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"Un ballet que no muere"

El barranquillero habla de ‘Que viva nuestra raza’, temporada de la compañía de danza que encabeza y homenaje al folclor afrocolombiano. Miércoles y jueves, en el Teatro Colsubsidio de Bogotá.

El Espectador
18 de septiembre de 2012 - 07:20 p. m.
Rodrigo Obregón aún recuerda el pueblo en Francia donde nació y cómo su padre, Alejandro Obregón, pintaba los paisajes del lugar. / Andrés Torres
Rodrigo Obregón aún recuerda el pueblo en Francia donde nació y cómo su padre, Alejandro Obregón, pintaba los paisajes del lugar. / Andrés Torres

¿Siente un poco de nostalgia al liderar el que es el legado de su madre a Colombia?
Claro, para mí esta tarea es un homenaje a ella, la siento presente en cada momento, en cada ensayo. Busco trabajar con la misma audacia creativa con la que ella recorrió el país buscando las raíces de la cultura para amalgamarlas en un espectáculo que conquistó al mundo entero, que se convierte en una aseveración de riqueza cultural. Aunque ella no esté, es un ballet que no muere.

¿Qué retos supone dirigir el Ballet de Sonia Osorio?
Estoy acostumbrado al trabajo duro por la gran disciplina de mi madre, que me fue impartida no sólo de forma verbal sino física (ríe), entonces sé que el talento se da con el trabajo arduo, no es sólo un don de Dios. Esa disciplina que forjó un grupo de danza extraordinario es la misma que he aplicado desde el momento en que asumí el ballet nacional y empecé la tarea de restaurar vestuario, agilizar las formas de trabajo, ingresar nuevas generaciones y lograr que este ballet siga siendo tan vibrante y poderoso como cuando yo tenía pocos años y lo tuve ante mis ojos.

¿Con qué nos encontraremos en esta temporada?
Una vez lograda la consolidación de ese patrimonio empiezo a construir mi aporte al ballet Sonia Osorio y busco ampliar su visión, que es la conjugación de las tres razas que nos conforman. Por ejemplo, dentro del primer acto hay un espacio creativo que llamé ¡Que viva nuestra raza negra!, un homenaje al aporte cultural que llegó de África a nuestro país. Para eso localicé a una comunidad de afrocolombianos radicados en Bogotá, cachacos negros mejor dicho, y ellos son los que bailarán.

¿Esta comunidad ya tenía experiencia en el baile?
No, es gente del común, sólo que ellos llevan el baile por dentro. ¿Quién diría que eso no es cierto? Tienen una facilidad para la música y la danza, entonces con ellos amalgamamos unos cuadros que no sólo reflejan danza sino también vivencias.

¿Cree que el folclor colombiano va en ascenso?
Desde que haya un colombiano, el folclor está vivito y coleando; eso lo llevamos dentro, es vital en nuestro país, no es un ente muerto: vive y va cambiando. Yo admiro profundamente a los bailarines, creo que su arte es increíble. Muchos se sorprenderían de ver el cuerpo que desarrollan y cómo se mantienen a pesar de los años. La danza va bien, y no la veo asediada, ni creo que jamás sea asediada, por el olvido.

¿Cree que el Gobierno piensa lo mismo?
Ese es otro tema. Estoy seguro de que no se les ha dado a las artes y la cultura el apoyo que se debe, aunque es claro que la identidad de un pueblo es su cultura.

¿Qué es lo más francés que tiene?
Los recuerdos y el amor por el pueblo donde nací. Allí, mi padre, como todos los pintores, buscaba la luz espléndida, la misma que Van Gogh y todos buscaron. Como éramos pobres nos fuimos a vivir a un pueblo donde vendían ruinas junto a una comunidad de artistas, un lugar con mucha historia al que quiero mucho.

¿Y lo más barranquillero?
¡Erda! (ríe). Yo soy cien por ciento barranquillero. Es un sitio tan lindo, tan cívico, la gente de allí siempre te da un trato increíble y no hay diferencias sociales. Yo a Barranquilla la amo profundamente.

¿Qué recuerdos tiene de ‘Escalona’?
Escalona no es sólo un recuerdo mío sino de todos los colombianos; todo el mundo lamenta no haber vuelto a experimentar una producción tan buena como esa. Me siento afortunado de haber participado en esa experiencia y haber sentido que trabajé con un elenco tan maravilloso. Escalona en cierta forma habla de esa Colombia ideal, fue un mensaje que muchos guardan en sus corazones.

Hace más de un año que falleció su madre. ¿Cuáles son los primeros recuerdos de ella que vienen a su mente?

Me hizo llorar... recuerdo su inteligencia, el inmenso cariño que siempre desplegó con sus hijos. Era una mujer tan creativa. Recuerdo el ímpetu con el que conquistó al mundo, se llevó 40 personas y dos toneladas de equipaje por muchos países. ¿Cómo lo hizo? Yo no lo hubiera hecho tan fácil y ella sola logró esa hazaña.

Por El Espectador

 

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