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“Síndrome de la felicidad obligatoria”: qué es y por qué se dispara en Navidad y fin de año

Un informe de la Universidad de San Buenaventura advierte que esta temporada concentra varios factores de riesgo emocional.

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22 de diciembre de 2025 - 08:13 p. m.
En esta época aumentan las publicaciones de celebraciones impecables, viajes y reuniones familiares, lo que dispara la comparación y la sensación de insuficiencia.
En esta época aumentan las publicaciones de celebraciones impecables, viajes y reuniones familiares, lo que dispara la comparación y la sensación de insuficiencia.
Foto: Cortesía
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Para muchos colombianos, diciembre es sinónimo de luces, novenas, regalos y reencuentros. Para otros, en cambio, es un mes que exige más de lo que permite disfrutar. Entre compromisos sociales, cierres laborales, gastos adicionales y la expectativa de mostrarse siempre alegre, la energía emocional se agota con rapidez. Ese choque entre lo que se siente y lo que “se supone” que se debe sentir es lo que los especialistas llaman el síndrome de la felicidad obligatoria, una presión silenciosa que se intensifica justo cuando el cuerpo y la mente llegan al límite del año.

Un informe de la Universidad de San Buenaventura advierte que esta temporada concentra varios factores de riesgo emocional. No se trata solo de una percepción individual: en 2025, el Ministerio de Salud declaró la salud mental como una prioridad nacional y, en Bogotá, las intervenciones psicológicas aumentaron un 41 % frente al año anterior. Además, el 33,8 % de las atenciones por trastornos mentales corresponde a adultos entre 29 y 59 años, el grupo que asume la mayor carga de responsabilidades laborales, financieras y sociales durante el cierre del año.

Bajo este panorama, celebraciones tradicionalmente asociadas con descanso y disfrute —como Noche Buena, la llegada de Papá Noel o la fiesta de Año Nuevo— pueden sentirse más como obligaciones que como espacios de bienestar. “Se espera que todos estén alegres aun cuando llegan con un año entero de cansancio emocional y físico encima. Esa presión puede terminar en una saturación psicológica preocupante”, explica Leidy López, directora del programa de Psicología de la Universidad de San Buenaventura.

La experta subraya que negarse a participar activamente en todas las dinámicas decembrinas no es falta de ánimo ni ausencia de “espíritu navideño”. “Es aprender a reconocer cuándo la temporada empieza a sobrepasar los límites emocionales y actuar a tiempo para proteger el bienestar”, señala.

Por qué diciembre agota más de lo que parece

El desgaste no comienza el 24 de diciembre. Semanas antes, el calendario ya está marcado por cierres de proyectos, evaluaciones, reuniones empresariales, tráfico más intenso y chats que no se silencian. Diciembre se convierte en una agenda que no se detiene.

A esto se suma la presión económica. Según la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico (CCCE), durante la Navidad de 2024 los colombianos gastaron $38,6 billones, un aumento del 7,1 % frente a 2023. La Encuesta de Navidad de Fenalco reveló, además, que el 36 % de los consumidores destinó más de $800.000 solo en regalos, compras que en muchos casos comienzan desde noviembre. En un contexto de restricciones financieras, estos compromisos anticipados amplifican el agotamiento emocional.

“Las personas sienten que deben cumplir con todo y con todos. Si no van a una reunión, aparece la culpa; si van, aparece el cansancio. Es como una cuerda que se tensa desde todos los lados”, resume López.

El escenario internacional refuerza esta lectura. El informe Mental State of the World 2025, que evaluó a personas en 79 países —incluida Colombia—, encontró que el 41 % de los adultos jóvenes se siente “angustiado o luchando” con su salud mental. Aunque no es un fenómeno exclusivo de diciembre, evidencia que muchos llegan al final del año con una base emocional más frágil.

Las redes sociales también juegan un papel clave. En esta época aumentan las publicaciones de celebraciones impecables, viajes y reuniones familiares, lo que dispara la comparación y la sensación de insuficiencia. “Parece que todos viven una Navidad ideal, menos uno. Esa narrativa es injusta con quienes atraviesan duelos, rupturas, sobrecargas o simplemente agotamiento”, advierte la psicóloga.

Seis señales de que la presión ya está pasando factura

Los especialistas coinciden en que hay alertas claras de saturación emocional durante esta época:

  1. Cansancio emocional persistente.
  2. Dificultad para dormir o pensamiento acelerado.
  3. Irritabilidad o frustración sin causa aparente.
  4. Ansiedad anticipatoria frente a reuniones sociales.
  5. Sensación de estar actuando más que disfrutando.
  6. Comparación constante con lo que se ve en redes sociales.

Cinco claves para transitar diciembre sin colapsar

Desde la Universidad de San Buenaventura, las recomendaciones apuntan a recuperar el equilibrio sin culpa ni remordimiento:

  • Déjese sentir sin culpa: aceptar las emociones reales reduce la presión interna y evita la sensación de estar representando un papel.
  • Ponga límites antes de saturarse: declinar invitaciones o preferir encuentros pequeños también es autocuidado.
  • Reduzca el ruido digital: tomar distancia de las redes sociales disminuye la comparación constante.
  • Planifique su energía, no solo sus finanzas: así como existe un presupuesto económico, un “presupuesto emocional” ayuda a decidir cuántos compromisos asumir.
  • Busque apoyo profesional cuando lo necesite: “Hablar con alguien capacitado no es señal de debilidad, sino de madurez emocional. Nadie debería atravesar diciembre sintiéndose obligado a fingir tranquilidad”, concluye López.

En un mes marcado por la celebración, reconocer el cansancio también es una forma de cuidado. Porque no todas las Navidades se viven igual, y permitirse sentirlo puede ser el primer paso para cerrar el año con mayor honestidad emocional.

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