Un imitador con una historia de luchas

El comediante paisa Yédison Flores pasó de vender dulces a recorrer el país con sus “shows” y hacer reír con sus personajes en radio y televisión. Es locutor de la emisora La Kalle

El Espectador
26 de enero de 2018 - 03:32 a. m.
www.maurogonzalez.com
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Usted fue desplazado por la violencia. ¿Cómo transcurrieron esos años?

Fue una época dura. Era un niño de ocho años y sentía bombazos en el pueblo, hasta que un día mi mamá tomó la decisión de irnos para Medellín, porque en cualquier momento la bomba caía en nuestra casa. Nos fuimos sin dinero. Fueron años de mucho aprendizaje, porque tuve que trabajar en la calle y eso formó mi carácter.

¿Qué experiencias rescata de esa época?

Hay algo que me ha servido mucho hasta el día de hoy y es que nada te lo van a regalar. Debes trabajar por todo lo que quieras, luchar por ello. La disciplina es importante. Por ejemplo, un día que yo dejara de ir a vender algún dulce, o lo que fuera que estuviera vendiendo en ese momento, era dinero que no podría ver en el bolsillo. Aprendí a trabajar por mis metas, no robarle un peso a nadie, conseguir todo con honestidad.

Desde pequeño mostró habilidades como trovador e imitador. ¿Cómo tomó la decisión de dedicarse a esto?

No puedo negar que económicamente vi la diferencia entre vender dulces en la calle y subirme a un escenario a hacer media hora de improvisación o comedia. La paga era mucho mejor y había un reconocimiento de mi talento por parte de la gente. Entendí que eso era lo que quería hacer, que así me iba a ganar la vida y que tenía que trabajar para ser mejor cada día y estar donde quiero estar.

¿Cómo se dio su llegada a “La Luciérnaga”?

Cuando el grupo cómico musical Salpicón se fue para otro proyecto, nos llamaron y crearon el grupo Revolcón. Empezamos a escribir las parodias y a hacer las trovas. Me fui metiendo por el mundo de la imitación y encontré un nuevo rumbo en mi carrera.

¿Qué le dejó su paso por ese programa?

Mucho aprendizaje y grandes amigos. La radio es una escuela tremenda; te da una agilidad y una rapidez que no encuentras en la televisión, ni en el teatro. Es inmediatez total, volver una noticia algo cómico con sátira y humor. Fueron once años sentado frente al micrófono al lado de gente muy respetada en la radio, como el doctor Hernán Peláez.

¿Cuál fue el personaje que más dolores de cabeza le ha dado imitar?

Popeye, y creo que me los sigue trayendo. Hay personas a las que les duele el pasado de este señor y consideran que estoy haciendo mal por hacerle eco. Simplemente hago personajes, tanto con pasado doloroso como aquellos que son gloriosos para el país, con el único fin de hacer reír a la gente.

¿Por qué es importante el humor político?

Es el antídoto que tiene este país ante una realidad bastante difícil de llevar, como la corrupción, el conflicto armado y la inseguridad. Cuando nos cuentan las noticias con una dosis de humor son más digeribles. Es mejor reírse que llorar.

Sigue en la radio y ahora está en La Kalle.

Sigo aprendiendo. He encontrado que en algunas ciudades me piden hacer los personajes de La Kalle. La gente quiere mucho el programa Callejeando y es un formato muy interesante, porque es radio, pero también pueden ver en la pantalla lo que estoy haciendo. Esto me da fortalezas a la hora de mamar gallo, que es lo que más me gusta.

¿Cómo surgió el “show” “Todo un lokillo”?

Es el resultado de todos estos años haciendo radio, shows y televisión. Mezclo esas fortalezas, mi improvisación como trovador, la imitación, la dramaturgia en el escenario y los personas que he creado para que salga Todo un lokillo.

¿Cómo ha sido la aceptación del público del personaje de Rastacuando?

Es un personaje controversial. Gracias a Dios tiene muchos seguidores, personas que me escriben de todas partes del mundo para hacerme comentarios por Rastacuando. Algunos se sienten incómodos con él porque detrás hay temas que les duelen a los colombianos, como el consumo. En las improvisaciones están los mensajes valiosos de paz, reconciliación y respeto por el medio ambiente.

¿De dónde salió Rastacuando?

De mi gusto por improvisar en distintos géneros musicales. Cuando en el show de “Todo un lokillo” improvisaba en reggae, empecé solo poniéndome las rastas y vi que la gente se conectaba de inmediato con el personaje. Sumado a las historias que trae con cada canción, las personas se enamoraron de él y lo seguí haciendo.

Por El Espectador

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