Teresa Salgueiro, Portugal más allá del fado

La artista, con una trayectoria de más de treinta años en la música, se presentará este viernes en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, en Bogotá.

El Espectador
06 de septiembre de 2019 - 02:00 a. m.
La cantante portuguesa Teresa Salgueiro hizo parte del colectivo musical Madredeus.  /  Cortesía
La cantante portuguesa Teresa Salgueiro hizo parte del colectivo musical Madredeus. / Cortesía

Cuando se anuncia la visita de un cantante portugués, pareciera que obligatoriamente se hablara de fado. ¿Qué hay más allá del fado en Portugal?

Es difícil venir de Portugal durante tantos años y que la gente no piense que la música va más allá. Hay muchísimo universo. Depende de la época de la que estemos hablando. Desde los años 80 y debido a todo un movimiento de la música anglosajona, de los años 90, de habernos abierto después de cuarenta años de una dictadura, porque era un país muy encerrado en sí mismo, los hijos de la generación que ha hecho la revolución han iniciado un movimiento del rock portugués que antes no existía. Ese movimiento sigue hasta hoy, esa música con influencia anglosajona, que se mezcla con raíces portuguesas, contiene características propias de nuestra cultura y es cantada en portugués.

¿Qué artistas son fundamentales en ese desarrollo de la música portuguesa?

Había otros músicos muy interesantes que yo amo profundamente. Un compositor que se llama José Afonso, un cantante maravilloso que ya no vive, con una obra vasta e impresionante, pues tiene una belleza poética y melódica y una gran modernidad por la forma de sus arreglos. José Mario Branco, a otro compositor magnífico que se llama Fausto Bordalo Dias. Ellos hacen una música profundamente portuguesa y profundamente original al mismo tiempo. También está Amalia Rodríguez, quien hace precisamente veinte años dejó el mundo y con su partida se inició un movimiento de gente joven que la ha escuchado. Ella es muy representativa y muy universal. En verdad es la responsable por el desarrollo y el crecimiento del género.

Y luego viene Madredeus, de la que usted hizo parte...

Madredeus hace una fusión muy interesante, innovadora para la época (años 80) porque no utilizaba instrumentos como las baterías, ni tampoco utilizaba el instrumento tradicional del fado, que es la guitarra portuguesa, con doce cuerdas, que tiene un sonido muy intenso. Hacía una música nueva, que se inspiraba en las raíces urbanas y más populares, y hacía una fusión muy interesante que ha recorrido el mundo.

Y ahora, como en la mayoría de las músicas tradicionales del mundo, existen las fusiones…

Ha habido todo este desarrollo, la aparición de todos estos intérpretes masculinos y femeninos de fado y también una mezcla con otros estilos de música. Y hoy en día es un poco difícil escuchar una música y decir si es fado o no lo es. Muchos de los músicos de fado buscan instrumentos que están fuera del estilo, como la batería, y otros músicos que no hacen fado buscan la guitarra portuguesa. Hay música que sigue estando muy cerca de las raíces, pero hay otra muy próxima a la anglosajona, también jazz y después música que se hace un poco al gusto del momento, que es la del entretenimiento.

¿Qué define a la música portuguesa?

Lo máximo que podemos hablar de una música portuguesa es que hay muchos géneros diferentes, pero, al ser portugués, más que todo se habla del alma y no tanto de sonoridad. Es la simplicidad que esta música del fado trae, que para mí hace que sea su característica. Cuando se alza un poco la frontera y cuando se pasan barreras y se añaden otras cosas ¿por qué seguir llamándole fado? No entiendo. Esto tiene que ver con un fenómeno que se llama globalización. Estamos viviendo una etapa de vida común en el planeta, donde estamos viendo inmigrantes, de gente que está huyendo de los malos tratos, de las guerras y viendo quién los quiere acoger. También tenemos un éxodo de gente viajando y turistas que están visitando las ciudades, que también, como la música, están perdiendo esas características fundamentales. Diciendo esto digo al mismo tiempo un poco lo que pienso sobre la música que no es realmente profunda y que no refleja realmente sus raíces.

Su más reciente producción habla sobre la alegría, ¿por qué?

Cuando hablo de alegría quiero también decir esto: estamos viviendo un momento muy difícil y sabemos que los problemas son muchos, pero saber de ellos no los hace menores. Tenemos muchas fuerzas, pero no sabemos encontrar las fuerzas de estar juntos, de unirnos, combatir lo que no es justo, lo que no está bien, lo que marca la profunda desigualdad. Y está creciendo esta opresión y desigualdad, lo que debería ser al revés. Y cuando hablo de alegría, hablo de ese derecho fundamental a mirar al sol todos los días, dar gracias por estar vivos y tener un techo sobre nuestras cabezas, un plato de comida y alguien que nos escuche y tener la atención para escuchar nosotros a los otros. Esta es la alegría de la vida.

¿Qué es lo que veremos en el Jorge Eliécer Gaitán este viernes?

Con cuatro músicos, vamos a entrar en estas músicas y a presentarlas, buscando estar lo más cerca de sus esencias, de las armonías, de las melodías y ritmos, pero trayendo con nosotros un ambiente diverso. Y ese es el desafío, es lo que me encanta de mi hacer, es crear continuamente, buscar ese lenguaje que traduce el amor que tengo yo por las culturas del mundo, por la diversidad, por nuestras diferencias y por esta cosa que es inherente a todas las culturas que es la necesidad que tienen todos los seres humanos de expresarse artísticamente en la poesía, en el canto, de alzar su voz y de pensar sobre su condición en la tierra.

 

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