me encanta el parche amigos que tengo acá, en Bogotá. También la movida cultural, que es diferente a la de Medellín. Bogotá me ha dejado descubrir a esta Juanita actriz.
¿Cómo fue la infancia de Juanita, la que soñaba con ser actriz?
Llena de barro, de mugre, porque fui scout toda la vida. Llena de campamentos, de marañas, que eran las actividades en donde nos ensuciábamos. De seguimientos de pistas, de nudos, de fogatas. Mi infancia me huele al olor que deja el humo de la fogata en el pelo.
Eso suena a desquite de niña de colegio femenino.
Sí, la del scout fue una niña superbrusca, supertraviesa, que siempre estaba moviéndose. El mundo del scout era el lugar en donde estaba con niños y eso era lo máximo.
¿Por eso está siempre lista?
Siempre lista. Siempre lista para servir y para trabajar.
¿Y quiénes fueron sus maestros, sus referentes en la actuación?
He estado rodeada de grandes maestros. He tenido profesores que me han transformado mucho personalmente y como actriz. Alan, un profesor francés que estudió en la compañía de Peter Brook, uno de los grandes referentes del teatro moderno, estuvo en un momento particular de mi vida, que fue cuando tomé la decisión de dejar comunicación y dedicarme a la actuación. Hice un taller con él y me transformó mucho. Siempre lo voy a recordar con cariño.
Un actor o actriz a quien recuerde con especial admiración.
A mí la carrera de Margarita Rosa de Francisco me parece excepcional, porque ella ha sido un ícono de belleza, pero su belleza no es lo que habla por ella, sino su talento. Su inteligencia. Yo aspiro un poco a lo mismo. No quiero ser solo la que se ve súper bonita, súper bien. Quiero una carrera en donde mi talento hable por mí. ¿Que si la belleza puede ser una ventaja? Claro. Pero me preocupa más, me inspira más, me gusta más permitirme estar en un estado de descolocación frente a la cámara. Permitirse ver real, crudo, como uno es. Eso me parece hermoso y espero que lleguen muchos más personajes que me permitan hacerlo.
Margarita Rosa de Francisco es una actriz a la que le ayuda el que es una persona que interviene con contundencia en debates de actualidad más allá del tema actoral. ¿También se sueña metiéndose en otros asuntos, incluso de la política?
Siempre he sentido que si uno va a hablar es porque tiene algo que decir. Porque hablar por hablar, para qué. Apenas estoy construyendo mi discurso frente a la vida, al amor, a la política, a lo social. No soy tanto de salir a hablar, porque me siento en un momento de construcción sobre lo que es Juanita, en qué cree Juanita. Siento que la adultez joven es este momento en donde uno también se para y se pregunta cosas y se confronta. Es más importante tener claro un discurso a partir de lo que creo y no un discurso por moda o porque es lo que en este momento todo el mundo comenta.
Y ahora que dice que está construyendo su visión sobre el amor, ¿ya tiene alguna idea de respuesta frente a ese tema? ¿Qué es el amor?
Es la fuerza más grande que mueve el mundo, el universo. La esencia más pura de lo que es la vida. No solo la vida humana, sino la vida en su totalidad. El amor se transforma, es aceptación, sin querer modificar al otro. Es tranquilidad. Es libre. Ahorita estoy en una onda muy de entender el amor en libertad. Sin querer poseer al otro. Sin apropiárselo, sino tratando de deconstruir esta idea que nos venden de que el amor es MI novia, MI pareja, MI amigo, MI papá. Yo puedo querer al otro en su libertad y eso no tiene por qué asustarme. A veces no permitimos que el amor sea libre porque nos asusta lo que no podemos controlar.
Una idea muy diferente a esa con la cual nos educaban antes y que decía que si estás enamorada tienes que estar con tu pareja todo el tiempo, en todas partes.
Exacto. No te imaginas. A veces me pasa cuando alguien dice “¿y el novio, Juanita?” o “¿por qué no estás de novia?”. Es que también es bonito y válido transitar un momento de amor con uno también. Siento que hay demasiadas cosas sobre el amor romántico que hay que repensarse y hablar y entrar en debate. Estamos viviendo en un momento que nos lo permite.
¿Y esa reflexión tan profunda se da en un momento en que Juanita está sola o acompañada, no quiere saber nada de nada?
Digamos que estoy en un momento de mucho movimiento laboral y el amor no ha sido mi tema principal. No estoy pensando en eso. Si llega alguien, tendré los brazos abiertos, pero no estoy buscando novio. Estoy muy bien, de verdad. Y creo que es superimportante vivir este momento personal de tanta transformación y retos, que ha sido muy bonito, pero que también es muy duro.
¿Está en casa de los papás o ya no? A veces la buena compañía ayuda en los momentos duros.
Mis papás están en Medellín y yo vivo sola en Bogotá desde que tengo 18 años. Pero soy superunida a mis papás. Ellos vienen a visitarme constantemente. Fíjate que ha sido muy raro, porque las dinámicas han cambiado mucho con ellos desde el auge de Romina y entienden que los tiempos míos a veces son demasiado reducidos. Uno tiene que sacrificar muchas cosas a nivel personal para cumplir su sueño. Uno de los sacrificios es el tiempo en familia y por eso no veo a mis papás todo lo que quisiera verlos. La última vez vinieron a Bogotá y fueron a mi obra de teatro en Casa Ensamble y tratamos de que mis tiempos también se acomoden un poco para poder estar con ellos.
Dicen por ahí que toca aprovechar los buenos momentos y que, entre más pocos, más hay que aprovecharlos.
Como no podemos hacer viajes familiares, o son muy esporádicos, nos encanta el plan de ir a comer. Y a mi papá le fascina cocinar. Cocinamos mucho en casa. Mi papá hacía platos gourmet, raros. Estudia las recetas. Y yo le aprendí. Me gusta comer bueno y si quiero comer bueno, pues aprendo a cocinar.
Imagino que otro tema de reflexión en familia debe ser precisamente ese de los sacrificios. A veces la gente la emprende contra un actor porque piensan que es igual a su personaje. O critican las escenas en las que hace o deja de hacer algo. Por ejemplo, ¿cómo toman sus padres el tema de las escenas de televisión con poca ropa en las que usted aparece?
Te voy a contar algo que me sorprendió mucho y ocurrió hace muy poco. Una respuesta de mi papá cuando una persona le insinuó que cómo así que Juanita haciendo esas escenas. Mi papá le respondió diciendo que Juanita se encargó de entrenarlos durante los últimos ocho años, “en los cuales hemos podido entender que el cuerpo de Juanita es una herramienta para su trabajo”. ¿Te imaginas? Yo lo amo. Hoy agradezco mucho de mis papás que entienden que eso hace parte de mi trabajo. Que saben que, si yo quiero contar una historia, mostrar una faceta de la condición humana, no puedo tener tabús, no puedo tener restricciones. Habrá personas que sí las tienen y me parece muy respetable, porque cada uno tiene sus creencias y sus maneras de vivir, pero yo no quiero ser ese tipo de actriz.
Con ese respaldo, directo al estrellato. Por cierto, eso es lo que piensan ellos ¿y cómo toma usted esas escenas?
Yo me he encargado de quitarme tabús con respecto a todo, así que para mí esas escenas son de mucha tranquilidad siempre. Y he contado con partners súper buenos, súper respetuosos que me han hecho sentir muy segura. Los directores también crean un espacio muy seguro. El equipo es súper respetuoso.
Hablando de sacrificios por la profesión, hay actores como Andrés Parra a los que vemos hacer excelentes personajes no solo desde la interpretación gestual, sino a partir de cambios extremos en su apariencia para parecerse al personaje que representan. No tiene problema en subir o bajar de peso de manera drástica, pero otros actores no se atreven, pese a que aman su profesión.
Yo también siento que es muy difícil. Los grandes actores de Hollywood que hacen estas transformaciones son tesos y de admirar, pero sí es un sacrificio muy grande. En la vida personal uno tiene que sopesar cuánto quiere sacrificar por el personaje. No he afrontado un personaje que me obligue a tener una dieta estricta o un cambio tan radical, pero igual, uno lo vive todo el tiempo. Por decir algo, con el pelo, con el maquillaje, cortarse el pelo, hacerse un capul o vivir sometida todos los días a que te hagan crespos. Eso es un sacrificio personal muy grande, porque el pelo se te empieza a caer, o se te quema, o la piel sufre un montón.
También hay quienes acuden a las cirugías.
No me gusta mucho comentar sobre el cuerpo de la otra gente. Como que cada uno es libre de hacer absolutamente lo que quiera. Si una operación te hace sentir mejor contigo misma, adelante. Pero a mí nunca me ha llamado la atención el tema de las cirugías, ni del cambio, ni del bótox. La versión que más me gusta de mí es la Juanita despelucada, con la cara lavada, descalza, con los pies sucios. Me gusta mucho esa parte relajada, desprolija, mía. No me imagino poniéndome tetas, ni operándome.
¿Cuál es la escena más difícil que ha tenido que grabar?
Huy, creo que las escenas de gemelas en Romina fueron un reto. Sobre todo, la secuencia del primer capítulo, cuando se encuentran. Era un reto muy grande tener una escena con ese nivel de emocionalidad y desde dos perspectivas distintas. Recuerdo que el director me decía: "es que tienes que llorar distinto", porque eran dos personajes diferentes.
¿Cuál es el personaje al que quisiera encarnar?
Como soñar no cuesta nada, me fascinaría algún día hacer alguna película como de ciencia ficción, tipo Interestelar o hasta una de superhéroes. Ponerme en los zapatos de una persona que vive en una realidad completamente distinta a aquella que uno concibe en el mundo.