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¿Qué le queda de la primera etapa de selección de a “Otro nivel”?
Me quedó muchísima felicidad. Creo que haber llegado a un país como Brasil y encontrarme con un montón de gente que son los jurados de otras partes del mundo, que comparten la misma profesión y gusto que uno por la música, es abrir también la cabeza. Fueron 126 participantes que nos dejaron con la boca cerrada, demostrando un talento que llevan años puliendo, trabajándolo e intentando encontrar un espacio en la industria musical.
¿Cómo fueron las audiciones?
Fueron jornadas de grabación bastante largas. Creo que ver a los participantes cuando salen y se enfrentan con un panel de cien jurados, expertos en música, hace que los nervios, la ansiedad y el miedo puedan jugarles una mala pasada, entonces se convierte en un reto gigante para ellos.
¿Qué anécdotas le quedan de esa experiencia en Brasil?
Estuvimos casi un mes grabando, realmente no quedó mucho tiempo para turistear, pero con los otros diez jurados: Alejandro González, Laura Mayolo, Maía y Giovanny Ayala, entre otros, se forjaron lazos de amistad muy fuertes por el simple hecho de que esta fase fuera en otro país. Compartir 24/7 con otras personas permite conocer gustos, intereses e incluso otras formas de ver las cosas.
¿Se siente satisfecho con el rol que desempeñó en esta etapa del concurso?
Me siento satisfecho, feliz de cada uno de los comentarios, de cada vez que apreté o no apreté el botón para apoyar a los participantes. A mí, por ejemplo, no me gusta ver las versiones de otros países para ver qué han hecho otros jurados o presentadores, porque siento que uno de otra manera inconsciente empieza a imitar. Quizá me hubiera gustado asimilar más la idea del formato y el lugar tan grande en el que estaba. Creo que cuando a uno le pasan las cosas en el momento en que le están pasando no es tan consciente de la experiencia que está viviendo. Satisfecho como jurado.
A los tres años tuvo su primer acercamiento a la música, cuando sus papás le regalaron un violín. ¿Qué recuerda de esa época?
Recuerdo que no tenía ni idea de en qué me estaban metiendo. Sé que me pusieron un violín en las manos a los tres años, empecé a tocar, tomé clases. Para ser tan pequeño, me volví un duro tocando, pero como que había algo en el violín que no me convencía. Fue hasta los doce años que caí en cuenta de que el instrumento, o más bien lo que me gustaba era la percusión. Llegué a una clase con el profesor al salón en la Javeriana, y el salón estaba ocupado, entonces el profesor me llevó al salón, me empezó a dar la clase, pero ahí había una batería. Yo estaba muy distraído, el tipo se aburrió y dijo: “No más, coja esas baquetas”. Obviamente yo no sabía tocar, pero ahí fue cuando hice clic con ese instrumento.
Cuando era pequeño, en algún momento pensó ser piloto de la Fuerza Aérea, por su papá. ¿Cómo terminó yendo por el camino de la música?
Pues contemplé esa posibilidad estando muy pequeño, cuando realmente no sabía de qué se trataba volar, ser piloto comercial o ser de la Fuerza Aérea. Como que solo era el sueño de estar en las nubes, como un niño. Pero a medida que fue pasando el tiempo quise volar de otra manera, estando en los medios de comunicación, haciendo música. Mi papá, a pesar de ser militar, mi mamá, a pesar de ser odontóloga, una familia entre comillas un poco cuadriculada, me apoyaron un montón en el mundo del arte, de la música, después de los medios de comunicación, primero la radio, luego la televisión. Pero ya grande, cuando entendí qué era ser piloto, no me llamó la atención.
Empezó a trabajar muy joven, a los 17 años. ¿Siente que fue muy temprano? ¿Le faltó algo por vivir de esa etapa?
No, al contario. Agradezco mucho haber sido un poco precoz en el ámbito laboral, porque quemé etapas. Fue al revés. Entré a estudiar y a trabajar al mismo tiempo, y ya cuando estaba dedicándome a lo que hago, cuando ya me había graduado y demás, me pude relajar un poquito. Por ejemplo, mientras que el resto de mis compañeros estaban buscando qué empezar a hacer, yo ya tenía superclaro qué quería.
Pasó de estar en el cargo más bajo a ser productor nacional de Radioacktiva. ¿Qué significa para usted esa emisora?
Yo a Radioacktiva le debo muchísimo, fue donde empecé, fue el primer lugar en donde de verdad creyeron en mí. Empecé ahí desde el cargo más bajito y luego llegué a ser el productor nacional a los casi seis años. Fue donde aprendí a hablar de música, a presentar canciones, a hablar de artistas nacionales e internacionales, a improvisar y a moverme en la industrial musical.
Una herencia que le haya dejado su padre...
Creo que es una cuestión de actitud. Mi papá me enseñó a tener peso en los pantalones para poder decidir y hacer. Me enseñó que hay que ser terco para poder vivir, seguir y para que lo respeten a uno. Me enseñó que no hay que desistir. La herencia es la actitud.
Una creencia.
Creo en Dios.