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El 2024 fue el año en el que firmantes de paz, víctimas y comunidades lograron establecer conversaciones poderosas para reconstruir las relaciones fracturadas por el conflicto armado, sanar heridas del pasado y trabajar en conjunto por la transformación territorial. Fue, además, un período decisivo para acoger la reincorporación de quienes firmaron el Acuerdo de Paz en 2016, promoviendo una cultura política basada en el diálogo, el reconocimiento del otro y el respeto por la vida.
Ese fue el valioso resultado de las 66 Agendas Territoriales para la Reincorporación Comunitaria, una estrategia de la Agencia para la Reincorporación (ARN) que impulsa la reconciliación y la construcción de paz en Colombia.
Con la participación de 14.800 personas, esta iniciativa se implementó a lo largo del año en 65 municipios de 19 departamentos del país bajo un enfoque restaurativo, con el principal objetivo reconstruir el tejido social, salvaguardar la vida de las y los firmantes e impactar positivamente los territorios.
Estos espacios de conversación forman parte de las grandes iniciativas del Programa de Reincorporación Integral (PRI), puesto en marcha este año bajo el liderazgo de Alejandra Miller, directora general de la ARN.
El objetivo de esta línea de reincorporación es promover en la sociedad el entendimiento y la apropiación del proceso que hoy viven más de 11.500 hombres y mujeres en su tránsito hacia la vida civil. Todo esto como un factor clave para garantizar el arraigo y la no repetición del conflicto armado.
Impacto positivo del diálogo restaurativo
Las Agendas Territoriales para la Reincorporación Comunitaria se llevaron a cabo en tres momentos: en el primero se fortalecieron los lazos de confianza, en el segundo se crearon espacios de diálogo para identificar las heridas persistentes en los territorios y definir los pasos necesarios para sanarlas de manera colectiva, y en el tercero se culminó con la construcción de procesos organizativos comunitarios, la entrega de obras comunitarias e iniciativas de perdón y reconciliación en torno a la memoria, fruto de los acuerdos y procesos de deliberación entre los firmantes de paz y las comunidades.
El proceso resultó en el desarrollo de más de 80 acciones materiales y simbólicas, que incluyeron la mejora de infraestructura, la construcción de vías, casetas comunales, casas de memoria, espacios deportivos y la dotación de escuelas y centros culturales. Aunque estas obras tuvieron un impacto directo en las comunidades, lo más significativo fue el trabajo conjunto que permitió reconstruir los lazos sociales.
El diálogo y las obras comunitarias se convirtieron en vehículos para la sanación y el entendimiento mutuo, sentando así las bases para una convivencia pacífica.
Entre las muestras del impacto positivo de las Agendas Territoriales destaca la colaboración entre firmantes de paz y comunidades en el corregimiento de Sinaí, en Argelia, Cauca, que resultó en la construcción de la Vía por la Paz: 90 metros de placa huella que facilitan el acceso a las instalaciones deportivas del lugar. Además, se incluyen importantes obras, como la preservación de fuentes hídricas y la construcción de casas comunales en el Meta, la inauguración de casas de la memoria en corregimientos como Ituango, Antioquia, y el fortalecimiento de Casas de la Mujer como en Roncesvalles, Tolima.
En este último, asociaciones conformadas por firmantes y víctimas recibieron herramientas para impulsar sus iniciativas productivas autosostenibles y mejorar las condiciones de vida de sus familias. Todos estos ejemplos de esfuerzos conjuntos han sido un aporte a la reconciliación, convivencia y construcción de paz, como fruto del diálogo restaurativo en el territorio.
“Le estamos demostrando al mundo que la paz es posible y que es posible hacer cosas bonitas. Gracias a las Agendas Comunitarias, hemos logrado que la comunidad nos reciba, y ahora trabajamos de la mano en proyectos productivos que transforman nuestros territorios”, dijo Argemiro Marmolejo, firmante de paz, al concluir la Agenda Comunitaria en la vereda Bonito, en la zona rural de El Carmen de Bolívar, donde la relación entre los 103 firmantes de paz y la comunidad se fortaleció gracias a esta agenda.
En palabras de Alejandra Miller, directora de la ARN, las Agendas Comunitarias fueron uno de los procesos más poderosos de la reincorporación en 2024. Señaló que cada acción y obra comunitaria es una prueba de la fortaleza del diálogo restaurativo, y que este proceso permitió reconocer que las comunidades son las principales garantes de la seguridad colectiva de los firmantes, lo que contribuyó a dotarlas de herramientas para la resolución pacífica de conflictos, fortaleciendo así sus capacidades organizativas.
“Las Agendas nos han permitido avanzar en la superación de la estigmatización, ya que en estos espacios de diálogo se han deconstruido las percepciones sobre los firmantes. Este proceso ha sido clave para avanzar en la reconciliación y protección de la vida de quienes hoy continúan con la reincorporación; uno de los tesoros del Acuerdo de Paz. Las comunidades han acogido el proceso y reconocen que es fundamental para la construcción de la paz.”
Hacia una reincorporación integral y garantista
Además del éxito alcanzado con la implementación de las Agendas Territoriales Comunitarias, el 2024 fue un año fundamental para los avances en reincorporación, marcado por lo que Alejandra Miller define como “un cambio en el enfoque político”, que se materializó con la puesta en marcha del Programa de Reincorporación Integral (PRI), que permitió pasar de un enfoque minimalista a uno integral y garantista, centrado en responder a las necesidades de los firmantes de paz, incluyendo a sus familias, en los ámbitos económicos, políticos, sociales y comunitarios.
Tras dos años de Gobierno, Miller destaca los avances indiscutibles, sobre todo en la consolidación de la reincorporación como un proceso sostenible. Resalta el énfasis puesto en fortalecer el rol político de los firmantes de paz, recuperando la esencia y el espíritu de lo pactado en La Habana: “Hemos superado el vacío que hubo en la implementación del Acuerdo en años anteriores. Hemos saldado deudas con quienes firmaron la paz y puesto en marcha un programa que los reconoce como actores claves para la transformación social”.
Aunque reconoce que el programa sigue enfrentando desafíos y complejidades, Miller subraya la evolución de la Agencia para la Reincorporación, que ha pasado de ser vista únicamente como una entidad proveedora de beneficios a convertirse en una institución clave para la prevención de la repetición del conflicto armado y la consolidación de la paz en Colombia: “En 2025, seguiremos apostando por una reincorporación garantista para los 11.500 firmantes que siguen firmes en su proceso. Queremos que sepan que este esfuerzo no ha sido en vano, que el proceso se ha fortalecido y que seguiremos trabajando por la paz y la reconciliación que tanto necesita Colombia”.