
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Colombia debía ser el anfitrión del mundial de fútbol de 1986, por designación de la FIFA. Pero el 25 de octubre de 1982, el entonces presidente Belisario Betancur renunció a esa distinción y por eso se modificó el escenario para la cita más importante del balompié internacional. "Colombia no tiene tiempo para atender las extravagancias de la FlFA", manifestó Betancur al anunciar su decisión cuatro años antes del torneo.
Con esa declaración, Colombia se convirtió en el único país en cerrar sus puertas a una copa mundial de fútbol, que, a principios de los años 80, como hoy, atrae a millones de aficionados dispuestos a gastar en hoteles, boletas de ingreso a los estadios o transporte. De acuerdo con las cifras de la FIFA, en Brasil 2014 se contabilizaron 3’429.873 espectadores dentro de los estadios y 5’154.386 asistentes en los espacios de transmisión de los partidos.
Vea nuestro especial de Rusia 2018.
Según Betancur, no había dinero para cumplir con las exigencias de la FIFA, porque había primero que construir hospitales y escuelas. Sin embargo, tampoco se hicieron y en vez de que Colombia fuera sede del mundial de fútbol, en la transición entre 1985 y 1986, final del gobierno Betancur y comienzo de la era Barco, el país comenzó a afrontar dolorosos sucesos como el holocausto del Palacio de Justicia en 1985, el exterminio de la Unión Patriótica o la arremetida de Pablo Escobar.
Cabe entonces una pregunta, la misma que se hicieron las directivas de la FIFA: ¿por qué Colombia tardó ocho años en excusarse de ser la sede del mundial cuando le habían otorgado ese privilegio desde 1974? Lo primero que debe recordarse es que esa concesión fue posible por gestión del presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Alfonso Senior, el mismo que hizo posible el nacimiento del campeonato profesional de fútbol en 1948.
“Colombia es un país enano al que no le quedan bien las cosas grandes. Y la empresa de realizar el mundial era un compromiso grande. Yo quería para Colombia algo de ese porte y Colombia me falló”, expresó en su momento Alfonso Senior. Y tenía como decirlo. Casi tres décadas atrás había traído al país, para jugar con Millonarios, a los estelares argentinos Adolfo Pedernera o Alfredo D’stefano. Ese equipo hizo historia en Colombia y también en Europa en 1952 cuando derrotó al encopetado Real Madrid.
Le puede interesar: Mundial de Rusia: ¿Por qué para Senegal jugar contra Colombia era asunto de Estado?
Con el tiempo, Alfonso Senior entró a regir los destinos del fútbol nacional y, a partir de 1970, se impuso la tarea de lograr el mundial para Colombia. En 1974, el mismo año que tomó las riendas de la FIFA el dirigente brasilero Joao Havelange, Senior logró su cometido, y también el compromiso del presidente Alfonso López Michelsen para apoyar la idea. Esta tomó forma a través de la llamada entidad Corporación Colombia-86, destinada a recoger fondos para el evento.
“La candidatura de Colombia, obtenida en 1974, corrió toda clase de vicisitudes”, escribió El País de España en octubre de 1982. Y literalmente así fue. Esas vicisitudes comenzaron con la demora del gobierno López en responder a la designación de la FIFA. Sólo hasta 1975 el presidente López Michelsen se reunió con Joao Havelange para ratificar la realización del evento, pero luego llegaron las peticiones del máximo rector del fútbol, enviadas por el vicepresidente del organismo, el alemán Hermann Neuberger.
Entre los requisitos solicitados estaban 12 estadios con capacidad mínima para 40.000 espectadores, otros cuatros para 60.000 y dos más para 80.000. Además, una flota de limusinas para el transporte de los directivos de la FIFA, un decreto que permitiera, durante el evento, el flujo de divisas internacionales, aeropuertos con capacidad de recibir aviones jet en todas las sedes e infraestructura férrea y vial. Por último, se solicitó que las comisiones para las agencias que vendieran las entradas sería menor del 10%.
“Fueron exigencias absurdas. Le estaban pidiendo a Colombia que tuviera la infraestructura vial de Alemania”, señaló el periodista cultural Eduardo Arias a Señal Colombia en un documental sobre el tema. Lo cierto es que pasaron cuatro años y no se avanzó en ninguno de los puntos del pliego. Durante la presidencia de Julio César Turbay Ayala (1978-1982) se creó la Corporación Colombia-86, una empresa privada liderada por el Grancolombiano para recaudar los fondos que el Estado no podía costear.
Pero finalmente la empresa privada tampoco tuvo una actitud resolutiva respecto al proyecto de convertir a Colombia en un referente mundial para el fútbol. En ese momento, Carlos Cure Cure, representante de Bavaria e integrante organizador de la corporación, nunca asistió a las reuniones en las que se idearía el plan para recolectar el dinero. Y así como la empresa privada no aportó lo necesario para mejorar la infraestructura del país, el sector público tampoco se puso de acuerdo en cómo cumplir con los compromisos pendientes del país en la materia.
La FIFA comenzó a presionar para establecer, no solo los avances de las obras, sino, el cumplimiento del país. Cuando concluyó el Mundial de España 1982, las dudas persistían, hasta que fueron disipadas totalmente en octubre de 1982, cuando Belisario Betancur, tras dos meses de llegar a la Casa de Nariño, le comunicó al país la decisión que le quitó el sueño a muchos colombianos de ver a su selección en casa. Un anuncio de 61 palabras que fue transmitido por televisión y radio con el breve mensaje:
“Anuncio a mis compatriotas que el Mundial de Fútbol de 1986 no se hará en Colombia… no se cumplió la regla de oro, consistente en que el Mundial debería servir a Colombia y no Colombia a la multinacional del Mundial. Aquí tenemos otras cosas que hacer, y no hay siquiera tiempo para atender las extravagancias de la FIFA y sus socios”, fue la declaración del mandatario. Una determinación que se adoptó por una sumatoria de sucesos que dejaron claro que el país no tenía como cumplir con las exigencias de la FIFA.
Más historias del Mundial: Francesco Zuccala, el periodista que rompió un récord Mundial.
En la actualidad, de los 12 estadios que reclamaba la FIFA, con capacidad de 40.000, solo hay siete: El Campín de Bogotá, el Atanasio Girardot de Medellín, el Palmaseca de Cali, el general Santander de Cúcuta, el Metropolitano de Barranquilla, el Palogrande de Manizales, y Alfonso López de Bucaramanga. Todavía no existe uno que tenga aforo para más de 60.000 personas.
En cuanto a las escuelas y hospitales que el presidente Betancur manifestó que iba a invertir, en vez de obras para el mundial de fútbol, no se construyeron. En contraste, a Belisario Betancur le tocó lidiar, de entrada, con la crisis financiera de los años 80 que lo obligó a declarar la emergencia económica y expedir un decreto especial para juzgar a los causantes del descalabro financiero. Además, le correspondió enfrentar la crisis económica que afectó a América Latina. Aun así, Colombia logró crecer en sus índices.
En contraste, en lo político fue un momento crítico. Betancur lo apostó todo por la paz y logró en 1984 que los grupos guerrilleros le firmaran acuerdos de cese al fuego. Pero simultáneamente, el paramilitarismo y el narcotráfico mostraron sus garras y crearon un entorno de violencia que causó hechos imborrables en la memoria: el citado holocausto del Palacio de Justicia, los magnicidios de Pablo Escobar y la arremetida contra la Unión Patriótica. Para rematar, en noviembre de 1985 fue la tragedia de Armero. El consuelo fue la visita del Papa Juan Pablo II en julio de 1986.
Entre tanto, México, país que fue elegido como sede en mayo de 1983 para reemplazar a Colombia, realizó la cita mundialista pese a la tragedia que significó el terremoto de septiembre de 1985 que les ocasionó pérdidas por US$8.000 millones. Logró cumplir con las exigencias de las FIFA y en julio de 1986 realizó el mundial que le permitió brillar a la Argentina de Diego Armando Maradona, la Alemania de Lothar Matthäus, México de Hugo Sánchez, Brasil de Careca o Italia de Carlo Ancelotti.