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Entornos que transforman vidas

Conozca más sobre la iniciativa de Jhon Anderson Soledad, ganador de la categoría de Ciencia, tecnología e innovación.

Redacción Especiales

01 de diciembre de 2025 - 06:30 a. m.
Jhon Soledad, ganador de la categoría de Ciencia, tecnología e innovación.
Foto: Gustavo Torrijos Zuluaga
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A sus 30 años, Jhon Anderson Soledad habla de la innovación como quien sostiene una brújula que apunta siempre hacia la misma dirección: transformar la vida de las personas que históricamente han quedado por fuera del mapa tecnológico. Este ingeniero de software, nacido en Neiva, Huila y creador de SEEBOTIC —un sistema de reconocimiento de entornos para personas con discapacidad visual— hoy es el ganador de la categoría de Ciencia, tecnología e innovación de Titanes Caracol 2025. Jhon ha convertido su trayectoria en una mezcla de inquietud técnica, compromiso social y una obstinación por abrir caminos donde aún no existen, que eso en tecnología, cuesta, y cuesta mucho.

Su proyecto actual, Innvition, nació como una especie de declaración de intenciones. Demostrar que las nuevas tecnologías pueden ser faros de esperanza para comunidades vulnerables y que la innovación, más que un lujo, es una necesidad urgente para regiones como el Huila. “Si queremos un desarrollo económico, cultural y social significativo, la innovación debe implementarse en todos los procesos”, repite con convicción. La idea, sin embargo, surgió también de un desencanto: la constatación de que en su territorio no existe un ambiente propicio para sostener iniciativas tecnológicas ni para convertirlas en emprendimientos reales, algo que tristemente ocurre en muchas regiones del país.

Ese vacío ha marcado buena parte de su camino. Jhon, como buen emprendedor, atravesó momentos en los que dudó si continuar. Fueron instantes duros en los que, dice, el reconocimiento de Titanes hoy se vuelve una especie de confirmación. “Menos mal seguí”. Y siguió porque entendió que lo que él podía hacer, desde su experiencia y sus herramientas, tenía un alcance que superaba lo personal.

Como tallerista STEM encontró una de sus preguntas más transformadoras. ¿Cómo enseñarle electrónica a un niño ciego? En 2023, junto a un equipo pequeño, desarrolló kits interactivos para permitir que niños con discapacidad visual o sin motricidad fina pudieran conectar su primer circuito. Para él, ver ese momento, de ver a niños que al tacto eran capaces de explorar cables, tener una chispa de aprendizaje, y en especial una sonrisa, todo eso fue una prueba de que la inclusión no es una promesa abstracta, sino una decisión técnica y humana. “No se trata de excluirlos de una educación de calidad, sino de buscar estrategias óptimas que lo hagan posible”, dice un hombre absolutamente convecido del impacto de sus acciones.

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Esta sensibilidad no llegó por accidente. Como muchos colombianos, la vida lo ha puesto en diferentes sillas. A lo largo de sus 30 años, que suenan poco, ha sido ingeniero de software, diseñador de producto industrial, tecnólogo en electrónica, tallerista y también bombero voluntario en Neiva. Cada rol, asegura, le mostró de cerca qué significa vivir con carencias estructurales y cuán lejos están muchas comunidades de las tecnologías que podrían mejorar su vida. SEEBOTIC, quizá su proyecto más emblemático, nació justo de esa constatación: si él, siendo un joven con recursos limitados, podía desarrollar una idea para hacer más seguro el desplazamiento de una persona invidente, ¿por qué no lo habían hecho aún las grandes compañías?

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La respuesta es cruda: la mayoría de las 45 millones de personas con discapacidad visual en el mundo viven en países en desarrollo y pertenecen a estratos 0, 1 y 2. No pueden pagar dispositivos de asistencia costosos. Y como no son un mercado rentable, las soluciones no llegan.

Frente a ese escenario, este titán insiste en cambiar la narrativa y ver la innovación no como una estrategia para generar capital, sino como una herramienta para transformar vidas. Su aspiración, ahora con el impulso de Titanes Caracol, es convertirse en ejemplo para los jóvenes de su región. Quiere demostrarles que desde los municipios, desde los espacios más remotos, desde laboratorios improvisados o talleres comunitarios, es posible crear tecnología significativa.

“Mi sueño siempre ha sido inspirar a la comunidad huilense y colombiana para que creen ideas, gestionen emprendimientos e innoven sin miedo”, afirma. Su convicción es clara: el talento existe, la creatividad abunda y lo único que falta es un ecosistema que deje de ver la innovación como un lujo y la entienda como lo que siempre ha sido para él: un acto profundamente humano. Tan humano, como su labor.

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