César Mora, desde la trinchera de la televisión

César Mora interpreta en “La nocturna” a Mariano Garzón, un contador pensionado que a los 65 años decide ser abogado. / Cortesía

¿Por qué una serie como “La nocturna” trata sobre problemas políticos y sociales?

Los medios de comunicación y la industria en la que estamos nosotros (televisión) ni más ni menos cumplen una función, como el arte en general, de ser crónica del tiempo. Con esta serie en especial estamos haciendo crónica de un momento específico del país y, quiérase o no, así a veces a la gente le moleste que los artistas opinen de temas políticos, es inevitable que los actores hagamos política desde nuestra trinchera, desde nuestra frontera, que no es ni más ni menos que esta que tenemos (la actuación).

¿Se conecta entonces el guion con lo que vive Colombia?

Cuando estaban en las manifestaciones nosotros estamos hablando de corrupción, de ética, de malos manejos de los dineros, de las herencias, de una cantidad de cosas que tienen que ver con el mal crónico de este país, que se llama corrupción. Esta serie en especial tiene que ver con todo eso porque el derecho inevitablemente se mete de manera crítica y ve con ojos críticos la problemática social que en este momento vive el país, y todos los personajes, sin excepción, tienen que ver con eso.

¿Por qué el derecho es fundamental en la serie?

Porque todos los personajes, por un problema que tienen, deciden estudiar derecho para saber cuáles son sus derechos y sus deberes, y en ese sentido esta serie se convierte en una herramienta didáctica para el televidente. La diferencia con la primera temporada, que fue maravillosa, donde se hablaba de personajes reales y concretos de carne y hueso, es que los nuevos capítulos le agregan a esos personajes su vinculación y su problemática inherente a la situación social que vive el país, que es muy crítica: migración, corrupción en deportes, ediles que se roban la plata.

¿Cuál es el detonante para que su personaje, Mariano Garzón, ingrese a la universidad La Graham?

Es un anciano que a los 65 años dice yo no me voy a dejar joder, voy a estudiar derecho, porque cómo así que no atienden a mi hermana, no le dan la atención que se merece porque hay un problema en el sistema de salud que este país vive desde hace muchísimo tiempo.

Dice que la actuación es la trinchera desde la cual los actores opinan sobre la realidad del país…

Hay un matiz: cuando con tu oficio aportas a un debate, y el otro es la posición personal del actor, y eso ya es de libre albedrío. Todos los actores somos activos en las redes, es inevitable, y para nuestro trabajo es importante y necesario. Pero algunos toman un partido y están en su pleno derecho de hacerlo, como el que no dice nada tiene derecho a guardar silencio. Pero cuando hacemos un producto como La nocturna estamos todos con la misma voz hablando de una cosa en la que estamos aportando a través de nuestro trabajo a una discusión.

¿“La nocturna” ofrece soluciones a la sociedad?

No, nosotros no estamos para eso. La nocturna le está diciendo a la gente cuál es el problema del país. Pero somos legalistas: el fin no justifica los medios, la ética está presente, el derecho y los abogados están para defender los derechos de las personas, no para aliarse con los corruptos.

Es interesante que en “La nocturna” el amor no sea lo más importante…

No el amor a la manera del melodrama, pero sí el amor como sostén para respirar, para luchar y enfrentar mis problemas. Mi personaje vive un amor que aparece y por amor ayuda a una mujer a practicar la eutanasia. Cada uno tiene una motivación amorosa como piso para moverse en su cotidianidad, sin que quiera decir que el amor es lo fundamental en esta historia.

¿Por qué cree que muchos televidentes han catalogado a “La nocturna” como comedia?

Fíjate que esto no es una comedia. Yo diría que la primera temporada era más comedia que esta nueva entrega. Me parece curioso que, a pesar de que a los personajes les pasan una serie de cosas que son divertidas, la esencia no es que sean personajes folclóricos, y lo digo en el buen sentido de la expresión, porque nosotros somos un país folclórico. A las películas de Dago las atacan y resulta que a la gente no le gusta verse retratada como es, porque así somos, tanto la clase media como la clase media popular. Y ni qué decir de las regiones. Somos muchas personalidades e inevitablemente nos tenemos que juntar, porque la vida es así, somos compañeros, y tanto en la vida real de los actores, como de los personajes, un día estamos felices y otros estamos callados.

¿Entonces es un drama?

Para mí, es un sociodrama con humor, porque las relaciones humanas son dramáticas, pero cuando los personajes se muestran son muy divertidos, se hacen chistes entre ellos. Hay una serie de situaciones que me parecen divertidas, pero la intención de la serie no es ser divertida. La comedia no es el centro, pero aparece porque los seres humanos somos así. Lo interesante de la serie es que se compromete con el país en un momento en que está adormecido, se mueren líderes sociales y pasa… ayuda a que la gente piense.

Y este tipo de series que proponen una reflexión sobre temas sociales y políticos no son muy comunes en la televisión abierta…

Si “La nocturna” contribuye a generar conversación sobre lo que sucede en el país, maravilloso, bienvenido sea el tema. No porque sea la intención, pero, insisto, la historia de la literatura, la música y las artes en general siempre ha sido ser crónica de sus tiempos. Es inevitable, aunque a muchos les moleste mucho, porque los artistas causamos cierto recelo y resentimiento en la gente, entonces no podemos opinar porque nos critican. El que tengamos esta herramienta (una historia en televisión) para poderlo decir es maravilloso.