Gustavo Gómez: “Las redes nos bajaron al circo romano del odio”

Gustavo Ernesto Gómez Córdoba también es columnista del diario El País de Cali. / Óscar Pérez

¿Cuál será la diferencia entre el 6 am de Gustavo Gómez y el de Darío Arizmendi?

Cada programa tiene la impronta de su mesa de trabajo y quién lo dirige. Habrá tramos del programa donde tendrán más participación los oyentes, existirá mayor contrapunteo entre los miembros de la mesa, que el oyente puede sentir que hay ideas y puntos de vista diferentes. Y una cosa muy importante: nosotros no estamos haciendo “El nuevo 6 am”; eso sería un poco pretencioso, lo que vamos a hacer es continuar un exitoso legado de treinta años.

Y eso que obsesiona a muchos medios: ¿cómo conquistar nuevas audiencias?

Uno no les llega a los jóvenes sentando en la mesa a siete pela’os, eso es una trampa en la que no se tiene que caer; uno llega a ellos, cuando se dan cuenta de que aquí hay derecho a disentir y se escuchan todas las voces.

En busca de esa polifonía en la mesa, ¿quienes son las nuevas voces?

Darío estaba rodeado por un grupo de maravillosos profesionales, pero desde hoy cambian muchas cosas del programa, por lo que muchos roles desaparecen, lastimosamente no se pueden hacer cambios sin hacer cambios y hay que hacerlos. La mesa está integrada por Mábel Lara, Jorge Espinosa, Sandra Borda, Darcy Quinn, César Augusto Londoño, Juan Carlos Echeverry, Hernando Herrera, más los columnistas que iremos descubriendo al correr de la semana. Yo no hago el programa con amigos, lo realizo con personas que considero lo pueden refrescar, pero las nuevas voces que me animarán, sin duda, serán las de los oyentes.

¿Por qué un personaje tan controvertido como Darcy Quinn, continúa en la mesa de 6 am?

Ella es una persona controvertida en el ejercicio del periodismo, que se ha metido en muchas discusiones porque dice las cosas como las piensa, con mucha crudeza y sinceridad. La gente ve una Darcy que no es la que corresponde a la realidad: ella es una persona muy sensible, que vive de una forma muy tranquila, que no tiene tanta ropa, ni tanto dinero como la gente cree. Pero lo fundamental es que en un mundo donde ya es difícil tener chivas, porque nadie tiene exclusivas, ella se las arregla todos los días para jalar la pita y llevar material genuino a la mesa. Tengo que reconocer que hemos tenido muchas discusiones sobre temas muy puntuales, como por ejemplo la imagen que dice tener de Jaime Garzón. Pero por esas grandes diferencias también es valioso tenerla en el programa.

¿Y Hernando Herrera, el asesor jurídico?

Él es un gran abogado, pero tendrá un rol más fresco y menos jurídico, lo interesante en esta nueva etapa es su humor muy fino y saber lanzar los dardos cuando toca.

¿Pero no le parece que lanza los dardos generalmente hacia un solo lado?

Sí claro, pero ahí en la mesa se encontrará con quien le hará contrapeso.

Durante el desarrollo de la realización del proceso de paz usted fue bastante crítico. ¿Por qué?

No era partidario de la JEP, simplemente porque consideraba que al crear más tribunales tarde o temprano chocaría con los otros; me parecía más sensato que fuera una sala de la Corte Suprema de Justicia. La JEP ahora existe y hay que respetarla. Pero el sapo más grande que tuve que tragarme es que se disuelve la responsabilidad de mucha gente que cometió crímenes que no tienen nada que ver con lo político. Soy republicano, respeto la ley, el país necesita ese proceso, hay que apoyarlo, hacer valer los compromisos y sacarlo adelante.

¿Qué opina de la posición de este Gobierno frente al proceso de Paz?

Duque le está haciendo operación tortuga al proceso de paz, pero además lo está haciendo con ambigüedades: va al extranjero a decir “que viva la paz, estamos con la paz”, pero aquí su discurso no es tan así. Está descuidando la implementación de los acuerdos, eso me parece fatal.

¿De qué adolece el periodismo en Colombia?

Tenemos un periodismo muy valiente, sobre todo porque la mayoría se ejerce en las regiones y ahí es donde están las grandes presiones, la guerrilla, la ilegalidad, las autoridades, la Fuerza Pública, mientras otros periodistas trabajamos en las ciudades en unas condiciones privilegiadas, no sentimos dichas presiones. Frente a las nuevas tecnologías nos dejamos llevar por ese torbellino informativo para satisfacer lo que las plataformas necesitan. Como dijo en algún momento la gran Yolanda Ruiz es ahora cuando se necesita que el periodismo sea fuerte, firme, sólido y que no se equivoque.

¿Cuál es la responsabilidad de los medios en la polarización tan marcada que vive el país?

No nos confundamos convirtiendo el camino en una colección de senderos. La ruta es clara: el deber de los medios es informar con apego a la verdad, y hacerlo en condiciones que garanticen el equilibrio. No nos dejemos llevar por las redes que nos bajaron al círculo romano del odio.

¿Cuántos años cree que va a durar su legado?

La radio de otras épocas tenía unas circunstancias que reflejaban lo que era el país. En ese sentido, una persona podía quedarse veinte años en un programa. Eso ya no va a pasar, esa época cambió. Los oyentes de hoy quieren que cambien las voces, los sentires, las pasiones del que dirige y eso abre las puertas para que todo sea más fresco. Yo creo que estaré, a menos que la empresa disponga otra cosa, de dos a cuatro años. Eso sí, no me quiero ir de Caracol.

Si es así, ¿qué seguiría después de 6 am?

Quisiera hacer un gran programa nocturno, personajes en vivo, entretenimiento, compañía. Otro chip.

¿Cree que ahora tiene que ser al aire más “políticamente correcto” con lo que opina?

No, para nada; esa es mi esencia, seguiré siendo lo que soy hasta en mis redes. Seguiré siendo Gus.

¿Qué sintió el viernes cuando escuchó por última vez a Darío como director de 6 am?

Una profunda emoción con la generosidad de él al referirse a mí. ¡Sentí en el estómago que me había llegado la hora! Y un tris de culillo…