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Barranquilla y la transición energética: un desafío para el Caribe colombiano

Hablamos con Lina Torres, directora de programas de acción ambiental y justicia climática en la organización social Movilizatorio. Desde su experiencia, nos habla del papel de la región en la transición energética, los desafíos que enfrenta y las oportunidades que se presentan.

28 de febrero de 2025 - 05:52 p. m.
Energía limpia y justicia social es la apuesta de la Alianza Potencia Energética.
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Foto: Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas
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En un contexto donde la transición energética se ha convertido en una prioridad global, Barranquilla se perfila como una región clave para liderar este cambio en el país. Con un buen número de recursos naturales, la región Caribe enfrenta el reto de impulsar una transformación que no solo reduzca las emisiones de carbono, sino que también garantice beneficios sociales equitativos.

En este escenario surge la Alianza Potencia Energética, una iniciativa que busca articular esfuerzos de múltiples organizaciones para potenciar el papel de América Latina en la transición energética. Para profundizar en este tema, conversamos con Lina Torres, directora de programas de acción ambiental y justicia climática en Movilizatorio, un laboratorio de participación ciudadana e innovación social incubado por Purpose para América Latina. Desde su experiencia, nos habla del papel de la región en la transición energética, los desafíos que enfrenta y las oportunidades que se presentan.

Como integrantes de la Alianza Potencia Energética, ¿cómo ven el papel de Barranquilla y la región Caribe en la transición energética de Colombia?

Desde la Alianza tenemos claro que la transición energética no es solo un cambio tecnológico, sino un cambio en la manera como nos relacionamos con los recursos naturales y con la energía, pero sobre todo, un cambio en nuestra visión de futuro. Cuando vemos cómo se ve esto en Barranquilla y la región Caribe es clarísimo: por un lado, tenemos una región con un potencial enorme para desarrollar energías renovables, especialmente solar y eólica, y por el otro lado, una comunidad profundamente afectada por los altísimos costos y la intermitencia del servicio eléctrico. Entonces, ¿qué hace falta? Necesitamos voluntad política y planes de largo plazo impulsados por una ciudadanía que crea y que entienda que la transición energética no es una cosa del futuro, sino una solución para las necesidades de hoy.

¿Qué potencial tienen las energías renovables en la región Caribe, y cómo se compara el avance de esta zona con otras partes del país?

En el Plan Nacional de Desarrollo, Colombia se ha propuesto alcanzar metas ambiciosas de capacidad instalada en energías renovables no convencionales, con un enfoque significativo en la región Caribe, justamente por su potencial. En particular hay que destacar la energía solar, eólica y biomasa. La región cuenta con una radiación solar promedio de 5.5 a 6 kWh/m²/día, lo que la hace ideal para la implementación de proyectos solares.

Este potencial de recursos, sumado a los costos actuales de la energía en la región, hace que los desempeños financieros para proyectos de energía solar sean los mejores de todo el país, como lo demostró el estudio Proyectos de Energía Solar en techos en Colombia: Oportunidades y Desafíos en el Financiamiento de Emergente.

En términos de participación ciudadana, los retos son similares para todo el país, pues implican vincular a la ciudadanía en un tema que es altamente técnico y en donde hemos visto el surgimiento de campañas de desinformación. En el caso de la región Caribe, y puntualmente de La Guajira, hay un reto y una oportunidad enorme en el tema de consulta previa con comunidades indígenas.

El reto consiste en repensar la manera como las comunidades participan y son consultadas de verdad; con conocimiento y capacidades, y cómo participan de los beneficios de los proyectos. La oportunidad es que al contar con un alto potencial de proyectos, la región ha vivido experiencias que le permiten ser líder en comunicar lo que no se debe hacer en materia de participación y las buenas prácticas que han surgido de todos estos procesos.

Acá es importante que la participación no se enmarque como un palo en la rueda para los proyectos, sino en la garantía para que sean sostenibles y justos.

⁠Desde Movilizatorio, ¿cuáles consideran que son los principales desafíos para involucrar a la comunidad en la implementación de energías renovables en la costa Caribe, y cómo se pueden superar?

Desde hace varios meses en Movilizatorio y en alianza con organizaciones como Fedesarrollo, Transforma y 350.org nos propusimos desarrollar una metodología para identificar los principales retos y estrategias para avanzar en la transición energética en Colombia.

En esas sesiones y trabajando con más de 100 personas expertas en el tema, identificamos que la vinculación de las comunidades es uno de los principales retos. Las razones son múltiples, pero resumiría tres. Primero, el desconocimiento y falta de información sobre este tema que es tan técnico y complejo de entender para la ciudadanía en general; segundo, por la desinformación y polarización que ha surgido alrededor del tema; y tercero, por la calidad de los mecanismos de participación y consulta, -siendo la consulta previa solo uno de ellos-.

Cada uno de estos retos tiene soluciones viables y la costa Caribe puede ser líder en cada uno de ellos, primero, necesitamos educación energética. Es importante que cualquier persona pueda saber de dónde proviene la energía que consume, cómo la puede optimizar y qué opciones tiene para tomar decisiones más amigables con el ambiente.

Segundo, necesitamos trabajar para que la transición energética no sea la agenda de un gobierno o empresa, sino un tema que es de y para la ciudadanía y tercero, necesitamos re imaginar la consulta previa como un proceso que no debe ser ad hoc y de alto costo, sino una conversación permanente entre comunidades, empresas y gobiernos, donde la información no fluye en una sola vía y en donde todas las partes cuentan con las herramientas para dar insumos constructivos.

¿Cómo pueden las políticas públicas locales y nacionales apoyar una transición energética más inclusiva y participativa en la región Caribe, y qué papel juega Movilizatorio en este proceso?

Tal vez el mayor consenso de nuestro trabajo con los talleres “100 influenciadores por la Transición Energética” es que necesitamos políticas de Estado y de largo plazo. Una transición viable fiscalmente y responsable, socialmente, no va a suceder en cuatro años.

Por eso, las políticas nacionales y locales deben estar alineadas para construir la ruta de la transformación necesaria en infraestructura, tecnología, empleo, capacitación, cultura. Hoy vivimos de un sistema económico completamente desarrollado a la medida de los combustibles fósiles que tiene que cambiar en todos los niveles: global, regional, nacional y local.

Los mercados globales están mandando señales de la urgencia de hacer la transición, ahora, el gobierno nacional necesita desarrollar los planes que sean coherentes con las necesidades y posibilidades de Colombia, y finalmente, los gobiernos locales necesitan incluir la transición en sus planes, pues es allí en los territorios, donde se van a materializar los proyectos y sus impactos.

Hoy en día, por ejemplo, son pocos los planes locales de desarrollo que incluyen la transición energética y por eso, desde Movilizatorio, trabajamos para que la ciudadanía se pueda vincular mediante la construcción de acuerdos multi actor -como el que vamos a presentar el 7 de marzo-, la participación de grupos de interés como empresas y trabajadores en procesos de incidencia, y el desarrollo de narrativas que conecten a la ciudadanía en lo local y en lo regional

⁠¿Qué lecciones puede aprender Colombia de otros países con experiencia en la transición energética para aplicarlas en Barranquilla y la región Caribe?

Hay dos muy importantes: primero, entender que la transición energética no puede ser únicamente un cambio de tecnología. Es verdad que al transitar a tecnologías bajas en emisiones podemos dar pasos enormes en la lucha contra el cambio climático, pero si ese cambio tecnológico se hace sin considerar buenas prácticas de participación ciudadana y equidad social, podemos terminar con proyectos de renovables que no tienen sostenibilidad o licenciamiento social. Esto lo vemos en regiones como el nordeste de Brasil, que hoy desarrolla la mayor cantidad de proyectos eólicos de ese país, pero que enfrenta enormes riesgos en términos de impactos sociales.

La segunda lección, que podemos aprender de países como Estados Unidos, es que la agenda ambiental y de transición energética no puede pertenecer a un partido o grupo político. Hoy en día vivimos el impacto negativo de la polarización política que va en detrimento de temas que son importantes para todos.

Ad portas de un proceso electoral en Colombia, Brasil y Chile, nuestro principal mensaje es que debemos llegar a acuerdos sobre fundamentales para que los políticos no nos arrebaten las agendas que son de la gente; el cambio climático no distingue de partidos políticos e ideología, y la transición energética es una ruta probada para que podamos garantizar nuestra supervivencia en el planeta.

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