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La Batucada Guaricha: mujeres con las manos en el barrio

Este grupo de 27 mujeres abre la oportunidad para meter la mano en el barrio, empatizar con las comunidades y hablar sobre equidad, enfoque de género, derechos humanos, sexualidad y salud mental.

Karen Niño Castellanos

26 de diciembre de 2024 - 03:00 p. m.
Batucada Guaricha.
Foto: Cortesía
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Cuando nos ponemos el tambor somos otras mujeres, somos personas diferentes, somos las guarichas. Es un momento de conexión con la tierra, con la sociedad y con sus problemáticas. Somos La Batucada Guaricha: 27 mujeres coloridas y gritonas con el anhelo de generar cambios para la paz.

Nuestro trabajo comenzó el 25 de noviembre de 2018, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Actualmente estamos ubicadas en La Bellecera, una biblioteca comunitaria del barrio Cabecera del Llano en Piedecuesta (Santander), que tiene cine, música, teatro, libros, talleres y un equipo de fútbol. Desde allí hemos liderado proyectos que buscan influir en las familias, la crianza respetuosa, la igualdad y la defensa del territorio.

Durante estos seis años hemos visto porqué la música es considerada un lenguaje universal y el arte un instrumento para la construcción de paz. Los tambores se han convertido en nuestro canal de comunicación para hacer jornadas de salud, talleres y charlas en veredas y barrios donde hemos identificado problemáticas y donde sabemos que podemos poner una semilla para generar transformaciones. Porque todo, por supuesto, inicia con unas mujeres tocando música.

El ejercicio consiste en tocar y bailar en actividades que involucran a la comunidad con temas que consideramos importantes para su desarrollo. Por ejemplo, un convite en el río: la gente disfruta de un buen sancocho mientras que “las guarichas” hablamos del medio ambiente, el manejo de los desechos orgánicos, el aporte del río a la economía de la región y la importancia de cuidarlo. Este trabajo nos permitió participar en el Encuentro de Comunicación, Mujeres y Ruralidad que realizó la Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos (DACMI) del Ministerio de la Culturas, las Artes y los Saberes en 2023. Fue un espacio de diálogo e intercambio de experiencias y saberes entre mujeres que lideramos procesos de comunicación en diversos territorios de Colombia. Nos reunimos en Santa Marta y fue una experiencia mágica.

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El Encuentro estuvo lleno de mucha complicidad. Las formalidades se dejaron de lado para unir a un montón de mujeres con propuestas y experiencias comunicativas sumamente importantes. Yo estaba con los tambores de Piedecuesta luchando por la defensa de los derechos humanos, pero también mi compañera de Putumayo con su lucha para que no le quiten la selva y otras, trabajando para preservar semillas, culturas, tradiciones y raíces. Todas con un firme compromiso con su territorio.

Ese momento de conexión, que sigue dando frutos, terminó con la promesa de hacer posible un nuevo encuentro. Fue una grata sorpresa cuando llegaron las mujeres de la DACMI con un proyecto para lograr ese reencuentro: las Pasantía de Comunicación, Mujeres y Ruralidad. Esta iniciativa más allá de permitir que nos volvamos a ver como amigas y colegas, nos lleva a esos territorios de los que hablamos en Santa Marta, para conocer de cerca los procesos, ver cómo están los contextos y nutrirnos desde los saberes y experiencias de otras y otros.

Tuve el privilegio de asistir a la pasantía en Quibdó el pasado mes de septiembre, donde presencié iniciativas que una compañera del Chocó me había contado de su región: JMD La Voz. Fue mágico estar ahí, observando la diversidad de procesos de comunicación conociendo su gente y su cultura. Me llevé mucho de eso para Piedecuesta y desde aquí sigo atenta a sus procesos, porque esas conexiones son muy valiosas y nos impulsan a seguir tocando tambores.

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Por ejemplo, unos jóvenes chocoanos, al igual que La Batucada Guaricha en Piedecuesta, intentan resistir mediante la música, cantan sobre lo que les pasa en la región. Intercambiamos experiencias, me mostraron sus canciones, yo les mostré la música de Las Guarichas y a pesar de estar tan lejos, de tener tantas diferencias culturales, de vivir cosas totalmente distintas, conectamos musicalmente de una manera sorprendente. Esa fue una de las cosas que me traje de la pasantía en Chocó.

Pero no es el único proceso que seguimos desde La Batucada Guaricha. Sé qué pasa con las compañeras en la Sierra Nevada de Santa Marta, quienes recientemente hicieron una conexión con el Festival Daupará, la muestra de cine y video indígena que se realiza en Bogotá. Saber de su participación y apoyarlas en la difusión es algo que nos une y fortalece como red. Se trata, de alguna manera, de generar paz y cambios mediante la exploración de otras formas de comunicación en nuestras prácticas.

Con estos procesos de intercambio de experiencias, como el Encuentro de Santa Marta, y ahora las pasantías en varias regiones del país, nos enteramos de lo que estamos haciendo: cortometrajes, cómo contamos historias y cómo es el trabajo fotográfico que está creando memoria en los territorios. Sabemos que tenemos un programa de radio donde le damos voz a los campesinos y que estamos enseñándole a los niños del colegio a hacer guiones cinematográficos y a escribir para radio.

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Queremos seguir creando puentes a pesar de la distancia. Nos sentimos como hermanas en esta vida de la música, el arte y los procesos comunicativos. Nuestro reto es continuar generando ese intercambio de experiencias, visibilizar nuestros territorios y seguir liderando las transformaciones sociales que requieren las comunidades, porque creemos firmemente en el cambio social mediante la comunicación alternativa gestada por mujeres.

Por Karen Niño Castellanos

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