Durante años, María Teresa Sinisterra caminó las calles, playas y manglares de Buenaventura con una inquietud clavada en el pecho, ¿cómo era posible que un territorio tan rico en naturaleza estuviera tan asfixiado por los residuos sólidos? De esa incomodidad, y del amor profundo por su tierra, nació una idea que hoy es proyecto y que hoy la conviertieron en la Titán 2025 en la categoría de Sostenibilidad y economías ambientales.
María Teresa creció sin que nadie le enseñara a reciclar. “Yo no reciclaba”, confiesa. “Y vengo reciclando ya 10 años. No me enseñó mi mamá; tuve que aprenderlo yo para no seguir cometiendo los mismos errores”. Ese aprendizaje personal se transformó en una causa colectiva cuando entendió la magnitud del problema. Los residuos desbordados en calles y playas, un relleno sanitario demasiado cerca de fuentes hídricas y una comunidad que, aunque preocupada, no tenía herramientas para actuar.
Hoy, esta mujer fuerte de un carácter amable, pero de una voz con fuerza, hace parte de la Asociación de Gestores Ambientales del Pacífico (Asogesampa), una organización que se ha propuesto un objetivo tan sencillo como urgente, la de dignificar la labor del reciclaje y demostrar que esta actividad puede transformar vidas.
La iniciativa empezó desde lo más básico. Antes de pedirle a la comunidad que separara en casa, María Teresa y su equipo tuvieron que entender ellos mismos qué significaba reciclar correctamente. Luego vinieron las jornadas de sensibilización con charlas en barrios, conversaciones casa a casa, encuentros en los que les explicaban a las familias que una botella, un envase o un cartón no son basura, sino materia prima que puede volver a la industria y mejorar la vida de quienes recuperan esos materiales.
“La sensibilización es clave. Se trata de que la comunidad sienta pertenencia por su territorio, por su espacio, por su casa”. Como todo lo de su vida, no fue fácil. En Buenaventura casi no había recicladores, y muchos de los que hoy ejercen ese oficio aprendieron “con las hojas amargas”, como dice María Teresa. Pero la semilla estaba sembrada y la gente empezó a reciclar y Asogesampa se convirtió en un punto de apoyo, acompañamiento y organización.
Hoy es la primera persona de Buenaventura en ganar Titanes, un logro que, más que un premio, se ha convertido en una oportunidad para visibilizar lo que su territorio viene construyendo. Para ella, este reconocimiento abre una puerta necesaria para que en Buenaventura se valore la labor ambiental, que se entienda el impacto del reciclaje y que se dignifique, de una vez por todas, la actividad de quienes recuperan materiales día a día.
Su sueño ahora es contundente. María Teresa sueña con seguir trabajando por un manejo responsable de los residuos sólidos y dignificar la labor del reciclaje, una actividad que, aunque muchos consideran “fea”, es tan valiosa como cualquier otra y, sobre todo, esencial para la vida.
Hoy, mientras camina junto a los recicladores que han encontrado en este oficio una forma de vivir con dignidad, siente que el cambio, aunque lento, aunque lleno de obstáculos, ya está en marcha. En cada hogar donde ahora se separa la basura, en cada niño que entiende que una botella es más que desecho, en cada manglar que respira un poco mejor.
A eso le apuesta María Teresa, a una Buenaventura capaz de reconocerse, cuidarse y limpiarse desde dentro. Un territorio que, como ella, aprende que las grandes transformaciones nacen de los actos más pequeños y repetidos con convicción. Actos que cuando se juntan son suficientes para devolverle el brillo al Pacífico.