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El reclutamiento de menores por parte de grupos armados ilegales en Colombia es una tragedia que persiste y una herida difícil de cicatrizar.
En Colombia, el reclutamiento de menores ha marcado de manera indeleble el curso de la historia de la guerra interna que se ha librado por décadas. Aunque las cifras varían, lo cierto es que miles de niños, niñas y adolescentes han sido forzados a unirse a grupos armados ilegales. Esta es una realidad que, además de reflejar la crueldad del conflicto, también muestra la urgente necesidad de construir una sociedad capaz de garantizar la protección de la infancia.
En diálogo con El Espectador, Lourdes Castro, consejera presidencial para los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, explicó por qué detener el reclutamiento de menores y la construcción de una cultura de paz es una tarea conjunta entre el Estado y la sociedad civil, teniendo como eje en común el trabajo de construcción de entornos seguros para niños, niñas y adolescentes en los hogares, las instituciones de educación y la comunidad.
“No podemos seguir normalizando el reclutamiento; de alguna manera, pareciera que es una consecuencia natural que se lleven a los niños, niñas y adolescentes. Tenemos que romper esa normalización y una forma de romper esa normalización es alzando nuestra voz”, aseguró la funcionaria.
Reclutamiento de menores, una realidad que permea las ciudades centrales del país
Este flagelo no solo es una realidad de los entornos rurales en donde operan activamente los grupos criminales, también toca ambientes urbanos en las grandes ciudades en donde el crimen organizado está presente. Para la consejera, esto es una consideración importante porque parece que en los entornos urbanos se piensa que se está demasiado lejos de esa realidad y resulta que puede estar más cerca de lo que parece. Así mismo, resalta que los ciudadanos tienen el deber de llevar la paz a las futuras generaciones y acabar con las dinámicas de la guerra y la violencia, pues la posibilidad de construir un país en paz se puede hacer lejana si se continúan reciclando los ciclos de violencias que no se han logrado cerrar, y agregó que debemos “comprender y asimilar qué nos afecta a todos como país y en qué estamos fracasando también como sociedad para transitar hacia la reconciliación”.
Desafíos para erradicar el reclutamiento de menores en Colombia
Entre los mayores desafíos para acabar con esta cruda realidad están: lograr una política pública de prevención, para priorizar las regiones más afectadas y así fortalecer los comités de acción inmediata y las rutas de atención y prevención; fortalecer la participación de los niños, niñas y jóvenes —que son la población directamente afectada—, y la cooperación con organizaciones que trabajan en el tema; reconocer la importancia y el valor de las iniciativas comunitarias en la prevención del reclutamiento para apoyar y fortalecer desde el Gobierno esas propuestas que surgen desde las comunidades, y vigilar el entorno digital, que se ha convertido en un espacio activo de reclutamiento de los criminales.
La consejera afirma que los esfuerzos del Gobierno implican tener interacción con la sociedad y los sectores, pues todos los actores sociales cumplen un papel fundamental y es preciso establecer múltiples articulaciones para generar entornos seguros. En este contexto, explica que la Consejería ha articulado esfuerzos con la Policía Nacional y el Mintic para rastrear, identificar y cerrar cuentas que promuevan el enlistamiento de menores, además de “dialogar con algunas de las redes sociales para que incorporen esos patrones identificados en sus protocolos de seguridad”.
La educación, un componente fundamental
También enfatizó en la educación como un componente fundamental y uno de los pilares para tener en cuenta en la política de prevención, y explica que desde los colegios se pueden generar alertas si ven posibilidades de reclutamiento e identificar dinámicas de reclutamiento, como la deserción escolar. “La escuela tiene un papel fundamental en la formación, como lo tiene también la familia, en términos de ver otras posibilidades como el arte, la cultura, el deporte o la danza”. Y, en la misma medida, las universidades pueden contribuir fomentando una formación humanista y de paz en las nuevas generaciones que están formando conciencia.
“La academia puede hacer mucho en ese trabajo de concientización de la sociedad. Los centros universitarios son una voz reconocida dentro de una sociedad, pueden hacer un llamado a través de investigaciones, de campañas, para que la sociedad en su conjunto seamos conscientes de que podemos jugar un papel y hacer sentir una voz para generar entornos protectores”.
El reclutamiento forzado no solo es una violación de los derechos humanos, sino una tragedia que marca el futuro de generaciones de niños. En un país que busca cerrar sus heridas y construir una paz duradera, la protección de los menores debe ser una prioridad inaplazable.
“Es muy importante que la sociedad entienda que los niños y adolescentes reclutados no son delincuentes, son víctimas, y comprender que todos los ciudadanos debemos poner nuestro granito de arena para que no sigan arrastrando a las nuevas generaciones por las dinámicas de violencia y la guerra, o seguiremos anclados en lo mismo”, concluyó la consejera, Lourdes Castro.