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Los empresarios tenemos que mantenernos firmes en el reto de transformar a Colombia

Las empresas han sido y son clave en el desarrollo económico y social del país.

Andrés Ortiz*

14 de febrero de 2025 - 02:53 p. m.
Andrés Ortiz, socio y director general de LLYC en Colombia.
Foto: Cortesía
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En un contexto lleno de retos y oportunidades, los empresarios no solo enfrentamos la responsabilidad de hacer crecer nuestras organizaciones, sino también ser los que lideran la transformación social. Las desigualdades económicas y sociales siguen marcando profundamente a Colombia, lo que nos debe hacer reflexionar sobre el rol de los empresarios para construir el país que queremos.

Las empresas han sido y son clave en el desarrollo económico y social del país. Colombia no es un país rico, estamos en desarrollo, y por eso el aporte de los empresarios para generar empleo, innovar y contribuir al crecimiento de las comunidades en las que operamos nos convierte en actores protagonistas. Pero esta responsabilidad no puede limitarse solo a cumplir con las expectativas mínimas, debe ir más allá, hacia una verdadera apuesta por fortalecer el tejido social. Estoy convencido de que, en un entorno de incertidumbre, los empresarios -y las empresas que representamos- debemos mantener un papel protagónico en aquellas áreas en las que el gobierno no logra llegar. Los desafíos de Colombia son estructurales y requieren soluciones que trascienden los ciclos políticos. Lo que se necesita es una visión estratégica enfocada en el largo plazo, que permita identificar respuestas sostenibles a los desafíos fundamentales del país. No dejarse abrumar por la corriente política del momento es clave para avanzar hacia un futuro más justo y próspero.

Es importante también reconocer que, como país, somos una nación joven. Nos comparan con países que tienen siglos de historia, y aunque esto a veces puede parecer injusto, también nos recuerda que estamos en un proceso de aprendizaje y madurez. Todavía tenemos mucho por hacer, y el desafío siempre estará presente: encontrar un punto en el que ambas partes; el sector público y el sector privado, puedan trabajar juntos en soluciones que beneficien a todos.

El diálogo, la disposición genuina de entender las necesidades del otro y el compromiso de construir un futuro compartido, son las claves de este proceso. Es un reto complejo, pero no imposible, requiere voluntad, liderazgo responsable y una visión de largo plazo que trascienda intereses particulares.

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Todo este cambio comienza haciendo las cosas bien dentro de nuestras propias organizaciones, y la forma es asegurándonos de que nuestros colaboradores tengan acceso a condiciones laborales dignas, oportunidades de crecimiento y un ambiente de trabajo inclusivo. La forma en que actuamos con quienes trabajan con nosotros tiene un efecto multiplicador, que impacta tanto a su entorno, como a las comunidades que dependen de su bienestar. Más allá de los resultados financieros, el verdadero éxito empresarial radica en la capacidad de generar bienestar colectivo.

Concluyo reflexionando sobre la importancia de mostrar nuestros logros, visibilizar el aporte del empresariado al desarrollo y sentirnos orgullosos de ello. Con esto cambiamos el discurso negativo sobre nuestro rol en el país. Al final, el verdadero valor se mide en la capacidad de transformar vidas, reducir las brechas sociales y construir un país más justo para todos, en el que la incertidumbre no pese más que el impacto positivo en la cadena de valor.

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*Socio y director general de LLYC en Colombia.

Por Andrés Ortiz*

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