La vida de música de Blanca Uribe

Setenta y un años como pianista. Casi todas las personas de su familia han tocado instrumentos y fue su madre quien la sentó frente a un piano en la infancia. Ha dedicado su carrera a dar conciertos y enseñar el arte que la apasiona.

El Espectador
22 de febrero de 2018 - 03:00 a. m.
Blanca Uribe había tenido presentaciones pequeñas, pero su primer gran concierto fue el 17 de agosto de 1951, en el Teatro Colón. / Archivo Blanca Uribe
Blanca Uribe había tenido presentaciones pequeñas, pero su primer gran concierto fue el 17 de agosto de 1951, en el Teatro Colón. / Archivo Blanca Uribe

Tocará a Beethoven en el Teatro Colón. Él ha marcado su obra. ¿A qué se debe ese interés?

Se debe a la influencia de mi maestro Richard Houser cuando me fui a estudiar a Viena, de 1957 a 1963. Al haber estado allá, en ese entorno, viendo la historia de la música y su figura que está por todas partes. En ese momento me conecté con las obras que estaba tocando. Me encanta y me ha gustado muchísimo descubrirlo. Cada vez que estudio sus obras encuentro maravillas.

Nació en una familia de músicos. ¿Había otra persona que tocara el piano?

Mis tías tocaban piano. La familia de mi padre se reunía a tocar y me llamaba la atención pararme al lado de ese instrumento. No sé explicarlo; a veces digo que el piano me escogió a mí.

¿Cuántas personas en su familia han sido músicos?

Es muy difícil dar una cifra. Viene desde mi bisabuela, que fue una profesora en Medellín. Después, mi abuelo y todos sus diez hermanos fueron músicos. Él y un tío abuelo (Daniel y Luis Uribe) fueron los primeros que estuvieron en Nueva York grabando música del país con el maestro Emilio Murrilo. Mi abuelo se casó con una pianista. La gran mayoría de los hermanos de mi papá fueron músicos profesionales en la Sinfónica de Colombia (chelo y violín), y ahora mis hermanos también son saxofonistas, clarinetistas o guitarristas.

¿Quiénes son las personas que van a seguir el legado de música en su familia?

Por ahora, uno de mis sobrinos ya es un músico profesional, director de orquesta. Hay sobrinos nietos muy chiquitos, de doce o trece años, que están estudiando violín. No sabemos cómo se desarrollará. Incluso tengo un sobrino que estudió economía, pero su amor es el violín. A los que no tocan instrumentos les encanta la música y van a los conciertos.

Su familia tocaba y le llamaba la atención el piano, pero ¿cuál fue la primera persona que la sentó frente al instrumento?

Mi mamá consiguió un piano y le pidió a mi abuelita que viniera a casa a enseñarme. Semanalmente venía a almorzar con nosotros y ahí me daba la clase. Tendría unos seis años. Todo fue muy natural, no hubo presión de nada, el piano estaba ahí y me encantaba sacar temas por mi cuenta, todo con mi oído. De hecho, el maestro José María Tena era mi vecino e íbamos allá a buscar el piano.

Cuando fue exitosa en la música empezó a dar clases. ¿Por qué?

Uno tiene que ser muy honesto. Al principio estaba mal económicamente, no había tantos conciertos, y lo más lógico para mí fue ser docente. Cuando empecé a enseñar en el college en Estados Unidos, donde estaba de tiempo completo, no me dio ninguna dificultad ni me sentí aburrida. Todo en mi vida ha sido muy natural. Fue un gusto instantáneo el contacto con los jóvenes y poder compartir las buenas enseñanzas que recibí de mis maestros.

Vivió en Viena y Estados Unidos y regresó al país. ¿Por qué?

Me fui en 1953 y volví en el 2005. Regresé a Colombia definitivamente en ese año. Siempre he querido a Colombia. Estuve viniendo constantemente, jamás me alejé. Viajaba a tocar y a estar con mi familia. Desde antes del 2000 quería regresar. Amo las montañas de Medellín, aquí están mis hermanos y tan pronto me jubilé volví.

Es bogotana, pero creció en Medellín.

Nosotros nos vinimos a vivir a Medellín cuando tenía ocho años. Toda la familia es de acá y en esta ciudad tuve la suerte de encontrar un ángel como don Diego Echavarría Misas, quien fue el que costeó mis estudios primero en Estados Unidos y después en Europa, porque me fui con una beca que me dio. Aquí fue donde se me abrieron las puertas.

¿Ahora qué sigue para usted?

Yo sigo. He dejado de tocar un poco, pero estoy otra vez aceptando varias cosas, me estoy divirtiendo mucho, de verdad que estoy gozando. Tengo mis alumnos y, aunque me retiraré de Eafit, aquí seguirán viniendo todos a mi casa. No a un ritmo demasiado fuerte, pero sigo con la música mientras pueda.

Por El Espectador

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