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Vuelven los trolebuses

La que fuera la última historia de estos vehículos se registró en mayo de 1996 por cuenta del hallazgo de un periodista de El Espectador.

Juan David Moreno B.
05 de agosto de 2014 - 09:04 p. m.
Así lucirán los nuevos ‘trolleys’ de la capital.
Así lucirán los nuevos ‘trolleys’ de la capital.

 En otros tiempos, los trolleys bogotanos quedaban varados en medio de las vías debido a los bajones de luz o a los movimientos bruscos que provocaban el desenganche de las tirantas.

En la memoria de la ciudad está grabada una anécdota registrada por los arquitectos Juan Carlos Pérgolis y Jairo Valenzuela en El libro de los buses de Bogotá. Cuentan que un día, en 1977, un pasajero se subió a uno de los trolebuses con un tigrillo. Nadie se percató de su presencia. De repente, cuando el vehículo hizo un giro violento, se soltó de la catenaria y el animal saltó sobre un hombre que estaba sentado en la tercera fila. En medio de los gritos, el tigrillo rasguñó al pasajero y cuando se abrieron las puertas se perdió maullando entre la multitud.

Y la que fuera la última historia de estos vehículos se registró en mayo de 1996 por cuenta del hallazgo de un periodista de El Espectador. El modelo rumano número 094 ya no transportaba pasajeros, sino que servía de guarida para un grupo de celadores que vigilaban otros 125 buses de ese tipo. Los vehículos estaban estacionados en una bodega de la avenida 68 con tercera y yacían abandonados desde 1991. En esa fecha se suscribió el acta de liquidación de la Empresa Distrital de Transportes Urbanos (Edtu), encargada de administrar y coordinar las rutas de trolebuses en la ciudad. Los inadecuados manejos administrativos lo llevaron lentamente hacia su deceso.

Con el paso de los años las administraciones aseguraron que los famosos trolleys —que reposaban entre el óxido y la maleza— volverían a encender sus motores gracias a los salvavidas que las sociedades anónimas contemplaban lanzarles. Pero los vehículos también fueron víctimas de las especulaciones. Las bodegas se convirtieron en sus cementerios.

Pasados 23 años, Transmilenio anunció lo que será una nueva era del transporte público en Bogotá: la entrada en circulación de trolebuses modernos que reemplazarán 1.215 vehículos que dejarán de rodar por las calles capitalinas.

Según Sergio París, gerente de Transmilenio, la nueva generación entrará en servicio de forma progresiva entre los años 2015 y 2019. “Es un avance que incluye las nuevas tecnologías de un sistema que se ha desarrollado en el mundo. Es de tal magnitud que en Zúrich o Ginebra (Suiza) han continuado con esa línea, porque es un transporte eficaz y limpio”.

Por su parte, los especialistas afirman que la puesta en marcha de los trolebuses contribuirá a la reducción de niveles de ruido y emisiones contaminantes, ofrecerán un mayor confort a los usuarios y beneficiarán la interconexión con otros modos de transporte.

“A esos beneficios se suma la disminución en costos de mantenimiento y operación. El mayor impedimento está en el alto costo del vehículo y de toda la infraestructura que necesita para funcionar”, indicó el experto en movilidad Ricardo Montezuma, quien advirtió que sería una buena medida si son vehículos de calidad.

En este caso, Transmilenio busca buses con catenaria de alta capacidad y con tecnología de punta. “Eso será una mezcla -como bien lo dice el decreto 477 de 2013- entre el componente de bajas y cero emisiones. Se busca conservar la eficiencia y flexibilidad que tiene el sistema actual de buses troncales”, añadió París.

Los nuevos sistemas operativos, sus diseños y configuraciones buscan enfrentarse a los desafíos tecnológicos y ambientales del siglo XXI. Un nuevo modelo que desde ya empieza a construir la historia del futuro.


jmoreno@elespectador.com

Por Juan David Moreno B.

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